Agazapado sobre una cantera cubierta de nieve que hace las veces de coto de caza de fósiles, Peter Larson señala un fragmento desgastado de 10 centímetros que asoma de un manto blanco.
Por: Clarín
Una piedra común para el ojo inexperto, pero para Larson un hueso de dinosaurio evidente.
“Tiene 145 millones de años, más o menos”, dice este experto en fósiles y comerciante de 70 años mientras camina por una excavación de la que ya se han extraído siete dinosaurios.
Hulett, Wyoming, Estados Unidos, es terreno fértil para la moda actual de cazar huesos de dinosaurio con su población de fósiles enterrados, que muy posiblemente supere su población humana de 309 personas.
Larson hace más de 20 años que excava aquí, desde que Sue, un fósil de Tiranosaurio rex que él ayudó a desenterrar, se subastara por 8,4 millones de dólares en 1997, marcando el comienzo de un boom en el mercado de huesos prehistóricos.
La caza de fósiles se ha convertido en un negocio multimillonario para disgusto de los paleontólogos académicos, que temen que los ejemplares de interés científico se vendan al mejor postor.
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