Un estudio liderado por el investigador de la Universidad de Alicante (UA) (España) Roberto Rodríguez-Caro y en el que ha participado la Universidad de Elche-Miguel Hernández (UMH) ha revelado que especies singulares de tortugas y cocodrilos podrían desaparecer en los próximos años, sobre todo debido a la pérdida del hábitat.
Esta investigación, publicada en la revista Nature Communications, resalta que las tortugas y los cocodrilos son dos de los grupos más amenazados del mundo y que aproximadamente cinco de cada diez de estas especies se encuentran en peligro de extinción a nivel global.
El artículo revela que los mayores riesgos para las tortugas y cocodrilos son la pérdida de hábitat, el tráfico de especies y el consumo insostenible, aunque también se destacan las enfermedades emergentes, las especies invasoras, el cambio climático y la contaminación.
“Corremos el riesgo de perder una variedad de especies y diversidad funcional que ha requerido más de 220 millones de años de evolución” ha advertido Rodríguez-Caro, que ha contado con la colaboración de científicos de las universidades de Oxford (Reino Unido), de Tartu (Estonia), de Queensland (Australia), de Lyon (Francia) y la Universidad Nacional Autónoma de México.
El científico ha sostenido que la principal amenaza de estos grupos de reptiles es la pérdida y la fragmentación de hábitat, un aspecto especialmente común en las especies que habitan en el hemisferio norte.
Pero “la desaparición de zonas húmedas, la urbanización y el desarrollo de la agricultura intensiva no solo afectan a estas especies, sino que se han descrito en términos globales como una de las mayores amenazas a la biodiversidad”, ha remarcado.
No obstante, también apunta al “consumo insostenible de tortugas y cocodrilos” como otra de las claves para la pérdida de especies más singulares, sobre todo en las especies más longevas y con mayores tamaños de puesta de huevos, como las tortugas marinas.
Asimismo, el tráfico y comercio de ejemplares vivos o de parte de ellos también amenazan a estos reptiles a lo largo del mundo.
Rodríguez-Caro ha reivindicado en un comunicado de la Universidad de Alicante las importantes funciones de ambos animales para dispersar las semillas, crear hábitats para otras especies con la realización de madrigueras o su función como depredadores.
Tienen estas funciones desde hace millones de años y han desarrollado estrategias vitales singulares y diversas: “Algunas especies son muy longevas y exceden los 150 años, como la tortuga gigante de Aldabra, mientras que otras basan su éxito en la reproducción, como la tortuga asiática de caparazón blando”, ha detallado.
Así, ha resaltado que los resultados de este estudio muestran que “actualmente se vive el peor escenario posible de pérdida de diversidad funcional, es decir, que las especies de tortugas y cocodrilos con mayor riesgo de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) tienen estrategias vitales únicas”.
“En este sentido, un claro ejemplo lo encontramos en la tortuga panqueque (Malacochersus tornieri), en peligro crítico de extinción, que es originaria de Tanzania y Kenia y tiene un caparazón plano y flexible para habitar grietas”, ha asegurado.
Por último, ha concluido que “la incorporación en las políticas de conservación de la diversidad funcional puede constituir un enfoque prometedor para ayudar a priorizar los esfuerzos de conservación con el fin de mantener altos niveles de diversidad funcional frente a las amenazas actuales y futuras”. EFE