Los 198 segundos finales de un vuelo comercial que terminó conducido por el hijo del piloto: Papá, ¿por qué dobla solo?

Los 198 segundos finales de un vuelo comercial que terminó conducido por el hijo del piloto: Papá, ¿por qué dobla solo?

El capitán Yaroslav Kudrinsky junto a sus hijos Yana y Eldar y a su esposa Victoria, quien al día siguiente se enteró que toda su familia había muerto

 

El capitán Yaroslav Kudrinsky cedió los comandos del vuelo 953 de la aerolínea rusa Aeroflot a sus hijos Yana, de 12 años, y Eldar, de 15, la madrugada del 23 de marzo de 1994. Minutos después, el avión Airbus A310 se estrelló contra las montañas de Siberia. El descubrimiento de la caja negra en un siniestro aéreo en el que todos los pasajeros y tripulantes murieron en el acto

Es una vieja y mala costumbre de los seres humanos. Papá le enseña a sus “cachorros” a conducir pensando “¿quién mejor que yo?”. Lo sube sobre su falda o le cede el asiento y le entrega el volante. El error se consuma bajo un equivocado y estúpido razonamiento: papá cree “tiernamente” que todo lo que haga su querido hijo está bajo su control, pero nada de eso es cierto.





Por Infobae

Algo más o menos así fue lo que pasó el miércoles 23 de marzo de 1994 cuando el comandante Yaroslav Kudrinsky (39) puso, al frente del vuelo comercial 593 de Aeroflot, un Airbus A310 de la aerolínea de bandera rusa, a su hijo de 15 años. Los pasajeros quedaron en sus manos y bastaron poco más de tres minutos de distracción y malas decisiones para que todo se fuera literalmente al demonio y la nave se estrellara contra la colina de Óblast, en Kémerovo, Rusia, con las 75 personas que estaban a bordo.

La costumbre de invitar niños a la cabina, que ya entonces rompía las normas pero que era una práctica habitual entre algunos profesionales del aire, esta vez se había convertido en un juego mortal. Y un verdadero escándalo.

Los restos del Airbus A310 de la aerolínea rusa Aeroflot yacen en una colina de la región de Siberia. El vuelo iba con destino al antiguo aeropuerto internacional de Hong Kong

 

198 dramáticos segundos

La cadena de fallas humanas, incluida la permanente distracción de los tres pilotos (dos de los que estaban a cargo de la nave más el que estaba de visita), conducía al peor lugar.

Mientras el capitán Danilov duerme (su voz no aparecerá en las grabaciones de la caja negra), el avión comienza a efectuar movimientos inesperados y, en pocos segundos, la situación se vuelve caótica. En la pantalla el horizonte artificial muestra un arco extraño, no la ruta esperada. Los giros se vuelven pronunciados y el avión vuela inclinado de costado en unos 45 grados. De golpe, el horizonte artificial desaparece de las pantallas. Van a 650 kilómetros por hora y no saben hacia dónde. La aeronave súbitamente apunta la nariz hacia arriba y asciende como un cohete en posición vertical. La fuerza de la gravedad es tal que le impide a Kudrinsky, quien está fuera de su asiento, retomar su lugar y, a su hijo, salir del mismo. Kudrinsky tampoco puede alcanzar los mandos para controlar la situación. Al comando del Airbus A310 están el adolescente y el copiloto. Eldar es el único con sus dos manos sobre la palanca de mando. Aterrado solo puede hacer lo básico que le indican.

A estas alturas, el capitán Danilov ya no duerme, pero poco puede hacer. La gravedad no le permite moverse de donde está. Él no tiene idea de lo que puede estar sucediendo para que el avión se comporte así.

En la cabina de pasajeros han caído las mascarillas, y todo vuela por los aires mientras experimentan una gravedad extrema. Sienten que pesan casi el cuádruple. El fuselaje cruje. Es como estar dentro de una violenta centrifugadora. Todos advierten que la situación es dramática.

De pronto, otra alarma se suma al griterío de la cabina de mando. Pero cuando todo parece fallar, un sistema automático de seguridad se enciende y dirige la nariz del avión hacia abajo para ganar velocidad. Comienza un descenso brutal a 731 kilómetros por hora. Como en una montaña rusa ahora caen en un espiral de vértigo con el morro apuntando hacia el suelo. Los pilotos saben que tienen poco tiempo para volver a levantar el avión antes de golpear la tierra.

El copiloto y Eldar se las ingenian para poner nuevamente la nariz hacia arriba. Esto posibilita a Eldar gatear fuera del asiento y a su padre, el capitán Kudrinsky, retomar los controles. Por fin. El avión vuelve a ascender en vertical, pero están subiendo demasiado rápido. Los motores no lo soportan, el avión pierde sustentación y entra en pérdida. Vuelven a caer en picada. Pero Kudrinsky y su copiloto no se rinden y recuperan el control, detienen la caída. Parece que la nave se estabiliza y empiezan otra vez a subir a toda máquina, pero no lo suficiente… Frente a ellos están las montañas de Siberia. Se estrellan momentos después.

Las entrañas del vuelo comercial que colisionó la madrugada del 23 de marzo de 1994: todos los que viajaban en el avión murieron (Getty)

 

Habla la caja negra

Al comienzo de la investigación nadie podía comprender qué podía haber pasado con el vuelo 593 de Aeroflot y su avión estrella. Especularon que podía haber sido derribado con una bomba por un ataque terrorista, pero el hallazgo de un cadáver intacto de un miembro de la tripulación con la mascarilla de oxígeno puesta los hizo pensar en una posible y súbita descompresión. Nada cerraba. Encontraron la caja negra y la mandaron a analizar por los peritos en siniestros aéreos. Ellos rescataron el contenido y la verdad quedó en evidencia. Las conversaciones registradas entre los adolescentes y los pilotos fueron esclarecedoras. El motivo estaba allí, no había que buscar mucho más.

Al comienzo, Aeroflot intentó negar que los chicos fueran en la cabina durante el viaje, pero el contenido de las cajas negras fue publicado el 28 de septiembre de 1994 por una revista rusa y ese diálogo resultó incontestable.

Acá van los 198 segundos finales de lo que se dijo en la cabina de mando del vuelo 593 durante ese infierno en la alturas desatado por la imprudencia de un padre. Están los pilotos, los niños y voces no identificadas

-Kudrinsky: ¿Ves que dobla? Es el avión doblando hacia la izquierda.

-Eldar: Así es.

-Kudrinsky: ¿No lo ves?

-Xxxx: Ahora yendo a la derecha.

-Makarov (el piloto amigo que va de pasajero): Pon el horizonte normal para él…

-Yana: (dice algo que no se entiende)

-Kudrinsky: ¿Qué pasa Yana?

-Yana: (ella sigue hablando ella, pero no es comprensible lo que dice)

-Kudrinsky: ¿Por qué?

-Yana: (No se entiende)

-Kudrinsky: Lo único que tenés que hacer es dormir en Primera Clase. ¡No corran allí, porque nos van a despedir!

-Eldar: ¿Por qué dobla solo?

-Kudrinsky: ¿Dobla solo?

-Eldar: Sí.

-Kudrinsky: Pero, ¡¿por qué lo hace?!

-Eldar: No lo sé.

-Kudrinsky: ¿Hemos perdido la ruta?

-Makarov: Está entrando en zona…

-Piskaryov: Estamos entrando en una zona en patrón de espera…

-Kudrinsky: ¿Lo hicimos?

-Piskaryov: Seguro.

Las causas del accidente aéreo fueron varias: la irresponsabilidad del piloto, la falta de entrenamiento de los comandantes de vuelo y que no haya sonado una alarma

 

(Tres tipos de alarmas comienzan a sonar. Los pilotos todavía no se dan cuenta de que no navegan con piloto automático. No comprenden qué pasa y por qué el avión no responde como pretenden. Eldar sigue en el asiento mientras su padre no ha logrado sentarse).

-Makarov (nervioso) : ¡Hey chicos!

-Kudrinsky: Mantengan, ¡mantengan la palanca de mando! ¡Manténganla!

-Piskaryov: ¡La velocidad! Da vuelta para el otro lado, ¡el otro lado!

-Kudrinsky: Dobla a la izquierda.

-Piskaryov: ¡Dobla a la derecha!

-Kudrinsky: Dobla a la izquierda, a la izquierda.

-Piskaryov: Hacia el otro lado.

-Kudrinsky: ¡Izquierda!

-Piskaryov: ¡Hacia la derecha!

-Xxxx: ¿A la derecha?

-Piskaryov: ¿¿No ves o qué?? Dobla a la derecha, a la derecha…

(El avión comienza a descender a toda velocidad)

-Piskaryov: Sí, dobla a la izquierda, tierra a la izquierda.

-Kudrinsky: ¡Elder sal de ahí! Ve para atrás, ve para atrás Eldar, ¿¿ves el peligro, lo ves???

-Pikarev: Aceleradores en ralentí.

-Kudrinsky (grita): ¡¡¡Salí de ahí!! ¡Eldar sal!

(En este punto las fuerzas G hacen que las personas sientan que pesan cuatro veces más y a Eldar le cuesta moverse. El avión está en una posición antinatural, sube en vertical y, luego, empieza a descender en giros enloquecidos. Las alarmas siguen sonando mientras el caos reina. Este es el momento en que Eldar ha conseguido salir del asiento del piloto y su padre lo recupera)

El vuelo de Aeroflot 593 había partido del Aeropuerto Internacional Sheremetyevo, en Moscú, el martes 22 de marzo de 1994. Había llegado desde Londres ese mismo día con 240 personas a bordo. Partió hacia Hong Kong con un cuarto de su capacidad: 63 pasajeros y 12 tripulantes

 

-Piskaryov (grita también): ¡A todo motor! ¡A todo motor!

-Kudrinsky: Lo hice, lo hice.

-Piskaryov: Todo motor, ¡todo!

-Kudrinsky: Lo hice.

-Piskaryov: ¡¡¡A todo motor ahora!!!

-Kudrinsky: Lo hice, lo hice ¿Cuál es la velocidad?

-Piskaryov: No pude ver el instrumento.

-Kudrinsky: Ahí, ahí, ¡¡a todo motor a todo motor!!

-Piskaryov: ¡Sí, la velocidad es alta!

-Kudrinsky: Si es alta ¿no es cierto?

-Piskaryov: ¡¡Demasiado alta!!

-Kudrinsky: La apagué.

-Piskaryov: Saldremos, saldremos, saldremos… a la derecha, a la derecha. La velocidad es muy alta, reduce.

-Kudrinsky: La reduje.

-Piskaryov: Suavemente, mierda, ¡no de nuevo! ¡¡no!!

-Kudrinsky: No dobles a la derecha. La velocidad… puse un poco…

-Piskaryov: ¡Oh!

-Kudrinsky: ¡Salgamos ahora! Todo está normal. subamos suavemente, despacio, ¡¡despacio dije!!

(En ese estado de confusión, habiendo estabilizado un poco el avión, no ven el altímetro e impactan de lleno contra una ladera nevada y boscosa de Siberia)

Los restos del vuelo 593 se esparcen e iluminan la noche helada. Son como antorchas que encienden la montaña entre las figuras oscuras de miles de pinos.

La radio crepita, sin voces.

Son las 00:59 cuando los controladores aéreos se percatan de que el vuelo 593 de Aeroflot se ha evaporado de los radares.

Todos están muertos en esta escarpada, fría y remota superficie, a unos 25 kilómetros de Mezhduréchensk, en el suroeste de Siberia.

Han transcurrido 198 agónicos segundos desde aquella primera mala decisión: invitar a los chicos a la cabina y dejarlos conducir un avión de pasajeros.

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