La caída del Silicon Valley Bank la semana pasada tiene algunas semejanzas y otras tantas diferencias con la caída del Banco Latino en 1994, vale la pena compararlos.
En el ámbito externo tienen cierta analogía. En ambos casos, el entorno macroeconómico y la situación de la política monetaria estaban en situación de crisis, aunque guardando las distancias en cuanto a su profundidad. Lo fundamental de la similitud radica en que tanto el uno como el otro enfrentaban un entorno de significativo crecimiento de las tasas de interés.
En el caso del Silicon Valley Bank, el aumento de las tasas de interés por el Federal Reserve Bank, de casi cero hace un año, a 4,75% afectó negativamente el valor de los bonos emitidos por el SBV y encareció el costo de operación al punto de causarle una pérdida de más de 1.800 billones de dólares. Ante este panorama, la gerencia intentó conseguir, desesperadamente, nuevos inversionistas para capitalizarse por 2,25 billones de dólares. Al tener conocimiento de la situación -con ayuda de Twitter-, los depositantes entraron en pánico retirando sus depósitos, gracias a la velocidad de la moderna tecnología, sacaron en un solo día 40 mil millones de dólares antes de que las autoridades intervinieran cerrando el banco.
En el caso del Banco Latino, en un entorno de liberación de las tasas de intereses promovida en su momento por Pedro Tinoco, como presidente del BCV, el banco se convirtió en el adalid de las tasas altas para los depositantes, ofreciendo tasas de interés un 20% superior a las tasas medias del mercado. El creciente costo del financiamiento afectó al banco, dada su deficiente administración. Igualmente perjudicó a sus clientes, quienes no podían cancelar sus créditos. Finalmente con una cartera, cada vez mayor, incobrable, y gran parte de los activos inmovilizados, se produjo la desconfianza del público que condujo a la corrida bancaria que lo llevó a la intervención.
En cuanto a las diferencias, en el caso del Silicon Valley Bank, hasta ahora, no han aparecido noticias sobre una administración dolosa, solo se menciona su mal manejo del riesgo (risk management). Mientras que en el Latino, fue todo lo contrario. Su Directiva usó los fondos de los depositantes, fundamentalmente, para hacer inversiones en áreas financieras y no financieras de alto riesgo, con retornos de largo plazo, fuera de la actividad bancaria y en beneficio del círculo de relacionados a su alto mando.
En el campo inmobiliario invirtieron originalmente en el CCCT (Centro Comercial Ciudad Tamanaco), promovido por el Ingeniero Siro Febres Cordero, Director Principal del Latino, posteriormente en el Hotel Mare Mare en Puerto la Cruz y el Morichal Largo en Maturín, entre otros. Poseía también, Latimer Inversiones e Inversiones Inmobiliarias Latimer. En el área agrícola fue muy comentada su inversión en la Agropecuaria La Castellana, igualmente por socios del grupo. Habían invertido en el 10% de las Acciones de la Electricidad de Caracas, en Televen, televisora con apenas una estación con una audiencia menor al 3% del mercado. Prestaron prodigiosamente a los miembros de los partidos políticos, sin esperanza de devolución. El partido Copei admitió, después de la intervención, que le debía al Latino 350 millones de bolívares, de vieja data. Simultáneamente invierten en la adquisición de otras empresas financieras. Adquirieron el 10% del Banco de Occidente, en el Táchira. El 40% del Banco de Maracaibo, sexto banco del país. El Banco Hipotecario del Zulia, el segundo más grande. Sociedad Financiera Maracaibo, la undécima. El 60% del Grupo Cordillera, incluyendo el Banco Barinas, Sociedad Financiera Cordillera y Arrendadora Cordillera. También participa en Sofitasa, Táchira, adquirió el 20% del Banco Capital de Barquisimeto al Grupo Latinoamericana. En el exterior compraron el Banco Latinoamericano en Miami, el Banco Latino N.V en Curazao, el InterUnion Bank en asociación con el NMB Postbank de Curazao y el Banco Latino de Colombia en Bogotá..
El analista Bernard Roosen describe así la política del banco:
“Los banqueros-industriales venezolanos, banqueros hoteleros, banqueros-agricultores, sucesivamente, se vieron involucrados en un patrón de excesivos riesgos en las empresas que ahora controlaban. El [moral Hazard] el riesgo moral de dicho patrón de asociaciones es que la certeza de una [bailout) rescate, así como la falta de respeto por el sistema legal, llevaron a tomar riesgos como aceptables, que en cualquier otra circunstancias hubieran sido evitados. Los banqueros venezolanos se convirtieron en ávidos buscadores de dinero fresco para invertir en cualquier tipo de negocio”.
Como consecuencia de esta política el Banco Latino estaba crónicamente descapitalizado, por debajo del 20 a 1 que debía mantener entre depósitos y patrimonio. Esta política de actuar como holding económico, con inversiones ilíquidas y de alto riesgo, en función de los intereses de su grupo directivo unido a una total desconsideración por las leyes y los principios elementales de honestidad y trasparencia hacia sus depositantes, los condujo, inevitablemente, a la quiebra.
Master en Finanzas Universidad de Illinois