Creo que ningún acontecimiento ha sido más conclusivo para establecer la estafa que resultó la presunta heroícidad histórica del “comandante eterno”, Hugo Chávez, como la conmemoración de los 10 años de su muerte, ni habrá otro suceso que demuestre el fracaso y el descenso en caída libre del “Socialismo del Siglo XXI” y el “Foro de Sao Paulo” como la escasa asistencia que veía de reojo y casi bostezando a los deslucidos invitados internacionales que vinieron al velorio.
Y es que a diferencia de las multitudes que según los medios nacionales e internacionales se dieron cita en Caracas aquel 5 de marzo del 2013 para despedir a uno de los “grandes líderes del siglo XXI” (unos tres millones de dolientes en la opinión de CNN Internacional), la capital de Venezuela, y en general la extensión territorial del país, no percibieron más de 5 mil personas en las calles y en actos oficiales que, todos sabemos, se prestan a tomas cerradas de camarógrafos, o videos improvisados en las redes sociales ideales para darle curso al mecanismo que ahora se conocen como “postverdad”.
Pero ni los recientes presidentes electos en la región que se preciaron en sus compañas de tener al “comandante eterno” como su “suprema inspiración”, digamos personajes como Gustavo Petro de Colombia, Gabriel Boric de Chile y Xiomara Castro de Honduras, portaron ni por casualidad en la “nueva Jersusalem” y en cuanto a los viejos, a los férreos aliados que lo acompañaron en la aventura de restaurar el socialismo soviético en América Latina, gente del tipo Lula Da Silva de Brasil, Cristina Kirchner de Argentina y José Mujica de Uruguay, esos saludaron la conmemoración con un “si te he visto no me acuerdo”.
Pero si asistieron el presidente de Bolivia, Luis Arce y su cerebro tras el trono, Evo Morales, Raúl Castro en representación del presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua y un grupo innominado de jefes de países de Caricom que, no solo le fueron utilísimos a Chávez con sus votos para derrotar a sus enemigos “democráticamente” en la OEA, sino a Maduro cada vez que se le hace necesario pavonear de que es un “jefe de estado” con aliados y lacayos firmes y en continúa revulsión.
En otras palabras que, solo “los duros” del “Foro de Sao Paulo” y el “Socialismo del Siglo XXI”, los dictadorzuelos sin empacho de violar los Derechos Humanos y las Constituciones de sus países, socios en el crecimiento exponencial del narcotráfico en Sudamérica, aliados de Rusia en la guerra contra Ucranía y que la han prestado a Maduro todas las ayudas necesarias para escapar de las “sanciones” que le ha aplicado la comunidad internacional al acusarlo de “genocida” y “culpable de crímenes de Lesa Humanidad”, estaban ahí y a la espera del: “Comandante en Jefe Ordene”.
Que no deben confundirse con los representantes de otras versiones del “socialismo” que han florecido en el subcontinente en los últimos tres años, como pueden ser el presidente Petro de Colombia, Gabriel Boric de Chile y quizá hasta el posible sustituto de la presidenta de Perú, Dina Boluarte, de los cuales, y en conjunto, no se puede decir que vienen con una ruptura con el castrochavismo, el imperialismo yanqui, el capitalismo y la democracia, sino más bien dejándo espacios en la estructura económica, política y social de los países que gobiernan o desgobiernan, por lo cual, ya puede ya hablarse en Latinoamérica del asomo de un sistema ambiguo donde “socialistas y capitalistas”, “autoritarios” y “demócratas” puedan darse la mano.
Ya de la Colombia de Petro, del Boric de Chile y quien sabe si muy pronto del Brasil de Lula Da Silva, empieza a hablarse de este híbrido que algunos asocian al “Globalismo” o al “Capitalismo Woke”, corrientes que tienen como afinque el “Nuevo Orden Mundial” y el “Foro de Davos” que comandan Klaus Schaub y George Soros.
En cuanto “al woke y woke-washing”, se trata más bien de un movimiento político y social que económico y que busca, sobre todo, darle señal identitaria a minorías raciales, culturales, sexuales, laborales, no asociadas a las ideologías tradicionales de capitalismo, socialismo o liberalismo y más propensa a promover la ideologia de centro donde todas los movimientos económicos, políticos y sociales puedan convivir.
El término “capitalismo woke” lo usó por primera vez en 2010 el político inglés Ross Douthat y después ha encontrado hábiles comentaristas en Akane Kanai y Rosalind Gill, las cuales lo prescriben como el sistema apropiado para las nuevas generaciones.
¿Ha calado el “capitalismo woke” como caló el “globalismo” entre la flora y la fauna socialista de América Latina, y tienen agentes y patrocinantes como Juan Manuel Santos y Gustavo Petro?
No tenemos señales, pero sería otro golpe para el “socialismo tradicional, para el castrochavista y stalinista, para el “Foro Sao Paulo”, el “Socialismo del Siglo XXI” y Chávez, cuya segunda muerte acabamos de ver desfilar en Caracas.