El piso disparejo del ventajismo conduce siempre a la escalada autoritaria, esta verdad la hemos padecido cruentamente y le ha funcionado al ecosistema criminal por un cuarto de siglo. Persigue abiertamente a las ONG, como lo expresan los más de 500 días de prisión perversa e injusta de Javier Tarazona, y ahora desemboza una ley de persecución abierta contra ellas.
Todos los caballos están amarrados menos los del régimen forajido. Esa es la verdad que evadimos muchas veces, convirtiéndose en la gran ausente. Hay una dura realidad que nos negamos a aceptar. Para hacer política hay que partir del hecho; aunque duela y caiga mal, traiga consecuencias en nuestras vidas, no hay otra salida que enfrentarlo, de frente y dando la cara. El problema es de que muchos actúan haciéndose los locos, como si la realidad no existiera.
El espacio cívico lo restringen cada día, con el cierre récord de estaciones de radio y la afectación, con el arma apuntándote, de la libertad de asociación. Perjudican a los que se benefician de programas que la dictadura no hace. Esas asociaciones civiles visibilizan los problemas y trabajan para corregirlos, en contraste de un Estado autoritario que no rinde cuentas.
En Venezuela no hay justicia, con un poder judicial que no es independiente se impide hacer efectivos los derechos de todo tipo. Los patrones de violación de derechos humanos no han dejado de repetirse junto a crímenes de lesa humanidad. El régimen de irrenunciable vocación totalitaria avanza con rostro descubierto a los estadios de opresión de un régimen impresentable, como resulta el de Nicaragua.
Hasta cuándo las eternas recomendaciones del alto comisionado de la ONU, hasta cuándo la inútil asistencia a un sistema judicial pervertido. La escalada autoritaria continúa sin mejoras de ningún tipo en los niveles de violación de los derechos humanos.
El compromiso es con la verdad, nos negamos a ser enterrados con la mentira de una falsa narrativa. El chavismo definitivamente es una maquina de destrucción espiritual, moral y material.
Recordamos a los jóvenes héroes Geraldine Moreno y Juan Pablo Pernalete, son 9 años de lucha y con la denegación de justicia se revictimizan hasta sus familiares. La cadena de mando sigue impune y los responsables materiales en la calle. Uno de los integrantes del comando asesino hoy día ha sido ascendido a general.
No queremos más recomendaciones, le decimos al alto comisionado: no tenemos justicia ni paz para nosotros y todavía piden calma.
A todos nos afecta la cancelación de la libertad de asociación. El propósito es el silencio. Luchamos contra la inercia desmovilizadora de “esto es lo que hay”.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!