Imposible no insistir con la espeluznante situación laboral presentada y agudizada en Venezuela. Lo primero que llega al entendimiento, incluso de los más lerdos en la materia, es la evidente presunción de mala fe. A partir de allí se puede reflexionar todo lo concerniente al Foro de Diálogo Social que se adelanta después de las visitas reiteradas de la Comisión de Encuentras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Si bien Fedecámaras y la Central de Trabajadores de Venezuela están y deben sentirse bien orgullosos por haber fomentado y logrado obligar al intento de diálogo social que según uno de sus representantes – CTV-, José Elías Torres, no se daba desde hace más de veinte años, existen muchos aspectos a evaluar respecto ese triunfo inocultable obtenido en Ginebra el año 2021. Porque también debemos tomar en cuenta que es cuestión de orgullo del régimen la reacción ante la derrota mundial propinada principalmente por Fedecámaras ante el organismo internacional. Así que el fulano diálogo está impregnado desde su origen por la retaliación y el resquemor. Más allá de lo técnico. Lo político.
Basta revisar, para ello, las palabras de quien ocupaba “oficialmente” la cartera del trabajo ese año 2021, el derrotado en Ginebra, el señor Piñate. Con toda claridad expresó, luego de la votación en el organismo mundial, que el régimen de Nicolás Maduro no iba a reconocer el fallo de la OIT en el cual se enunciaba que éste había violado convenios internacionales y derechos fundamentales de los trabajadores. De allí partimos. Por lo tanto, el régimen acude a esas mesas de diálogo como un mero trámite para hacer ver que cumple con el organismo internacional del trabajo, pero con la mala fe que lo caracteriza, potenciada por la derrota y el señalamiento internacional.
Si partimos de allí, todo se aprecia con mayor facilidad. Se entiende mejor el incumplimiento de las expectativas de los trabajadores y el señalamiento, por parte de Fedecámaras de que el diálogo se efectúa con dificultades y con esfuerzos para que ofrezca resultados con la celeridad que el pueblo reclama. Por eso el intuitivo recelo y la desconfianza de los trabajadores, altamente comprensible. Aunque debemos precisar que la mala fe es del régimen únicamente, por supuesto. Fedecámaras con sus naturales intereses llevó el caso a la OIT y la CTV y otras centrales han actuado en consonancia con el planteamiento de los empresarios.
Así que el método para el cálculo del salario mínimo chocará con la realidad económica disfrazada que burlescamente llevará el régimen. Dirá: estamos en la ruina y es por las sanciones. De hecho el tema de la incidencia de las sanciones será tocado en el diálogo que deberá efectuarse de nuevo este mes. Sanciones que el régimen enfrenta poniendo como escudo el hambre y el sufrimiento de los trabajadores y de la población, porque es absolutamente falsa la ruina. Demostrado está en el estadio monumental, por ejemplo mínimo. Los otros temas: libertad sindical, detenciones de sindicalistas, vulneración de tierras propiedad de empresarios serán soslayados por completo por parte de quién maneja el poder ejecutivo si nos atenemos a las palabras de Piñate de hace casi dos años. Eso sigue latente. ¿O no?
A la libertad sindical el régimen le ha dado respuestas desde la fatídica, para el, reunión de Ginebra: vulneró cajas de ahorro, sindicatos y gremios, quitándoles los aportes de sus afiliados. Aprobó una ley contra las Organizaciones no gubernamentales. Esa es su respuesta efectiva. No en la mesa. Elementos para discutir a ver si pueden solventarse. ¿Usted lo cree? Las detenciones a los sindicalistas son el trofeo de la venganza del régimen. Dudo que Fedecámaras y la CTV juntas puedan con la OIT alcanzar avance alguno al respecto al igual que con las tierras expropiadas a los afiliados a Fedecámaras.
La otra respuesta, esta vez a la movilización y la protesta continua liderada por el sector educativo en Venezuela, ha sido aprobar la ley que permite a los estudiantes encargarse de las clases en los liceos. De eso trataré en palabras apartes pronto. Pero como respuesta luce desproporcionada y lesiva a los trabajadores y a la educación en general, una vez más.
Los supuestos avances no son tales. De allí la desconfianza natural de los trabajadores. Muy comprensible. La mala fe del régimen evita cualquier obtención inmediata, como la consideración de la emergencia por parte de la CTV y respaldada por Fedecámaras en el sentido de otorgar cuanto antes una compensación económica salvadora, mientras se dan las discusiones y se llega a algún acuerdo. La oferta más próxima para el ajuste del salario mínimo circula como información que será tal vez para mayo. No augura mucho éxito el diálogo social partiendo de estas premisas. El régimen solo genera desconfianza y recelo y para el es mero trámite reunirse con las tres partes en presencia de la OIT. A los trabajadores solo nos queda bregar para salir de esta calamidad mayúscula de raíz. Las elecciones próximas nos requieren unidos para luchar por ellas de manera libre para la obtención de un resultado positivo para el país. El diálogo debe seguir, junto a la presión en las calles en internacionalmente, sin dudas. Que sigan las reuniones