El 20 de febrero de 1819 el diario Correo del Orinoco publicó el famoso discurso que dio Simón Bolívar ante el Segundo Congreso de Venezuela, que se instaló en la ciudad de Santo Tomás de la Nueva Guayana, en la Angostura del río Orinoco, cinco días antes.En su discurso, Bolívar se presenta ante el Congreso como un estadista y no un militar, y plantea una propuesta filosófica revolucionaria que se adelanta al pensamiento político de su tiempo y que mantiene una vigencia poderosa.Bolívar articula no solo una defensa del modelo republicano democrático y advierte de sus principales enemigos, sino que profundiza sobre los límites del liberalismo, como fue descrito por los próceres de la revolución francesa, la revolución americana y sus antecesores intelectuales.
Democracia, república y sus enemigos
El ‘Libertador’ fue conciso con el uso de sus palabras. El Discurso de Angostura inició dejando perfectamente clara la función de un gobierno deseable. Según Bolívar “…el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.
No se pueden ignorar las intenciones del autor. La felicidad es un objetivo que busca producir el sistema de gobierno. En el contexto de su discurso, podemos entender que por felicidad el ‘Libertador’ se refiere a la vida en libertad.
Al igual que Johns Locke y demás intelectuales que influenciaron el pensamiento de los revolucionarios liberales, Bolívar propone la seguridad como mandato central del gobierno. Y, finalmente, la estabilidad, la capacidad del gobierno de resistir y persistir como garante de la felicidad y seguridad de una sociedad. “Solo la democracia es susceptible de una absoluta libertad”.
El ‘Libertador’ expresó durante sus palabras ante el Congreso de Angostura un arraigo por el contexto natural de una sociedad. Primero que todo, Bolívar fue enfático en diferenciar la democracia naciente de Norteamérica y el ejemplo de la revolución francesa como desarrollos políticos completamente ajenos a la idiosincrasia hispanoamericana. Incluso Bolívar diferencia el legado colonial español del resto de los imperios europeos, por la influencia africana en la península ibérica.
Es por eso que, a pesar de existir en paralelo, Bolívar imaginó un ejercicio revolucionario que abogase “por el establecimiento de jurados, de códigos civiles y criminales que no sean dictados por la antigüedad, ni por reyes conquistadores, sino por la voz de la naturaleza, por el grito de la justicia y por el genio de la sabiduría” de un pueblo determinado, que existe como producto de una historia sine qua non, en un momento determinado.
La libertad le pertenece al individuo y, por lo tanto, garantizar la libertad de una población no puede ser ni teorizado ni proscrito de manera universal o unilateral. La democracia republicana, en consecuencia, inevitablemente debe transformarse a lo largo del tiempo para de una mejor manera cumplir sus objetivos de producir felicidad, seguridad y estabilidad, y resistir las amenazas al poder constituido.
Simón Bolívar se distingue de sus predecesores intelectuales en señalar en conjunto a la ignorancia, la tiranía y el vicio como las principales amenazas de una democracia republicana naciente. Y, nuevamente, no podemos dejar escapar que el autor no oculta su prioridad.
La ignorancia es la primera de las amenazas en una democracia republicana. Si bien el impulso humano de dominar a sus semejantes es ampliamente reconocido por Bolívar, el ‘Libertador’ sentencia que “por ‘el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza… un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
Y es a partir de la ignorancia en una sociedad que es posible que la ambición de los iliberales, la intriga de los lacayos de hombres ambiciosos, “abusen de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil”. Hace más de 200 años, Bolívar advirtió al Congreso de Angostura sobre la posibilidad de que nuestros líderes lleguen a “adoptar como realidades las que son puras ilusiones; y [que se den licencia de actuar sin límites y lo confundan por] libertad, confundan la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.”
La moderación y la supremacía de la ley natural
La ley natural está presente en repetidas ocasiones durante el Discurso de Angostura. Sin embargo, El ‘Libertador’ describe el estado natural y la ley natural, no como un abstracto anclado en una imaginación cristiana del jardín del Edén y los primeros hombres, sino como los límites reales del contexto natural de una sociedad.
Bolívar presagió los problemas que acechan a las democracias contemporáneas, la perversión de la noción de la igualdad.
Para Bolívar “los ciudadanos [de una democracia republicana] gozan todos por la Constitución, intérprete de la naturaleza, de una perfecta igualdad política”.
La igualdad para Bolívar es una noción ficticia en el ejercicio político. Nuevamente, Bolívar destaca el arraigo por el orden natural e implora al Congreso reunido en Angostura que no pierdan de vista que “la naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres”. Y son las leyes en una sociedad las que pretenden corregir esta imperfección conceptual del liberalismo.
Un verdadero revolucionario
Bolívar advirtió sobre el mal que sufre nuestro sistema político actual, dos siglos antes. “Teorías abstractas son las que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada”. El ‘Libertador’ dedicó una gran parte de sus palabras ante el Congreso de Angostura en enumerar las repúblicas caídas de la historia en búsqueda de la democracia absoluta. Desde Atenas a Roma, Venecia y hasta Gran Bretaña… todas repúblicas que sucumbieron ante el despotismo. Como remedio, Bolívar recetó moderación a los congresistas. “Hagamos que la fuerza pública se contenga en los límites que la razón y el interés prescriben; que la voluntad nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala”.
Es decir, que el gobierno actúe en función de la razón y los intereses de la sociedad que gobierna y que nuestras sociedades entiendan los límites de un gobierno. “No es probable conseguir lo que no ha logrado el género humano, lo que no han alcanzado las más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la democracia absoluta, son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas”.
Del Discurso de Angostura debemos rescatar el llamado a la moderación en nuestras ambiciones políticas. Debemos recordar que el deber del gobierno es producir la mayor suma de felicidad y no la felicidad absoluta, la mayor suma de seguridad y no la seguridad absoluta, y la mayor suma de estabilidad, no una garantía total. No adjudiquemos al gobierno y su administración ningún poder que solo es de Dios.
Bolívar, siempre económico en sus palabras, lo simplificó de esta manera: “La felicidad consiste en la práctica de la virtud [es decir, de hacer el bien]. El imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos [la ley natural es absoluta], porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyes”.
Libertad y virtud
El genio de Bolívar es evidente en su destreza para simplificar algo tan abstracto y complejo de definir como la libertad. Del Discurso de Angostura debemos aprender que “el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”. La libertad del individuo está intrínsecamente atada a la libertad del cuerpo social en su totalidad. Un cuerpo social que es imaginado por el poder constituido como conformado en condición de igualdad. Una igualdad ficticia. Las leyes pretenden construir esa igualdad ficticia, que solo existe en el imaginario social. Una igualdad ficticia que solo será viable temporalmente y solo si se cumplen las leyes prescritas.
Es por eso que Bolívar le advierte a los congresistas en Angostura que la libertad, como dice también Rousseau, “es un alimento suculento, pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que robustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad”. Es una advertencia considerada. La libertad solo puede ser alcanzada producto de la vida virtuosa. Y la virtud está temporalmente determinada por las leyes de una sociedad. Bolívar siempre entendió que “más cuesta mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso de la tiranía”.
Porque la libertad del individuo solo existe en equilibrio con la libertad de la sociedad en su totalidad y, por lo tanto, la virtud es necesaria para ser libre. No por ninguna pretensión intelectual elitista o subordinación al poder establecido, sino por el mero hecho de que cumplir las leyes que están diseñadas para mantener el artificio de la igualdad política, es la única manera de poder ejercer la libertad individual.
Conclusión
A pesar de su prosa, y a pesar de la memoria romantizada del ‘Libertador’, sus palabras ante el Congreso de Angostura tenían sus raíces bien establecidas en la realidad humana.
Bolívar defiende el modelo de democracia republicana para garantizar la felicidad, seguridad y estabilidad de los individuos, pero también recuerda que los individuos debemos ser moderados en nuestro afán por ser libres.
La libertad solo se alcanza con virtud y nunca es absoluta. Ya que ni el individuo es capaz de semejante nivel de virtud ni es el gobierno suficientemente capaz de generar una sociedad de igualdad artificial total como para poder gozar de libertad.
Existe una humildad venerable en el pensamiento de Bolívar. Sinceramente instó a los congresistas a entender la naturaleza del ejercicio político de constituir una sociedad. Un ejercicio tan crudo y humano. El ejercicio de pretender construir una nación en donde la libertad individual y la igualdad social estén garantizadas y en equilibrio. Y es precisamente esa la lección inherente a las palabras de Bolívar. Nunca debemos perder la noción de los límites del humano como animal en el mundo natural. La política, la ideología, el gobierno, nada puede sustituir a Dios ni al orden natural. La mortalidad y las limitaciones del hombre deben compeler al Estado, tanto como al individuo, a vivir de manera virtuosa.
El Discurso de Angostura hoy puede ser leído como una crítica honesta al liberalismo y una interpretación posmoderna de sus virtudes, que permanecen vigentes.
La democracia republicana sigue siendo el mejor modelo de gobierno para mantener el equilibrio de los poderes dentro de una sociedad. La sabiduría de moderar las ambiciones políticas en una sociedad se mantiene vigente 200 años después, al igual que el dogma que equipara la libertad con la virtud. Lo que nunca se debe de olvidar es que estas consideraciones solo son aplicables a una sociedad una vez adherida a la libertad.
Ante el yugo de la tiranía, el objetivo absoluto es romper las cadenas, a toda costa. Ante la amenaza de la tiranía en la región, debemos recordar al ‘Libertador’: “Compatriotas, las armas os darán la independencia, las leyes os darán la libertad”.
La Sociedad Bolivariana de Panamá dedicó este miércoles su sesión del mes de febrero a conmemorar el Discurso de Angostura.
Fue orador el politólogo e internacionalista Luis Eduardo Martínez. La cita fue en el Museo de la Plaza Mayor, Panamá la Vieja, 6:00 p.m.