Talleres, webinar, textos periodísticos y una extensa variedad de enunciados surgen en marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, con la palabra “empoderamiento”.
Pareciera que quienes usan este argumento/mantra le dijeran a las mujeres que la desigualdad que enfrentan es así porque no están empoderadas y que tomando un curso de unas pocas semanas “para empoderarse” alcanzarán puestos de poder, entrarán a la fuerza laboral y las brechas salariales o la violencia basada en género desaparecerán.
Cuando hablamos solo de empoderamiento les estamos diciendo a las mujeres, la mitad de la población mundial, que la varita mágica a todos sus problemas pasa por falta de seguridad, una vez más, les estamos diciendo que el problema son ellas y que las soluciones las tienen ellas.
La palabra empoderamiento no dice nada, es superficial y hasta ingenua. Desde esta lógica consideramos que una mujer es víctima de violencia basada en género porque no es lo suficientemente segura de sí misma o porque “no se dio su valor”.
El Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) registró 18 femicidios en Venezuela en enero de este año, uno cada 16 horas. Si quienes pueden hacer algo lo hacen desde la lógica antes mencionada, difícilmente estas cifras alarmantes podrán revertirse, pues es en las escuelas y en cualquier medio de difusión ya sea estatal o privado desde donde deben promoverse campañas de prevención, que sean robustas, permanentes y que se paseen por el problema desde la interseccionalidad.
Cuando veo lo que pasa hoy, cuando veo las manifestaciones a favor de la despenalización del aborto en Venezuela, cuando veo a las maestras y enfermeras pelear con dientes en las calles por un salario digno, pienso en autonomía, en decisión, en arrojo y en tantas otras palabras llenas de fuerza, pero casi nunca en empoderamiento, una forma vacía para decirle a las mujeres de manera sutil “tomen un cursito y nos olvidamos”. Las olvidamos.
Adquirir independencia, acortar la desigualdad y tener la misma cuota de participación en espacios económicos, políticos, sociales y culturales, pasa por la adopción de políticas con enfoque de género, desde el Estado y también desde las empresas.
A menudo vemos foros donde los paneles son conformados 100 % por hombres, incluso, en esos donde los temas están relacionados a la mujer, revisar esta proporción, incluir mujeres voces expertas y hacerlas parte, es un modo de acabar con la anulación de la mitad de la población, pero ojo que no nos hacen un favor, porque no se trata de llenar una cuota, se trata de igualdad, de reconocimiento, se trata de democratización.
Esto no acabará tampoco con buenas intenciones, como por ejemplo, hacer un evento para “homenajear a la mujer”, no. No es una celebración, es una conmemoración, que requiere de la comprensión de esa desigualdad estructural y de esas prácticas machistas, las mismas que nos mandan a parir o tomar cursos de maquillaje, pero se trata también de dejar de reforzar el estereotipo de que las mujeres “somos multifacéticas” y “superpoderosas”, adjetivos que acompañan a este tipo de eventos.
Lo realmente importante es tener en la mira las cifras de brechas salariales existentes en Venezuela, la precarización de los trabajos que ejercen las mujeres, el aumento de la violencia de género, y actuar, así como prestarle atención al resto de las demandas que surgen desde la calle, esas que hacen las organizaciones y movimientos feministas, como la despenalización del aborto o el acceso a educación sexual, el acceso a la salud, a un salario digno.
Avanzar hacia un país que no use a las mujeres como una campaña y que haga todo lo que esté a su alcance para mejorar las estadísticas, pero además ofrecerlas, pues en Venezuela no hay datos oficiales periódicos y públicos sobre femicidios, así como de otros indicadores.
Participación de las mujeres en la fuerza laboral
La Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi) señala que en 2022 se recuperó la actividad laboral pre crisis de movilidad, un 64 % de los hombres está insertado en la fuerza laboral, en el caso de las mujeres estas apenas llegan al 39 %.
Asimismo, las brechas salariales se mantienen por otro año. Los datos de Encovi muestran que un hombre en un cargo de director gana 197 % más que una mujer, en el mismo puesto, y si se trata de un cargo técnico los hombres ganan 56 % más.
El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) marzo 2023, un estudio elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), para medir la razón de los emprendimientos y su desarrollo en el país, señala que la única posibilidad de que se incremente el nivel de actividad y disminuya la precariedad del empleo, más allá de que se mantenga el crecimiento económico, pasa necesariamente por una redistribución de las oportunidades por género, ámbitos territoriales y sectores económicos.
Entender esto es urgente. Tenemos un año más para repensar nuestras propias prácticas, maneras de actuar y de comunicar en un mundo desigual y esquivo ante la realidad de millones de mujeres. No es empoderamiento, es paridad, es autonomía, es trabajo, es inclusión.