La muerte de Tennessee Williams: excremento de perro, soledad y la tapa de un frasco atascada en su garganta

La muerte de Tennessee Williams: excremento de perro, soledad y la tapa de un frasco atascada en su garganta

Hace 40 años Tennessee Williams, el célebre dramaturgo, era encontrado muerto en su habitación de hotel en Nueva York. La causa del deceso fue que se atragantó con la tapa de un frasco de barbitúricos (Photo by Derek Hudson/Getty Images)

 

Hace 40 años moría el dramaturgo norteamericano Tennessee Williams. Lo encontraron tirado en la habitación de su lujoso hotel. Alrededor había botellas vacías, frascos de medicamentos y suciedad. El éxito temprano. Los primeros fracasos y la muerte de su pareja que lo sumieron en la oscuridad. Y una caída lenta y triste de más de dos décadas

El alcohol y las drogas. Siempre ellos. Y la historia familiar, su hermana Rose enferma desde siempre, la relación conflictiva y simbiótica con la madre, el rechazo del padre. Y la homosexualidad. Y sus frustraciones artísticas: una cima que se conquista tempranamente y después el rechazo de la crítica (y a veces el del público), el temor de yo no volver a ser el mismo, la catástrofe del éxito. Sus fantasmas y sus tormentas íntimas. Tennessee Williams, sin embargo, consideraba que “para ser un hombre que se ha visto a menudo al borde de la destrucción, he gozado de una vida singularmente afortunada”. Y una muerte terrible y absurda, aunque poco sorpresiva.





Por Infobae

La mañana del 25 de febrero de 1983, cuarenta años atrás, nadie atendió a la puerta de la suite Sunset. Los empleados del hotel no se preocuparon demasiado. Su huésped hacía 15 años que vivía ahí. Y sabían que sus días malos eran muy malos y podía estar varias jornadas sin salir de la habitación. Pero ese día algunos indicios los hicieron sospechar. En sus últimos apariciones lo habían visto muy desmejorado, hacía tiempo que no bajaba a pasear a su perro y, principalmente, no lo escuchaban teclear en su máquina de escribir (alguna vez un vecino llamó a las 5 de la mañana a la recepción del hotel quejándose porque en la habitación de al lado hacía cuatro horas que le daban a las teclas sin parar: el conserje le dijo que el hotel podía cambiarlo a él de habitación pero que no podían pedirle a Tennessee que dejara de escribir). Cuando ingresaron el panorama era peor que el imaginado. Excremento de perros, botellas vacías y hasta rotas por todas lados, ropa sucia amontonada, decenas de frascos de píldoras vacíos, muchas hojas hechas un bollo contra la pared merodeando el tacho de basura. Y Tennessee tirado en el piso. Muerto hacía ya muchas horas. Todos supusieron que se había tratado de un ataque cardíaco. Era lo más normal dado su deterioro. Pero la autopsia reveló una sorpresa. Había muerto asfixiado: la tapa de un frasco de medicamentos había quedado atascada en su garganta.

Rose, hermana de Tennessee

 

Tennesse Williams nació en 1911, en el Sur de Estados Unidos, como Thomas Lainer Williams. Se cambió el nombre luego como un homenaje a la tierra en la que nació. Escribió desde muy joven. En su infancia una enfermedad lo postró durante casi un año. Allí se entretuvo leyendo y escribiendo a máquina todo tipo de textos que su madre le celebraba. Ya más grande recibió el rechazo de su padre. No podía asumir su homosexualidad y tampoco que escribiera, quería que trabajara en la misma fábrica de zapatos en que lo hacía él, hasta llegó a obligarlo a dejar la universidad para que entrara unos meses en la fábrica. La gran preocupación de Tennessee era su hermana Rose con problemas mentales desde muy chica. La cuidó siempre. Le hicieron lobotomías y electroshocks. Apenas ganó buen dinero la internó en la mejor institución que encontró. Durante todo la vida destinó buena parte de sus derechos de autor al cuidado de Rose (fue una de las nombradas herederas en su testamento: cuando ella murió en 1996 tenía un patrimonio de más de 7 millones de dólares).

Después de estudiar periodismo en la universidad fue a Nueva York a intentar triunfar en el teatro. Trabajó, como tantos otros, atendiendo bares, limpiando pisos, de sereno en hoteles y depósitos. A los 34 años tuvo un debut estelar. El Zoo de Cristal se convirtió en un suceso. Su nombre pasó a ser reconocido en muy poco tiempo. De ser ignorado y de no tener demasiado porvenir se transformó en una celebridad y dejó de tener problemas de dinero.

Con el éxito en Broadway muchas de sus obras fueron llevadas al cine. Sin duda, la adaptación de mayor relevancia y repercusión fue Un Tranvía Llamado Deseo con la consagración definitiva de Marlon Brando, con él en la fotografía

 

Poco después llegó la consagración absoluta con Un Tranvía Llamado Deseo. A partir de ese momento se transformó (tal vez junto a Arthur Miller) en el dramaturgo más importante de su tiempo. Más de una década de triunfos de crítica y de público en la que las obras maestras no dejaban de fluir. Verano y HumoLa Gata sobre el Tejado de Zinc CalienteDulce Pájaro de JuventudLa Noche de la Iguana y muchas otras. Llegaron también las múltiples adaptaciones cinematográficas y todos los premios posibles.

Pero a partir del inicio de la década del sesenta su trabajo fue rechazado por los especialistas y el público no lo acompañó. Fueron más de veinte años de fracasos que él vivía, cada uno, como una muerte. Su última obra, estrenada en 1982, sólo estuvo en cartel durante 40 representaciones. Hacía mucho que ya no era el rey de Broadway.

Vivió en estado de desmoronamiento físico y mental durante esos veinte años. Dos décadas en las que sus momentos lúcidos le permitieron concebir varios clásicos de la dramaturgia del siglo veinte, escribir unas memorias exentas de autoindulgencia y ácidas y protagonizar anécdotas en las que su ingenio y su encanto se imponían.

 

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