En el siglo XXI las universidades se han visto sometidas a una serie presiones que algunos sectores atribuyen al desarrollo tecnológico, el cual, sin lugar a dudas, ha introducido elementos novedosos. Nosotros, desde una perspectiva histórica de mayor amplitud, pensamos que dichas presiones se deben a los cambios continuos que ha venido experimentado la cultura en general desde el siglo XVII, al menos.
Esto se traduce en la actualidad en el híperdesarrollo de redes y conexiones internacionales que ha ratificado a las universidades como centros de producción, difusión, intercambio y distribución de conocimiento, en un proceso comandado por la ciencia donde participan estados, empresas y organizaciones de diversos intereses. Dicho así, pareciera que hay una diferenciación radical entre ciencia y humanidades; pero esta diferencia es aparente o sólo existente en las posiciones dogmáticas.
Es importante recordar que las grandes creaciones científicas pasan a la sociedad por mediación de las humanidades, gracias a las condiciones preparadas por el arte, la comunicación social, la filosofía, la educación, la historia, el idioma, la literatura. Las humanidades funcionan como una gran máquina de interpretación y comprensión en las conquistas de conocimiento, las disciplinas que la integran son los engranajes que dan forma a una sociedad civilizada.
Las humanidades conforman una comunidad de saber universal que permite la existencia de la sociedad del conocimiento. Sin ellas el pensamiento científico aislado estaría ciego; porque, como ya lo planteó Weber, es incapaz de evaluar de manera crítica sus propios alcances. Las humanidades constituyen el soporte fundamental de la democracia. Y en nuestra sociedad, devastada por el proceso de destrucción más ominoso de América Latina, es de vital importancia retomarlas para lograr la recuperación democrática.
Mi compromiso con la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela se expresa en los siguientes objetivos:
1- Recuperar nuestra más profunda tradición de formación y educación cultural para la democracia.
2- Restablecer un orden institucional que permita la actualización de las carreras adaptándolas a los tiempos actuales. Esto implica la producción de conocimiento académico y su actualización tecnológica, para optimizar una educación que garantice a nuestros estudiantes las salidas intermedias a los mercados de trabajo.
3- Relanzar los postgrados con el objeto de producir nuevas formas de autofinanciamiento, con vistas a hacer más atractivo el campo docente y de investigación para nuestros egresados.