El común de las personas cuando aborda el tema económico, inevitablemente, focaliza su interés en los precios, la inflación y la inflación en dólares. Sin desestimar la importancia de estos aspectos, es necesario ver el asunto desde el anverso de la moneda, y no es otro que la falta de ingresos. El problema de fondo no son los altos precios, son los bajos ingresos.
El nivel de nuestros precios es más o menos el mismo que en otros países, en Estados Unidos, la inflación anual alcanzó el 7%, porcentaje inusualmente alto, sin embargo, con ingresos anuales medios de 70.248 dólares per cápita, para el 2021, el tema de los precios es manejable. En contraste el Producto Interno Bruto de Venezuela en el 2021 fue de 1.500 dólares per cápita -no existe información oficial- con un nivel de precios semejante, o algo superior, al de los de Estados Unidos y otros países.
Luego, la situación que afrontamos no podemos estudiarla desde el punto de vista de los altos precios, sino de los bajos ingresos. Y el problema de los bajos ingresos conduce a su vez a la falta de ofertas de empleos con remuneraciones razonables.
La carencia de empleos bien remunerados ha traído una consecuencia nefasta: la desaparición de la clase media. Anteriormente este estrato de la sociedad, según información que nos provee el economista Leonardo Vera, representaba el 62% de la población y hoy en día representa el 16%. Esta dramática caída, con vastas repercusiones, se debe a que toda la clase universitaria, técnicos superiores y técnicos medios, que antes laboraba en las universidades, en la industria (administradores, contadores, ingenieros), en la construcción (arquitectos, ingenieros, albañiles…), en el gobierno (diplomáticos, sociólogos, contadores, administradores…) y en la salud (doctores, enfermeras, técnicos,…), quedaron sin empleo y sin alternativas.
Otra consecuencia directa de la escasez de oportunidades laborales es la migración de venezolanos al exterior, que comenzó de forma significativa en el 2016 y actualmente se vuelve a acelerar, dado los recientes acontecimientos económicos. La Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) realizada por la UCAB para el 2021 arroja que el 75% de las personas que abandona el país manifiestan que la principal causa es la ausencia de ofertas de trabajo.
De la totalidad de la población en edad de empleo el 51,8% está fuera del mercado laboral: hogar, estudiantes, jubilados, incapacitados, pensionados, rentistas y otros. El 48,4% restante es lo que se considera Población Activa. Analicemos su composición.
Cuando examinamos el empleo por categoría ocupacional encontramos:
Trabajador por Cuenta Propia 51,2 %, Trabajador en el Sector Público 20,2 %, Trabajador en el Sector Privado 20,0%, Ayudante familiar 3,0%, Patronos 2,8%, Servicio Doméstico 1,6%.
Si indagamos en la estructura del empleo que existe actualmente, las principales ocupaciones son las siguientes:
Ocupaciones Elementales 37,9%, Trabajador de los Servicios y Vendedor en Comercio 20,9%, Profesionales 14,8%, Operario o Artesano 8,2%, Personal de Apoyo Administrativo 7,6%, Agricultores 6,4%, Profesional Científico 6,3%, Operadores de Máquinas 2,5%, Militares 2,4%, Directores y Gerentes 1,6%.
Un cambio radical que ha ocurrido en el empleo se refiere a su informalidad. Se clasifica como empleo formal aquel que cotiza para el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. En el 2015 el 48,5% de los empleados cotizaban al Seguro Social y para el 2021 solo cotiza el 19,2% de los trabajadores.
El análisis de empleo nos permite medir el nivel de gravedad en el que está sumida la economía venezolana, así como entender la gran complejidad que nos toca enfrentar para lograr la activación de la fuerza laboral, que no solo pasa por la creación de una economía basada en la confianza, niveles apreciables de inversión para crear los cargos, sino recuperar un grado de educación para el trabajo, que ha colapsado en estos últimos tiempos producto de la involución del sistema educativo.
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