El 11 de febrero de 1858 Bernardette Soubirous, que tenía 14 años, tuvo la primera de ocho apariciones en la gruta de Massabaille. Murió a los 35 años y el Papa Pío XI la hizo Santa. El misterio de su cuerpo incorrupto. Y cómo es el templo que le dedicaron en Argentina luego de la curación de un obispo
Por Infobae
Nadie le creyó a María Bernardette Soubirous cuando contó lo que había visto en la gruta de Massabielle, en Lourdes, Francia. Desde el 11 de febrero de 1858, la joven, que tenía 14 años y provenía de una familia pobre y analfabeta, veía una aparición. Esa primera vez sucedió cuando con su hermana y una amiga recogían leña. En un momento, el viento pasó como una exhalación y, detrás de esa ráfaga se manifestó una mujer. La sexta vez que eso ocurrió, el comisario Jacomet, harto de lo que consideraba un invento de la muchacha, la interrogó. Y documentó la charla:
-Entonces, Bernardette, ¿vas todos los días a Massabielle?
-Sí, señor.
-¿Y ves salgo bonito?
-Sí, señor.
-¿Así que ves a la santa Virgen?
-Yo no digo que he visto a la santa Virgen.
-Ah, bueno. Tú no has visto nada.
-Sí. Algo he visto.
-¿Qué has visto?
-Algo que era blanco.
-¿Algo o alguien?.
-Aquerò tiene la forma de una joven.
-¿Y no te ha dicho: soy la santa Virgen?
-Aquerò no me lo ha dicho.
“Aquerò”, decía Bernardette, porque la aparición le hablaba en “patois”, la lengua occitana que usada en esa región de Los Pirineos, cerca de España. Y “aquerò” significa “aquello o eso”. Desde el inicio, la describió como “una señora vestida de blanco; llevaba un vestido blanco, un velo también blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”. También dijo que se dirigía a ella tratándola de “usted” (voi). Como cuando le pidió “Boulet aoue era gracia de bié aci penden quinze días” (”Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días”).
En el interrogatorio del comisario, se lee que el miércoles 24 de febrero tuvo lugar la octava aparición. Bernardette relató ese día: “Hoy Aquerò ha pronunciado una nueva palabra: ¡Penitencia! Añadió también: ‘Rogad a Dios por la conversión de los pecadores’. Y yo contesté: ‘Sí’. Me preguntó si esto me acarreaba molestias. Le dije que no. Luego me rogó que subiera de rodillas hacia el fondo de la gruta y que besara la tierra en señal de penitencia por los pecadores”.
Recién al día siguiente, día de la Asunción de María, la aparición le reveló a Bernardette quién era. Y fue por una pregunta que la adolescente le hizo. Así se lee en el documento oficial: “Señorita (le dice a la aparición), ¿tendría la bondad de decirme quien sois, por favor?”. Aquerò sigue sonriendo en silencio, pero Bernardette esta vez insiste. Entonces, levantando los ojos al cielo y juntando las manos a la altura del pecho le responde: “Que soy Immaculada Councepciou” que traducido significa “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
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