En la vida de Nicolás Petro Burgos, hijo mayor del presidente Gustavo Petro, y envuelto hoy en un escándalo que lo relaciona con narcos, figuran dos nacimientos. El primero se dio el primero de junio de 1986, cuando llegó al mundo, en una clínica de Ciénaga de Oro, Córdoba, municipio del que es originaria su madre, Katia Burgos, en ese entonces novia del hoy presidente de la república.
Por Semana
A pesar de que era su primer hijo, Gustavo Petro no se presentó ese día a la clínica. Pero no porque hubiera llegado tarde a la trascendental cita, sino por un motivo de fuerza mayor: estaba detenido por su actividad con el M-19.
“Mi experiencia paternal inicial fue lamentable, porque el día en el que supe que mi novia estaba embarazada, iba camino a la tortura. No volví a saber nada del bebé hasta que ella lo tuvo y me lo llevó en brazos a la cárcel”, reconoció el hoy mandatario en una entrevista con Revista Bocas. Con su padre preso y posteriormente en la clandestinidad, la infancia de Nicolás Petro Burgos pasó de la mano de su mamá, de su abuela doña Clara Nubia Urrego y de su tío Juan Fernando Petro.
Nicolás fue el único de los cinco hijos de sangre del presidente Petro que no vivió formalmente con él. Sin embargo, sí fue el único que le heredó la vena política. Desde muy joven buscó abrirse paso en la política. En 2011, cuando Gustavo Petro se lanzó a la Alcaldía de Bogotá, Nicolás, quien tenía 26 años y se había graduado como abogado, se abrió caminó a la capital para ayudar a recoger las 130.000 firmas para inscribir la candidatura de su padre por el Movimiento Progresistas y le hizo campaña con el ala juvenil de la colectividad.
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