Los colombianos vivieron en la noche de este martes un déjà vu. Tal como había ocurrido hace cerca de 10 años, cuando era alcalde de Bogotá, el presidente Gustavo Petro volvió a agitar masas, asomado en un balcón, con un discurso lleno de emotividad y de arengas en favor del pueblo. Pero ahora lo hizo desde un nuevo necesario: la emblemática Casa de Nariño.
Por Semana
Rodeado de la bandera de Colombia y acompañado de su esposa, Verónica Alcocer, y Antonella, su hija menor, el jefe de Estado se dirigió con fervor a los ciudadanos que llegaron a expresarle su apoyo hasta la Plaza de Armas del Palacio presidencial, un escenario usualmente cerrado al público y reservado para eventos especiales, como visitas de presidentes extranjeros o la posesión presidencial del 7 de agosto.
En una movida sin precedentes para un jefe de Estado, Petro abrió las puertas de la Plaza de Armas, que conecta la Casa de Nariño con el Congreso, para permitir la entrada “del pueblo”, al que le pidió “levantarse, a no arrodillarse, a convertirse en una multitud consciente de que tiene en sus manos el futuro, el presente”.
Viejos conocidos
A pesar de que “la democracia de balcón” es un escenario en el que Petro se desenvuelve con gran naturalidad, no fue inventada por el mandatario. Uno de los primeros en usarla en la región fue el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, quien solía salir al denominado Balcón del Pueblo del Palacio de Miraflores para saludar a miles de simpatizantes que le daban estruendosas ovaciones.
Una de las imágenes que más se recuerda de Chávez se dio a mediados de 2011, tras su regreso de Cuba, donde fue operado y tratado de un cáncer. El exmandatario venezolano salió al balcón acompañado de dos de sus hijas, vestido de militar, con boina roja y ondeando la bandera de Venezuela, en medio de los gritos de sus seguidores, algo muy similar a lo que hizo Petro, rodeado del símbolo patrio y su familia.
Para leer la nota completa, aquí