Lugar en la historia
Al margen de las opiniones encontradas, que a estas alturas son inútiles porque los verdaderos juicios los hará el tiempo histórico no twitter ni las redes sociales, Juan Guaidó ya ocupa un lugar en la historia de Venezuela. Presidente de la resistencia ante la tiranía más despiadada y ruinosa de la historia de Las Américas, Guaidó y su equipo lograron lo impensable con el reconocimiento a su mandato de las naciones más importantes de la civilización y el resquebrajamiento del chavismo frente al mundo.
Se dice fácil, pero no lo es. Mucha diplomacia, estrategia y determinación se necesitaron para alcanzar esa efímera victoria política.
Pero victoria, al fin y al cabo.
Entre tiranuelos y censores
Aunque la balanza histórica no fue positiva (no se alcanzó el objetivo de hacer cesar la usurpación criminal chavista), en términos personalísimos nadie puede negar que el expresidente dio lo mejor de sí para derrocar a la dictadura. No la tuvo fácil tampoco, entre los tiranuelos chavistas y la censura y envidia opositora, era complejo transitar. Pero lo hizo. Destaca especialmente que siempre dio la cara y entre las innumerables dificultades nunca dejó de enfrentar a los tiranos, no huyó.
El expresidente Guaidó desde el poder tuvo el arrojo que sus predecesores no tuvieron, tuvo la audacia de burlar a los tiranos, tuvo la firmeza que la oposición no tuvo.
¿Qué falló?
La rebelión definitiva
A Guaidó le faltó una sola cosa, que él sabía que se necesitaba, que era urgente, que sin ella sería imposible derrocar a los tiranos: organizar en las bases populares la rebelión popular nacional que ocupase lo que le pertenece: los poderes públicos usurpados. Claro, alrededor suyo no hay un solo liderazgo que siquiera entienda de qué se trata semejante desafío, pero el expresidente sí que lo entendía. Sus orígenes como activista y su desarrollo como político siempre fueron como un rebelde, faltó que la rebelión fuera total.
Sin embargo, la verdadera y última rebeldía liberadora es la popular, la nacional. Nunca se tuvo mejor oportunidad para lograrlo, toda la comunidad internacional nos apoyaba.
¿Por qué no se hizo?
La oportunidad de servir y luchar
La lucha por la libertad de Venezuela sigue, será tarea de historiadores y académicos hacer un juicio de valor sobre lo ocurrido con el gobierno interino. En mi caso, personalísimo, al margen de la entrañable amistad que me une al expresidente, la admiración por su capacidad de servir y de luchar, de no rendirse, crecieron. No sacaré cuentas ni haré relato de errores, que los hubo, en este momento, prefiero apuntar que sé que el expresidente seguirá luchando y que seguramente tendrá muchas otras oportunidades de seguir sirviendo a Venezuela en el futuro.
Su experiencia y entrega deben ponerse al servicio de liderazgos emergentes, como el de María Corina, para que sepan qué hacer y que no para lograr el objetivo.
Sé que lo hará.
El aliento de la libertad
Son cuatro las fases fundamentales para llevar a Venezuela hacia el lugar de libertad, bienestar y prosperidad anhelados. Estas son: primero, liberarnos de la tiranía; segundo, transición militar a la democracia; tercero, democratización del país; y la última, lograr el desarrollo integral del país que soñamos. En todas esas fases, Juan Guaidó siempre tendrá algo que aportar y ofrecer. Su corto tránsito como presidente de Venezuela le han permitido a él y a su inteligente y aguerrida esposa, Fabiana Rosales, conocer las soterradas taras del poder venezolano. Su experiencia debe seguir al servicio de la libertad.
Saludo al expresidente Juan Guaidó, le confirmo mi amistad, pero sobre todo mi agradecimiento como venezolano. Hay que seguir luchando mientras el aliento empañe un vidrio.
Esto no se ha acabado, lo lograremos.
Seguimos…