El icónico edificio Flatiron de Nueva York, situado en el centro de Manhattan, fue vendido en una particular subasta, poniendo fin a una disputa entre su propietario que lo había mantenido vacío durante cuatro años.
Por Clarín
El comprador es Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust, un fondo especializado en distintas operaciones de inversión, quien nada más concluir la venta declaró a la televisión NY1: “Ha sido un sueño que he tenido durante toda mi vida desde que tenía 14 años. Nuestra misión va a ser respetar por siempre su integridad”, en referencia a su singularidad histórica y arquitectónica.
La subasta tuvo solo dos protagonistas: Garlick y otro capitalista del sector inmobiliario, Jeffrey Gural, de GFP Real Estate; según la misma cadena, la puja duró 45 minutos, en los que los dos magnates iban subiendo el precio del adversario de medio en medio millón.
Numerosas personas, tanto del sector inmobiliario como amantes de la arquitectura, acudieron a observar esta subasta única que había sido ordenada por un juez para poner fin a una interminable disputa entre sus copropietarios, que eran cuatro compañías inmobiliarias (GFP entre ellas) y un empresario.
En cualquier caso, las condiciones de la subasta son leoninas: si Garlick no pone el viernes sobre la mesa un 10 % de precio, es decir 19 millones, el edificio pasa al segundo pujador, y si este tampoco tiene esa cantidad, vuelve a subastarse.
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