La madre de Valerie Torres ha tratado de protegerla de lo peor de la prolongada crisis de Venezuela: las protestas mortales, los enfermos que ruegan por ayuda, los niños desnutridos con costillas protuberantes. En la escuela, sus maestros ni siquiera abordan el tema.
Por: The San Diego Union-Tribune
Pero justo antes de cumplir 10 años este mes, la niña es perspicaz más allá de su edad. Sabe que su compañero de cuarto grado le mintió a su maestro al decirle que olvidó un libro en casa cuando en realidad todavía ahorraba para comprarlo; que vecinos, amigos y hasta su abuela han huido del país en busca de una vida mejor; que su madre trae a casa menos comestibles.
“La inflación está horrible. Un caramelo está a 3 bolívares. ¡Un caramelo!”, manifestó Valerie con incredulidad, recordando cuando solía costar medio bolívar, la moneda oficial de Venezuela que carece de valor y ha sido reemplazada de facto por el dólar estadounidense. “Y antes un dólar estaba como a 5 o 7 bolívares. Ahora está a 23. Ya no puedo comprar nada”.
Valerie forma parte de una generación de niños venezolanos que sólo conocen un país en crisis, cuyas vidas hasta ahora han transcurrido en medio de penurias y bajo el gobierno de un solo presidente, Nicolás Maduro, quien tomó las riendas hace una década el domingo cuando su mentor, Hugo Chávez, murió de cáncer.
La sucesión coincidió con una fuerte caída en el precio del petróleo, el recurso que impulsaba la economía del país y financiaba los programas sociales bajo Chávez. Eso, sumado a la mala gestión del gobierno bajo ambos presidentes, hundió a la nación sudamericana en la crisis actual.
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