Spare: En la sombra, la autobiografía del príncipe Harry, llegó al público luego de días de especulación y filtraciones. En el Reino Unido el título se vendió a mitad de precio durante los días anteriores y estuvo disponible a las 0:00 del martes 10 de enero; también fue traducido a 15 idiomas para un lanzamiento simultáneo y entró de inmediato en las listas de best sellers de España y México. La versión en inglés del audiolibro está leída por el mismo duque de Sussex.
Por infobae.com
Las filtraciones popularizaron la reacción de su padre, el rey Carlos III, cuando Harry nació: “¡Maravilloso! Ahora me has dado un heredero y un repuesto (eso significa spare)”, le dijo a la princesa Diana, su primera esposa. También se difundieron las experiencias de Harry con las drogas, algunos detalles de su primer encuentro sexual y su desempeño contra los talibán en Afganistán. Desde luego, las peleas con su hermano, el príncipe William, y las tensiones entre sus esposas, Meghan Markle y Kate Middleton, ocuparon mucho de las coberturas.
Escrito junto con J.R. Moehringer, ganador del premio Pulitzer, Spare fue precedido por dos entrevistas del príncipe Harry, una con Tom Bradby para ITV y otra con Anderson Cooper para el reconocido programa 60 Minutes. Se espera que desate un nuevo periodo de furor por la corona británica, tan visitada por series y películas recientes.
En la sombra reúne en su dedicatoria a las personas que el duque de Sussex considera su familia y acaso las omisiones —evidentemente, su padre y su hermano— anticipan su contenido: “Para Meg, Archie y Lili… y, por supuesto, mi madre”. El libro abre con una primera parte que lleva una foto en blanco y negro de Harry en la niñez con Lady Di y el título “Desde la noche que me envuelve”.
Cuando William atacó a Harry
En 2019 William quiso hablar con su hermano sobre “toda esta catástrofe repetida”, en alusión a su vínculo y los episodios con la prensa. Llegó a Nottingham Cottage —donde vivían Harry y Meghan, en el predio de Kensington Palace— “muy alterado”.
Dijo que Meghan era “difícil”, “grosera” y “desagradable”. Harry lo acusó de “repetir como loro la narrativa de la prensa”. La conversación fue subiendo de tono. Se insultaron. William argumentó que estaba tratando de ayudar a Harry.
“¿En serio? ¿Ayudarme? Disculpa, ¿así llamas a esto? ¿Ayudarme?”, lo rechazó. Harry dejó la sala rumbo a la cocina, sirvió un vaso de agua y se lo extendió al hermano, que lo seguía, furioso: “Willy, no puedo hablar contigo cuando estás así”.
William apoyó el vaso sobre una superficie y volvió a insultar a Harry mientras se le echaba encima. “Todo pasó muy rápido. Muy rápido. Me tomó del cuello, rompiéndome el collar, y me tiró al suelo. Caí sobre el cuenco del perro, que se rompió bajo mi espalda mientras algunos de sus fragmentos se me clavaban. Me quedé tumbado un momento, aturdido, y entonces me levanté y le dije que se fuera”.
En la sombra cuenta que William se marchó pero regresó “con cara de arrepentimiento” y se disculpó. Se iba nuevamente cuando se volvió y le dijo a Harry:
—No hace falta que le cuentes a Meg sobre esto.
—¿Que me atacaste, quieres decir?
—Yo no te ataqué, Harold.
De todos modos, Meghan notó “rasguños y magulladuras” en la espalda de su esposo. Él le contó lo que había sucedido. “No se sorprendió, no se enojó”, escribió. “Se entristeció muchísimo”.
William y Kate eran fans de “Suits”
Cuando Harry compartió con su hermano y su cuñada que estaba saliendo con Meghan, “se quedaron boquiabiertos”, escribió. “Se miraron. Entonces Willy se volvió hacia mí y dijo ‘¿Me jodes?’”.
Harry se sintió “desconcertado” hasta que William y Kate le explicaron “que ellos miraban regularmente —no, religiosamente— Suits”. Agregó: “‘Genial’, pensé, riéndome. Me preocupé por el asunto equivocado. Todo este tiempo pensé que Willy y Kate podrían no acoger a Kate en la familia, pero ahora me tengo que preocupar de que la persigan para pedirle un autógrafo”.
Sin embargo, pronto los actuales príncipes de Gales comenzaron a horrorizarse por las costumbres poco reales de Markle, como el famoso episodio en que le pidió prestado un poco de lápiz labial a su futura cuñada. “Kate hizo una mueca de desagrado”, cuenta Spare.
Peor fue el primer encuentro entre William y Meghan. “Él se espantó”, escribió Harry, porque Markle, al estilo cálido de las familias americanas, lo abrazó. “Él retrocedió. Willy no ha abrazado a muchos extraños. Mientras que Meg abraza a la mayoría de los extraños. Will había esperado que ella lo saludara con la reverencia estándar del protocolo, pero ella no la conocía, y yo no se lo había dicho”.
La relación entre Meghan y Kate
La duquesa de Sussex irritó a la actual princesa de Gales durante una discusión telefónica en plenos preparativos para la boda con Harry, en 2019. Kate habría enviado un mensaje de texto quejándose porque el vestido de la princesa Charlotte, quien sería una de las damitas de honor de la boda, tenía “un problema”. El diseño de los vestidos de las niñas era de Clare Waight Keller para Givenchy, igual que el vestido de novia de Markle. Pero la princesa Charlotte lo encontró —según Spare— “demasiado grande, largo y holgado”, y se echó a llorar cuando se lo probó.
Meghan le aseguró a Kate que el vestido de su hija sería confeccionado nuevamente, pero la princesa exigió que todos los vestidos de las damas de honor lo fueran. Faltaban cuatro días para la boda y Meg hizo un comentario ofensivo sobre la insistencia de Kate, que acababa de dar a luz a su tercer hijo, Louis: “Debes tener el cerebro afectado por las hormonas”. Se disculpó: así le hubiera dicho a una de sus amigas, le explicó. Pero la conversación continuó un rumbo desagradable, y cuando Harry regresó encontró a Meghan echada en el suelo, llorando.
Al día siguiente, Kate la visitó con una tarjeta y flores para disculparse. Pero William le diría luego: “Bueno, eso es grosero, Meghan. Aquí no hacemos esas cosas”.
De repuesto
El título del libro en inglés, Spare, sale de un antiguo dicho de la aristocracia: el primer hijo hereda los títulos, el poder y la fortuna; el segundo es un repuesto, por si algo le pasa al primogénito.
“¡Maravilloso! Ahora me has dado un heredero y un repuesto. Mi trabajo ha terminado”, dijo Charles a Diana cuando nació el segundo hijo, según escuchó Harry muchas veces y escribió ahora en su autobiografía. “Minutos después de ofrecer este fragmento de alta comedia, se dijo que Pa salió a encontrarse con su novia”, la actual reina consorte, Camilla. “Cuántas palabras verdaderas dichas en broma”.
El tema del repuesto recorre las páginas de En la sombra. “Yo era la sombra, el refuerzo, el plan B. Me trajeron al mundo por si le pasaba algo a Willy. Me convocaron para brindar apoyo, distracción, diversión”, escribió el duque de Sussex. “Todo esto me resultó explícitamente claro desde el comienzo del viaje de la vida”.
“Es una actriz estadounidense”
Aunque habían pasado la juventud peleándose, Harry pensó que en la adultez él y su hermano podían hacer un gran equipo, al que sus esposas haría más poderoso. Siempre tuvo ese sueño de los “Fab Four”, aun antes de haber conocido a Meghan Markle. En ocasiones hablaba de eso con William y Kate.
Cuando comenzó a salir con su actual esposa, creyó que eso se materializaría: “Les dije que no veía la hora de que la conociera, que realmente deseaba que los cuatro pasaran mucho tiempo juntos”, escribió. Su “sueño” —calificó— era unirse a su hermano y su cuñada con una “pareja en pie de igualdad”.
Sin embargo, cuando compartió sus esperanzas de “formar un cuarteto” con William, él le respondió: “Cálmate un poco. Es una actriz estadounidense, Harold. Puede pasar cualquier cosa”.
La barba de Harry y el pelo de William
Poco antes de la boda con Meghan, un gran acontecimiento para la familia real, William reprendió a Harry por la barba que tenía; para casarse, le advirtió, debería quitársela. Spare describe la lividez en el rostro del mayor cuando el hermano le dijo que la reina Isabel II había “dado luz verde” para que la conservara. Erizado, le contestó que seguramente la había puesto en “una posición incómoda”, por la cual “no tuvo más opción que decir que sí”.
Su majestad, retrucó Harry, “puede hablar por sí misma”. La sugerencia de que William había implicado que Isabel II era manipulable sólo empeoró la situación. “En un momento realmente me ordenó, como el heredero que le habla al repuesto, que me afeitara”. William no había podido conservar su barba, recordó: “Odiaba la idea de que yo disfrutara de un beneficio que a él le había sido negado”.
En otra parte del libro, Harry escribió que el debilitamiento del pelo de su hermano es “alarmante” y, en comparación con el de él mismo, que sólo tiene dos años menos, “más avanzado”.
La muerte de Diana
El 31 de agosto de 1997, horas después de que Lady Di muriera por una hemorragia interna en la sala de emergencias del hospital universitario Pitié-Salpêtrière, Charles fue a darle la noticia a Harry, que entonces tenía 12 años. “Se sentó en el borde de la cama y me puso una mano en la rodilla: ‘Mi querido hijo, mamá ha tenido un accidente de coche’”.
Charles siguió: “Ha habido complicaciones. Mamá ha resultado gravemente herida y la han llevado al hospital, mi hijo querido”.
Harry recordó que su padre siempre le decía “querido hijo”, pero en esa ocasión “lo estaba repitiendo mucho”. El actual rey “hablaba en voz baja”. Hoy cree que Carlos “estaba en shock”.
Harry insistió en que la curarían en el hospital y pronto estaría con ella. “Recuerdo que esperé con paciencia a que mi padre me confirmase que, en efecto, mamá estaba bien. Y recuerdo que no lo hizo”. Entonces Carlos le dijo: “Lo han intentado, mi querido hijoo. Me temo que ya no se ha recuperado”.
El actual rey, a quien “no se le daba muy bien expresar sus emociones en circunstancias normales”, según escribió su hijo, no abrazó a Harry. Pero trató de asegurarle que todo estaría bien.
Spare recordó también el estrés que el protocolo del Palacio de Buckingham impuso a dos niños que acababan de quedar huérfanos. Cuando debió saludar a la multitud, se sintió mal. Contó:
“Me desagradadaba el tacto de esas manos. Es más, me desagradaba cómo me hacían sentir: culpable. ¿Por qué lloraba toda esta gente cuando yo ni lloraba ni había llorado?”.
Siguió: “Recuerdo las montañas de flores que nos rodeaban por todas partes. Recuerdo sentir una pena inenarrable y aun así conservar una impecable educación. Recuerdo a las ancianas diciendo: ?¡Hay que ver, qué educado, el pobre!’. Recuerdo musitar agradecimientos, una y otra vez: gracias por venir, gracias por esas palabras, gracias por acampar aquí delante durante varios días. Recuerdo haber consolado a varias personas que estaban postradas, abrumadas, como si hubieran conocido a mi madre, pero también pensar: ‘El caso es que no. Actuáis como si la hubierais conocido…, pero no la conocisteis’”.
Ya adultos, William y Harry pensaron en reabrir la investigación del accidente. Pero al palacio no le pareció una buena idea.
A los hijos de Diana no los convencía el expediente, “especialmente la conclusión del sumario, según la cual el chofer de nuestra madre estaba ebrio y, en consecuencia, fue la única causa del accidente”. Escribió: “Era algo simplista y absurdo. Aun si el hombre hubiera estado bebiendo, aún si hubiera estado borracho, no hubiera tenido problema alguno para atravesar un túnel tan corto. Excepto que los paparazzi lo estuvieran siguiendo y lo encandilaran”.
Los hermanos se preguntaron: “¿Por qué la habían sacado tan barata esos paparazzi? ¿Por qué no estaban en la cárcel? ¿Quién los había enviado? ¿Y por qué esa gente tampoco estaba presa? ¿Qué otra razón podría haber, aparte de que la corrupción y el encubrimiento estaban en el orden del día?”.
Él y William acordaron hacer esas preguntas y emitir un comunicado en el que juntos pedirían “que se reabriera la investigación”. Incluso ponderaron la posibilidad de una conferencia de prensa. “Aquellos que toman las decisiones nos disuadieron”, denunció.
La boda con Kate profundizó la distancia
El 29 de abril de 2011 el príncipe William se casó con Kate en un acontecimiento de enorme importancia: hoy él es el primero en la línea de sucesión al trono, seguido por su hijo mayor, George. Para Harry, la boda marcó “otra despedida bajo este techo espantoso” y “otro desgarro”.
Escribió: “Ese día desapareció el hermano al que escolté al interior de la abadía de Westminster, para siempre. ¿Quién podría negarlo? Nunca volvería a ser ante todo Willy. Nunca más cabalgaríamos juntos por la campiña de Lesoto mientras nuestras capas ondeaban detrás. Nunca más volveríamos a compartir una cabaña con olor a caballo mientras aprendíamos a pilotear aviones. ¿Quién nos separará? La vida”.
El duque de Sussex agregó que “la ceremonia es mayormente un hueco en mi mente”, pero que recuerda que Kate lucía “increíble” mientras caminaba hacia el altar. También recordó el momento en que “William la volvió a acompañar por el pasillo, y entraron al carruaje que los llevaría al palacio de Buckingham, a la unión eterna que se habían prometido, y recuerdo haber pensado: adiós”.
A lo largo de sus vidas habían tenido “un millón de peleas físicas”, incluso de niños no habían hecho “otra cosa que pelear”. De hecho, en Spare se refiere a William como “mi amado hermano y archinémesis”. Pero —distinguió— “esto se sentía diferente”.
El disfraz de nazi
Uno de los escándalos más explotados por la prensa amarilla británica fue la foto de Harry vestido como soldado nazi con una esvástica en el brazo. El duque de Sussex se vistió así para una fiesta de disfraces con el tema —no menos espantoso, pero sí menos citado por los medios— “Nativos y coloniales”.
William se vistió de león y, según En la sombra, Harry oscilaba entre elegir ropa de piloto o de nazi, y consultó a su hermano mayor. “Llamé a Willy y Kate, les pregunté qué pensaban. Uniforme nazi, dijeron. Aullaron de risa. ¡Peor que el leotardo de Willy! ¡Mucho más ridículo! Lo cual era el punto”, subrayó Harry.
El incidente, hace 18 años, cuando Harry tenía 20, le pesa todavía: “Fue uno de los mayores errores de mi vida”, escribió.
En Pont de l’Alma a 100 kilómetros por hora
Diez años después de la muerte de Diana, Harry se encontró en París para ver la semifinal de la Copa Mundial de Rugby. Quiso volver al lugar donde sucedió el accidente, y algo más:
“La copa mundial me había asignado un chofer, y en mi primera noche en la Ciudad Luz le pregunté si conocía el túnel donde mi madre…
Observé sus ojos en el espejo retrovisor, se agrandaron.
El túnel se llama Pont de l’Alma, le dije.
Sí, sí. Lo conocía.
—Quiero pasar por él.
—¿Quiere pasar por el túnel?
—A 65 millas [105 kilómetros] por hora, para ser preciso.
—¿65?
–Sí.
La velocidad exacta a la que supuestamente iba el automóvil de mamá, según la policía, en el momento del choque. No a 120 millas [190 kilómetros] por hora, como informó la prensa al principio.
El conductor miró al asiento de atrás. Billy the Rock [el guardaespaldas de Harry, que lo acompañaba] asintió con seriedad. Hagámoslo. Billy agregó que si alguna vez el conductor le revelaba a otro ser humano que le habíamos pedido que hiciera esto, lo encontraríamos y lo pagaría caro.
El chofer asintió, solemne.
Salimos, sorteando el tráfico, pasando el Ritz, donde mami cenó por última vez, con su novio, aquella noche de agosto. Entonces llegamos a la boca del túnel. Avanzamos a toda velocidad, pasamos por encima del borde de la entrada del túnel, el desnivel que supuestamente hizo que el Mercedes de mamá se saliera de su trayectoria.
Pero el desnivel no era nada. Apenas lo sentimos.
A medida que el auto entraba en el túnel me incliné hacia delante, observé el cambio de la iluminación a una especie de naranja acuoso, observé los pilares de cemento como parpadeos. Los conté, conté los latidos de mi corazón y en pocos segundos emergimos del otro lado.
Me volví a sentar. Dije, despacio: ‘¿Eso es todo? No… no es nada. Sólo un túnel recto’.
Siempre había imaginado que el túnel era una especie de pasadizo traicionero, peligroso inherentemente, pero era un túnel corto, simple, sin vueltas.
—No hay motivo para que ahí muera alguien.
El chofer y Billy the Rock no respondieron.
Miré por la ventana: ‘De nuevo’.
El conductor me miró en el espejo retrovisor.
—¿De nuevo?
—Sí. Por favor.
Volvimos a atravesarlo.
—Es suficiente. Gracias.
Había sido una idea pésima. Había tenido muchas ideas malas en mis 23 años, pero esta estaba excepcionalmente mal concebida. Me había dicho a mí mismo que quería pasar la página, pero en realidad no lo quería. En el fondo, había esperado sentir en ese túnel lo que había sentido cuando JLP [Jamie Lowther Pinkerton, ex secretario privado de los príncipes Harry y William] me dio los archivos policiales: incredulidad. Duda. En cambio, esa fue la noche en la que se disiparon todas las dudas.
Está muerta, pensé. Dios mío, realmente está muerta.
Encontré el cierre que fingido buscar. Con creces. Y ahora nunca podría librarme de él.
Había pensado que atravesar el túnel pondría fin —o haría cesar brevemente— el dolor, la década de dolor implacable. En cambio, marcó el comienzo de Dolor, Parte Dos.
Otras peleas y tensiones entre William y Harry
En abril de 2021 los hermanos asistieron al funeral de su abuelo, el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II. El inminente rey Carlos III se ubicó entre sus dos hijos enemistados y les dijo: “Por favor, chicos. No convirtáis en un suplicio mis últimos años”.
Ese mismo día, más tarde, Harry observó que el parecido de su hermano a su madre se iba desvaneciendo con el tiempo: “Miré a Willy, realmente lo miré, quizá por primera vez desde que éramos pequeños”, recordó. Todo lo que vio fue el “ceño familiar” de la rama Windsor.
En la sombra también cuenta un encontronazo entre los hermanos cuando Harry ingresó a la universidad, en Eton, donde William estudiaba desde dos años antes.
“Tú no me conoces, Harold. Y yo no te conozco”, le dijo William. Y le explicó que hasta entonces Eton “había sido un santuario”. Harry interpretó: “Sin la carga de un hermanito que lo molestara con preguntas o metiera la nariz en su círculo social”.
Le aseguró que no debía preocuparse: “Voy a olvidar que te conozco”.
En el frente contra los talibán
Harry fue piloto de helicóptero en la guerra de Afganistán, entre 2012 y 2013, y participó en seis operaciones. En todas hubo muertos. Lo justificó en Spare, y recibió muchas críticas de militares británicos.
“No fue una estadística que me llenara de orgullo, pero tampoco me dejó avergonzado”, escribió. “Cuando me encontré inmerso en el calor y la confusión del combate, no pensé en esos 25 como gente. Eran piezas de ajedrez retiradas del tablero, gente mala eliminada antes de que pudiera matar a gente buena”.
Ataques de pánico “aterradores”
“Hacie el fin del verano de 2013 atravesé un mal momento, alternando entre periodos de un letargo debilitante y unos ataques de pánico aterradores”, escribió. Había regresado de la guerra y retomaba sus tareas como miembro de la familia real, pero cada vez que debía pronunciar un discurso o dar una entrevista terminaba “incapaz de realizar esas funciones básicas”.
En anticipación al evento del que se tratase, comenzaba a sudar profusamente; apenas se vestía con el traje, el pánico comenzaba. “Para el momento en que me ponía el saco y me ataba los cordones, el sudor me corría por las mejillas y la espalda”.
El semental y la mujer mayor
En la sombra también cuenta cómo fue el primer encuentro sexual del duque de Sussex. Sucedió en un campo detrás de un pub, se infiere por su relato. Marko, uno de los custodios de la familia real, se le apareció en Eaton y le dijo que lo habían enviado “a averiguar la verdad”.
Escribió el príncipe Harry: “Sospeché que se refería a mi reciente pérdida de la virginidad, un episodio humillante con una mujer mayor a la que le gustaban los machotes y que me trató como a un joven semental. Arremetí contra ella rápido, luego de lo cual me dio unas palmadas en el culo y me despidió. Uno de mis muchos errores fue dejar que esto sucediera en un campo, justo detrás de un pub muy concurrido. Sin dudas alguien nos había visto”.
Cocaína para sentirse diferente
“Desde luego que por entonces había estado tomando cocaína”, contó Harry en Spare. “En la casa de alguien, durante un fin de semana de caza, me ofrecieron una línea, y desde aquel momento había consumido un poco más”.
Detalló: “No me pareció muy divertido, y no me hizo sentir especialmente contento como parecía sucederles a otros, per me hizo sentir diferente, y ese era mi objetivo principal. Sentir. Ser diferente. Era un chico de 17 años dispuesto a probar casi cualquier cosa que pudiera alterar el orden preestablecido”.
Un periódico británico quiso extorsionarlo con una supuesta foto de él aspirando una línea: para no publicarla, le exigían una entrevista. Pero el príncipe sospechó que no tenían nada, y respondió que era imposible porque nunca lo había hecho. La mentira funcionó: el medio había mentido en primer lugar.
“Me sentí avergonzado de haber mentido”, escribió. “Pero también orgulloso. Al encontrarme en ese aprieto, en una crisis que me causó auténtico pánico, no conservé la calma de la abuela pero al menos me las arreglé para proyectarla. Había canalizado algo de sus superpoderes, su estoicismo heroico”.
Mientras tanto, uno de los asesores del entonces príncipe Carlos había decidido que sacrificaría al joven para mejorar la imagen del padre. “Ya no sería el esposo infiel, en cambio el mundo lo vería como el pobre padre abrumado que, sin ayuda, tenía que batallar con un hijo consumido por las drogas”, ironizó Harry.
Harto de episodios como ese, en 2015 el duque de Sussex dejó de salir por las noches. Terminadas sus tareas, se retiraba a su casa en Nottingham Cottage. “Después de la cena me hacía un porro, y me aseguraba de que el humo no llegara al jardín de mi vecino, el duque de Kent. Luego me iba a la cama temprano”.
La madrastra Camilla
Spare cuenta cómo el rey Carlos III trató de “ganarse a los chicos” antes de hacer pública a los británicos su relación con la actual reina consorte. Pero encontrarse con Camilla, para Harry, era parecido a recibir una inyección, comparó: “Cierra los ojos y casi no lo sentirás”.
Más adelante, el príncipe y su hermano William le dijeron al padre que la perdonaban “por su papel fundamental en el desmoronamiento del matrimonio” entre Charles y Diana y la acogerían a la familia, pero le pidieron que no se casaran.
“‘No hace falta que te vuelvas a casar’, le imploramos. ‘Una boda causaría polémica. Nosotros te apoyamos’, le dijimos. ‘Nosotros respaldamos a Camilla’, le dijimos. ‘Pero por favor no te cases con ella. Simplemente estén juntos, Pa’”, escribió el duque de Sussex.
Su padre avanzó con sus planes de boda, concretados en 2005, “a pesar de que Willy y yo le rogamos que no lo hiciera”, continuó. “Le estrechamos la mano, le deseamos lo mejor. Sin rencores. Reconocimos que por fin iba a estar con la mujer a la que amaba, la mujer a la que siempre había amado”. Entendieron que “no venía al caso” argumentar sobre la amargura o la pena que ellos sentían “por el cierre de otra vuelta en la historia de mami”.
William había crecido con algún entendimiento de lo que sucedía. “Willy había sospechado de la Otra Mujer durante mucho tiempo, y eso lo confundía y lo atormentaba. Cuando las sospechas se confirmaron, sintió un remordimiento agónico por no haber hecho o dicho algo antes”.
Camilla transformó la antigua habitación de Harry en Clarence House en su vestidor: “Intenté que no me importara. Pero, especialmente la primera vez que lo vi, me importó”, agregan las memorias del príncipe. En alguna ocasión se preguntó “si ella sería cruel” con él, “si sería como todas las madrastras malvadas de los cuentos”.