“Lo he perdido todo”, se lamenta Fisber García, con el agua hasta las rodillas. Su tienda de confecciones, totalmente inundada desde anoche, es una de las afectadas por las lluvias provocadas por el ciclón Yaku en Lima, que ha mostrado una vez más la poca prevención de las autoridades antes este tipo de fenómenos, escasos pero advertidos en la desértica capital de Perú.
La noche del martes llegaron a viviendas, tiendas y carreteras de diversos puntos de la provincia de Lima corrientes de agua, lodo y piedras, fruto de las precipitaciones que el país esperaba desde hace días y que no fueron tan intensas como se preveía.
El distrito limeño de Chaclacayo, a las afueras de la capital y rodeado de cerros, está regado por enormes charcos como una especie de pista.
Aunque hasta el momento los efectos no han sido tan trágicos como se esperaban y con el negro recuerdo del fenómeno de El Niño en 2017, los vecinos muestran rabia y resignación por la ausencia de las autoridades tras los daños y su poca planificación frente a un ciclón del que alertaron los expertos hace semanas.
“Trabajo con confección y máquinas de coser, y todas mis herramientas, mis trabajos, todo se acaban de perder y lo peor es que la municipalidad no ha venido a ayudarnos con nada”, relata Fisber a EFE con ojos llorosos.
Explica que, más que las lluvias, fue el fuerte caudal el que entró por la puerta desde la carretera, algo que no había pasado nunca en los cinco años que tiene su tienda, hoy inservible y llena de telas.
“Pensábamos que el municipio iba a venir apoyarnos pero hasta ahora nada, con nuestros propios medios con los vecinos intentando solucionar algo”, dice resignado.
Compartía una rudimentaria bomba de agua prestada por un amigo agricultor con Margarita, dueña de una pequeña cevichería a unos pasos, que lamentablemente coincide con su vecino al señalar que lo ha perdido todo.
Cebollas moradas que se utilizan para el plato peruano por excelencia flotaban en el agua marrón, mientras su dueña buscaba con agotamiento la forma de sacar el agua de su restaurante.
“Necesitamos una ayuda, pero desde de ayer no ha aparecido nadie”, indica al explicar que la corriente de agua llegó de repente y arrasó con todos los electrodomésticos de su negocio.
AYUDA VECINAL
Mientras una decena de vecinos barría una de las la calles inundadas, dos niños pequeños miraban perplejos el panorama, un plan que les acompañará todo el día porque las clases se han suspendido para la jornada en la provincia de Lima.
En una comunidad cercana, Olinda explica que el agua no llegó a entrar a su pequeña bodega porque pusieron sacos de arena, y que esta noche junto con los vecinos han estado despiertos para evitar que pasara la corriente.
“Preparé algo caliente para todos y estuvimos limpiado nosotros. Pero no llegó nadie más a ayudarnos, no ha venido la municipalidad, no hemos tenido apoyo de nadie, ni si quieran nos han dado plásticos o protecciones cuando se sabía que podían reventarse tres quebradas”, señala.
Las construcciones que tanto en Lima como en el resto del país se han visto más afectadas son las que están hechas cerca de las cuencas y en los cerros, especialmente las informales.
La casas más cercanas a la pared del cerro de la zona acomodada de El Cuadro sufrieron también las consecuencias del fuerte corriente de agua y piedras que arrasó con piscinas, camas elásticas y casitas de perro y que ha entrado a salones y habitaciones.
Y si en Lima el tráfico es en ocasiones infernal, la caída de rocas en vías tan concurridas como la Carretera Central ha provocado que cientos de personas desistieran en el intento de coger un autobús y se pusieron a caminar durante kilómetros hasta llegar al trabajo sorteando charcos y fango.
Los vecinos han pasado parte de la jornada fijándose el suelo para evitar mojarse, pero sobre todo mirando al cielo, que empieza a oscurecerse de nuevo.
EFE