La Organización Internacional del Trabajo prácticamente obligó una discusión que debió arrojar resultados en febrero. Motivada por los empresarios preocupados a los que se les sumaron las centrales sindicales, las federaciones. El régimen de Nicolás Maduro sale muy mal parado por su desatención en todos los convenios de la OIT que están cuestionados. En diciembre los profesores universitarios interpusimos otras dos quejas por libertad sindical y por discusión de contratos colectivos. ¿Que puede esperarse de unos seres que han sido maulas, como son, hasta con la Organización de Naciones Unidas? Les cuesta pagar. Cobrando son excelentes.
Ahora bien, ¿por qué no cumple el régimen con los trabajadores? Surgen varias especies políticas a la par de economicas, básicamente. La primera de ellas es la sujeción mezclada con la resignación. Los bonos, políticamente marcados: “bono de guerra económica”, las bolsas de comida esparcidas con sus respectivos intereses pecuniarios, además de la regalía que implica entre los seguidores que les quedan y que se quedan con dinero y mercancía.
Otra de las razones por las que no responden fehacientemente a los trabajadores es la que da cuenta de que los sueldos, las nóminas, no generan mascadas, ni sirven para lavado de dinero. No son “negocio” para quienes tienen este inmenso despilfarro, este mal “administrar” la nación. Por otro lado, existen más sólidas razones: el desprecio por el trabajo y por el trabajador genera un aumento significativo de desplazados por el mundo. Una amenaza concretada día a día a todo el orbe. Esta va unida al hecho de que ante las sanciones, el régimen del terror coloca el hambre y la depauperación venezolana, para producir lástima ante organismos internacionales. Los trabajadores humillados, desasistidos, en absoluta indefensión, somos el escudo antisanciones que el régimen exhibe como trofeo mal habido.
Finalmente, los trabajadores, terminamos financiando, como he dicho en distintos escenarios, el horror de este régimen con nuestros conocimientos y nuestra labor. Al no pagar lo justo, se ahorran unos muy buenos churupos que invierten en pintarrajear, en este querer hacer ver que Venezuela se arregló, novela para lerdos. La postergación del impago es caudal para su derroche, para su escandalosa corrupción. Explotación manifiesta, esclavitud moderna. Así, estos sátrapas exponen un “milagro” económico fundado en el impago de los compromisos del Estado con los trabajadores. Hasta se roban el capital de gremios, sindicatos y cajas de ahorro por más de un año, para anular así la libertad de asociación, la sindicación. ¿Un país arruinado por la improductividad de que vive, de remesas, de impuestos en constante aumento a sus ciudadanos, a las empresas?
Ante esto queda continuar la lucha por todos los medios, todas las redes, en las calles, nacional e internacionalmente. Ingenuo quien piense que existe alguna intención de resolver el agudo problema laboral generalizado y provocado en Venezuela. La muestra más palmaria de esto es el silencio de todos los funcionarios al respecto, la ley de sustitución de maestros y profesores, la burda engañifa de que no son ellos los causantes ni los responsables de este desastre superlativo. La lucha seguirá hasta el fin del propio régimen. Antes no podrá terminar.