Las autoridades filipinas temen que el vertido tóxico, que ya ha llegado varias islas del centro del archipiélago tras el hundimiento de un carguero el pasado martes, pueda afectar a la isla de Boracay, el destino turístico más importante del país.
“Si el vertido de aceite llega a Boracay, las consecuencias serían imprevisibles para la isla. Nadie sabe cuánto tiempo tardaría en recuperarse el turismo allí”, explica a EFE un empleado de la oficina regional de Visayas del Ministerio de Turismo filipino (DOT, por sus siglas en inglés) que prefiere mantenerse anónimo.
El vertido, que escapa de un carguero que zozobró el pasado martes con 800.000 litros de aceite industrial, alcanzó este fin de semana una de las islas de Caluya, en la provincia de Antique, a tan solo 18 millas náuticas (unos 33 kilómetros) de Boracay, una isla repleta de playas de fina arena blanca que atrae cada año cientos de miles de turistas.
Hasta el momento, el vertido, que alcanza ya unos 25 kilómetros de longitud, y entre 300 y 500 metros de ancho, no ha alcanzado la isla de Boracay, según informaron los guardacostas de Filipinas este lunes, pero la cercanía de las islas vecinas manchadas por el aceite ha disparado los temores.
Por su parte, el Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de Filipinas, que estudia estos días las áreas marinas de alto valor medioambiental impactadas por el vertido, estima que unas 20.000 hectáreas de arrecife de coral y unas 9.000 de manglares se han visto ya afectadas.
En el informe, el instituto marino detalla que el vertido se está moviendo hacia el sur, y ya ha alcanzado la parte septentrional de Palawan, otro archipiélago de gran riqueza medioambiental y conocido por sus destinos turísticos, entre los que destaca la localidad de El Nido.
El Gobierno filipino sopesa pedir ayuda a las autoridades japonesas para contener el vertido, según informó el sábado la agencia estatal de noticias.
El buque MT Princess, un carguero con bandera filipina y construido el 2022, zozobró el martes tras romperse el motor y navegar a la deriva a raíz del fuerte oleaje que azotó la costa de Romblón, cuando se dirigía al puerto de Iloilo desde Bataan.
Los guardacostas todavía tratan de encontrar el carguero hundido, con el objetivo de intentar cerrar las fugas de aceite y diésel, aunque se cree que yace a 400 metros de profundidad, lo que dificultaría la operación de sellado. EFE