El mercado negro de la gasolina se está esfumando en el estado petrolero de Zulia, Venezuela, socavado por los cambios en las políticas y los mayores suministros.
Por InSight Crime
Hace un par de meses, cuando InSight Crime viajó a la capital de Zulia, se veían en las estaciones de gasolina cortas filas donde la gente esperaba su turno con paciencia; para conseguir gasolina ya no había que hacer paradas disimuladas ante la puerta de los vendedores informales, conocidos como pimpineros, ni se encontraban sus casetas por ningún lado.
El contraste era muy marcado con lo que se veía en mayo de 2022, cuando InSight Crime observó que las filas en las estaciones de gasolina llegaban hasta las carreteras a la par que el desabastecimiento de combustible paraba el transporte público y amenazaba la distribución de alimentos. Los pimpineros vendían combustible de contrabando en botellas plásticas de gaseosa en las esquinas de todos los centros urbanos de Zulia.
A lo largo de su historia, el contrabando de gasolina en Venezuela podía generar rentas del orden de los millones y los miles de millones de dólares anuales, contando incluso los fluctuantes precios y la ausencia de datos oficiales. El estado de Zulia, rico en hidrocarburos y el más populoso de Venezuela, representaba uno de los mayores mercados de esta economía ilícita.
Pero el mercado negro empezó a caer a finales de 2022, cuando el gobierno del estado de Zulia comenzó la eliminación gradual de los subsidios, entregó a civiles el control de la mayoría de las estaciones de gasolina, y encontró vías para llevar más combustible al estado.
La desaparición de las estaciones subsidiadas
A lo largo del último año, las autoridades comenzaron a desmontar las estaciones de gasolina subsidiadas y a reemplazarlas con gasolineras no subsidiadas en los centros urbanos de Zulia, lo cual erosionó la economía de combustibles de contrabando desde la raíz: la vieja promesa de que la gasolina casi gratuita era un derecho natural de los venezolanos.
Por años, los venezolanos compraron gasolina fuertemente subsidiada por una fracción de un centavo por litro, y contrabandearon cantidades industriales al otro lado de la frontera en Colombia, donde podían revenderla por un valor cien veces mayor.
Pero la industria petrolera de Venezuela ha sufrido colosales bajas de producción en los últimos años por causa de la falta de inversión, la corrupción y otros problemas. Cuando el desabastecimiento de gasolina llegó al extremo, el gobierno comenzó a racionar el combustible subsidiado, lo que eventualmente obligó al cierre total de algunas estaciones. Filas de hasta 200 y 300 vehículos se alineaban frente a las estaciones subsidiadas que seguían operando, y no era raro que la gasolina se hubiera agotado antes que la fila.
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