La pandemia demoró dos años el mayor evento del béisbol para ofrecernos en este 2023 la que pudo ser la mejor edición de un Clásico Mundial. Para algunos románticos de este deporte, quizás las primeras celebraciones de este torneo, con ya jugadores electos al Salón de la Fama, quedarán para la historia, pero actualmente la competición tiene una cara fresca. La adición de cuatro equipos propició un calendario emocionante con muchas sorpresas, aunque el formato sigue siendo algo que no se ajusta del todo y que puede dejar un sin sabor para los fanáticos más empedernidos.
Atrás quedó el campeonato de Estados Unidos hace seis años, o la hazaña caribeña de República Dominicana. Sin embargo, el conjunto nipón volvió a relucir sus estrellas, no se amilanó ante el “Dream Team” y revalidó porqué tiene tres títulos en la historia. La Patilla recopiló lo mejor y lo peor de este Clásico Mundial de Béisbol que, sin lugar a dudas, superó cualquier expectativa.
Por: Luis Eduardo Martínez | La Patilla
No es tarea sencilla evitar las comparaciones y tratar de hallar similitudes con el Mundial de Fútbol. El Clásico Mundial de Béisbol sigue siendo un torneo revolucionario que intenta tener una identidad más allá de las normativas estipuladas por la MLB, pero es difícil que lo consiga cuando las figuras que integran cada selección son una ficha de cambio con alto valor monetario de los equipos de las Grandes Ligas, y en esta edición no fue la excepción.
Con el fin de tener un calendario óptimo, rápido y diligente, el formato del torneo se ha modificado incontables veces y en ocasiones no resulta justo para algunas selecciones. Colocar el desarrollo de grupos en varios países, agrupar equipos por “posición geográfica” -inentendible que Venezuela compartiera grupo con Israel y no con Colombia, o Cuba jugando en Asia- son solo algunos de los factores que todavía no terminan de encajar. Quizás lo que necesita un verdadero Clásico Mundial es jugarse en sede única y con los 20 equipos siendo sorteados al azar -y sí, caemos de nuevo en compararlo con un Mundial de Fútbol-, aunque tal vez de esa manera, los ocho mejores, sí resulten ser los más aguerridos.
La consolidación del Clásico Mundial
Que Estados Unidos haya ganado el título hace seis años, tal vez consolidó la competición en el país que más ama este deporte. En años anteriores, a pesar de que la nación norteamericana disponía de la mayoría de las sedes los estadios no se llenaban, incluso cuando jugaba la selección de barras y estrellas.
Este año, la experiencia fue otra. Los juegos en Asia resultaron como siempre, todos a reventar sin importar quienes se enfrentaran, pero en Phoenix y Miami se replicó el patrón, propiciado también por las altas expectativas que tenían los migrantes caribeños con sus selecciones.
Solo en la fase de grupos asistieron un total de 1.010.999 aficionados entre Taichung, Tokio, Phoenix y Miami. Pongámoslo en contexto. Esta cifra representa el doble de la asistencia de la edición de 2017 con 510.056 personas, y en ese entonces fue récord.
Estadios con más de 40 mil personas aupando y vibrando al sonido de cada batazo de su selección se volvieron cotidianos y esto es solo un pronóstico de cómo este torneo puede ser una joya en el futuro.
Lo que queda por mejorar
Por supuesto que no todo es papita, maní y tostón. Al evento que enfrenta a las mejores selecciones del planeta les hace falta considerar y establecer reglamentos que no sean tan limitantes para los equipos. Tantas restricciones por parte de la MLB imposibilitan un disfrute excelso del deporte.
Hay que tomar en cuenta que todo comienza por la fecha en la que se desarrolla el torneo, en plena pretemporada de los equipos de Grandes Ligas. Muchos jugadores no llegan con una forma óptima y aún varios clubes refuerzan sus estrategias de cara a una temporada larga que acaba en octubre.
Por ello, los juegos y los roles de los jugadores intentan disminuirlo tanto como se pueda, con límites de lanzamientos, carreras anotadas por equipo e incluso, las aterradoras llamadas de un gerente deportivo para rechazar o frenar el accionar de un seleccionado.
Siempre que los jugadores que hacen vida en el Clásico Mundial de Béisbol dependan de la MLB, es muy difícil que se llegue a un acuerdo para que prevalezca una competición más emocionante.
Hablamos del formato, pero no podemos dejar pasar por alto también cómo impacta el hecho de que Japón y Cuba avanzaron sin despeinarse tanto, con rivales que en el plano beisbolístico estaban muy por debajo de ellos. Las otras selecciones tuvieron que esforzarse mucho más por hallar un cupo en siguientes instancias con rivales con enormes potenciales de plasmar su nombre en la historia. Quedará por ver si en la próxima edición se recurrirá a algo más ajustado a la aleatoriedad y establecer de una buena vez una identidad que se haga costumbre cuando se hable del Clásico Mundial de Béisbol.
La apuesta hacia el futuro
En 2026 se cumplirán 20 años exactos desde que se celebró la primera edición del Clásico Mundial de Béisbol. En esta, la sexta, ya se conocen los 16 equipos clasificados. Sorpresas como Taiwán, China y Colombia, quedaron fuera de esta edición y deberán ganarse un puesto en las eliminatorias, no obstante, selecciones como República Checa y Gran Bretaña, que apenas en 2023 celebraron su primera participación, repetirán en tres años.
Más allá de esto y recalcando los puntos anteriores, que el Clásico Mundial perdure y tenga la misma receptividad de esta edición depende principalmente de sus organizadores. Las dudas que tenían en años anteriores sobre el apoyo de la fanaticada a la competición quedaron despejadas ahora y debe aprovecharse este boom para expandirse aún más.
La apuesta es enorme y el pronóstico de grandes ganancias aún más, pero un paso en falso puede acabar con un proyecto que apenas despega. Indistintamente de que cada fanático quiera ver a su selección alzar el trofeo, lo llamativo del evento es que cuenta con la presencia de los jugadores más destacados del mundo. No estamos hablando de un Mundial organizado por la Confederación donde los mayores exponentes no cuentan con el aval para competir, hablamos de un torneo que pone a disposición a estas figuras para verlas lucirse con el color de su bandera en el pecho.
Bajar los brazos no es una opción cuando solo inicia la faena.
El equipo revelación: México
Cuando comenzó el Clásico para México, las expectativas por avanzar bajaron notablemente al perder contra Colombia en extrainnings. Sin embargo, dieron un rotundo campanazo al día siguiente cuando vapulearon a la selección estadounidense.
Aún con eso en mente nadie imaginaría que avanzarían como primeros de grupo, eliminarían a Puerto Rico y quedarían entre los cuatro mejores del Mundo, y todo ello en parte gracias al cubano naturalizado Randy Arozarena que terminó con promedio de .450, 1 HR, 6 2B, 6 CI y 8 CA, el antesalista Isaac Paredes (.375, 1 HR, 6 CI) y Joey Meneses (.370, 2 HR, 6 CI).
Notable también la labor defensiva del equipo que solo permitió un error en seis partidos. La garra de los aztecas le dio el tercer lugar de la competición, su mayor posición en las cinco ediciones que han disputado.
La mayor decepción: Venezuela
Antes de iniciar el Clásico se sabía el potencial que tenía la selección vinotinto, muy a pesar de estar en el mal llamado Grupo de la Muerte y no figurar como favoritos. Los pronósticos más alentadores eran que vencieran sus dos compromisos contra Israel y Nicaragua, luego de al menos conseguir un triunfo ante Dominicana o Puerto Rico, ya eso lograría el cometido de avanzar a la siguiente ronda. Pero iniciar con los dos triunfos más pesados y terminar invictos dio la sensación de que Venezuela podría conseguir el título, y una serie de decisiones cambió el destino para los criollos.
La buena vibra que había en el dogout alimentaba los poderosos bates de un equipo plagado de grandesligas, Eugenio Suárez (.500, 1 HR, 6 CI), Salvador Pérez (.429, 1 HR, 4 2B, 6 CI, 5 CA), Anthony Santander (.353, 2 HR, 1 3B, 5 CI) y David Peralta (.357, 2 2B, 4 CI) fueron algunos de los toleteros que se echaron el equipo al hombro. No obstante, se notó la ausencia ofensiva de José Altuve, Ronald Acuña y Miguel Cabrera, que quizás pudo darle un plus a esta selección.
El pitcheo hizo las labores. Fundamental el trabajo de Luis García, Pablo López, Jesús Luzardo, y Martín Pérez en el primero contra Dominicana. Y aunque no se puede echar la culpa del fracaso a un jugador, quizás la decisión de Omar López de poner a abrir a Pérez siendo lanzador zurdo contra Estados Unidos, que tiene un line-up repleto de derechos, puso uno de los clavos en el ataúd de la derrota venezolana.
Lejos aún se ve la segunda edición del Clásico Mundial donde Venezuela logró quedarse con el tercer lugar de la competición, luego de caer contra Corea del Sur. Habrá que esperar para ver si en el 2026 la selección conseguirá la tan anhelada revancha.
Otros equipos que acusaron de fracaso la edición de este torneo fueron República Dominicana, que por primera vez no avanzó de la fase de grupos; y Corea del Sur que lleva tres competiciones consecutivas sin acceder a las instancias finales.
El invencible: Japón
Con Shoei Ohtani como el abanderado del conjunto asiático, Japón llegó siendo el gran favorito y no por nada lograron en las cuatro ediciones del torneo dos títulos, además de dos podios. Este año, no fue la excepción. Desde el día inaugural en Tokio, la escuadra del medio oriente asumió un poder ofensivo avasallador y tumbó uno a uno a cada rival que se interpusiera en su camino. Solo México le hizo la vida cuadritos, pero sacaron la casta y lograron una remontada épica, para dejarlos en el terreno y avanzar a la final, donde finalmente consiguieron invictos su tercera corona.
A la postre, ni la ofensiva de Estados Unidos ni el poder de Trea Thurner (.391, 5 HR, 11 CI, 6 CA), pudieron derrocar el imperio que consagró Japón en este Clásico Mundial, y como estelar, Ohtani hizo las labores para llevarse el juego salvado a casa y el premio MVP.
En el conjunto nipón brillaron todos, pero los más destacados fueron Masataka Yoshida (.409, 2 HR, 13 CI, 9 CA), Kazuma Okamoto (.333, 2 HR, 7 CI, 5 CA), y por supuesto, Ohtani (.435, 1 HR, 4 2B, 8 CI, 9 CA).
En labores de pitcheo solo podemos hablar de uno. Si, el novio de la madrina. Shoei Ohtani quedó con récord de 2 victorias en 9.2 innings lanzados, ponchó a 11 rivales y dejó una efectividad de 1.86. Y mención aparte, para el único juego salvado que tuvo y no iba a ser de otra manera, que en la final contra Estados Unidos.
La imbatibilidad de Japón es una muestra del poder del béisbol en ese país, un deporte nacional que seguirá trabajando arduamente en conseguir más logros, donde se suman las recientes medallas de oro en Tokio 2020 y en el Premier 12. Esperaremos hasta el próximo Clásico Mundial en 2026 y sólo nos resta despedirnos. ¡Sayonara!