Viajes alrededor del mundo, marcas de lujo y visitas a China, así se mostraba Ana Gabriela Rubio Zea en redes sociales. Por un lado la mujer guatemalteca aparentaba llevar una vida de excentricidades, pero bajo esa cortina de opulencia ocultaba la manera en que realmente hacía su fortuna: trabajar con el Cártel de Sinaloa.
Por infobae.com
Luego de casi una década de adentrarse en el mundo del narcotráfico, Gaby -como también es conocida- fue finalmente detenida por sus actividades criminales. Actualmente está a la espera de ser extraditada a Estados Unidos para ser juzgada, al igual que algunos de sus cómplices. Sin embargo, logró operar durante varios años sin levantar sospechas en la opinión pública.
Desde el año 2016 Gaby Zea comenzó a compartir su ostentoso estilo de vida en Facebook e Instagram. Las fotos que subía a sus cuentas tenían una constante: visitas a la playa, salidas a centros nocturnos, comidas en restaurantes, ropa de moda y un perrito pomeranian con quien viajaba a todos lados.
Aunque daba la apariencia de que se trataba de una celebridad, en realidad ella se identificaba como una defensora del medio ambiente. Incluso, fue directora ejecutiva de Igigi Technologies, una empresa dedicada a la fabricación de productos ecológicos y biodegradables.
La doble vida de Gaby
“Hace años comencé con la idea de salvar al planeta para poder darle a nuestras generaciones futuras un lugar sostenible en donde habitar”, relata Zea en un video de Iggi Techonologies subido a su canal de YouTube en septiembre de 2018. Para esa fecha ya estaba relacionada con “Los Chapitos”, la facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.
Debido a que consideraba que el plástico era el contaminante número uno del mundo, Zea abrió una marca conocida como I-ECO, la cual producía bolsas y pajillas biodegradables hechas a base de fécula de maíz. “Nuestra materia prima está aprobada por la FDA y nuestras máquinas son completamente libres de emisiones”, promocionaba la empresaria guatemalteca.
Así, mientras simulaba ser una emprendedora medioambiental, Gaby recorría varios continentes. Según sus fotos en redes sociales, acostumbraba visitar Estados Unidos (Miami, Los Angeles o Nueva York), México (Cancún y San Miguel de Allende), Italia (Roma y Venecia), Francia (París) y China, donde logró establecer sus contactos criminales para la producción de fentanilo.
En una de sus fotografías subidas a su cuenta de Instagram escribió la frase: “¿Y quién soy? Ese es un secreto que nunca contaré”. Lo que no sabía era que autoridades estadounidenses le estaban siguiendo la pista y al cabo de unos años sus actividades criminales -que intentaba mantener bajo reserva- por fin saldrían a la luz.
Contactos con el Cártel de Sinaloa
Con la promesa de salvar al mundo y bajo el aspecto de una ecologista y empresaria, Gaby Zea comenzó a importar productos chinos a Guatemala para su marca I-ECO, la cual se identificaba como una empresa dedicada a la investigación y fabricación de materiales biodegradables. “Estamos comprometidos al 100% con el medio ambiente”, se leía en la descripción de sus redes sociales.
Incluso, en su perfil de Facebook la guatemalteca solía compartir fotografías y videos de sus socios en China, como se observa en una publicación de 2020 sobre productos de higiene usados durante la pandemia por COVID-19. Pero así como importaba artículos no contaminantes, también lo hacía con precursores químicos empleados para la fabricación de fentanilo, el mortal opioide sintético que ha provocado un problema de salud pública en Estados Unidos.
De acuerdo con los informes del Departamento de Estado de EEUU, Zea utilizó su experiencia para establecer contacto con proveedores y fabricantes de productos químicos ubicados en la República Popular China. El objetivo era adquirir precursores de fentanilo para ser enviados al Cártel de Sinaloa, organización que producía el opioide para posteriormente ser distribuido en territorio estadounidense.
De esa manera, Rubio fungía como la intermediara para la adquisición de múltiples kilogramos de N-BOC-4-Piperidona, el cual era comprado a la empresa asiática SXPC. En 2021 se enviaron 25 kilos de dicho químico desde China a Guadalajara, en México, a sabiendas de que serían usados para la fabricación de droga sintética.
Para ese entonces las autoridades estadounidenses tenían conocimiento de que Gaby Rubio también compraba precusores a la empresa WSBT, la cual -al igual que SXPC- tenía su sede en la República Popular China. Para ocultar los productos de las aduanas de México y demás países, Zea los ocultaba en envases de alimentos o pedía que los empaquetaran con otros químicos legales para evitar que fueran detectados.
Tras una serie de investigaciones, se determinó que la empresaria guatemalteca tenía contactos con “Los Chapitos”, grupo encabezado por los herederos de El Chapo: Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, así como Joaquín Guzmán López -hermano de Ovidio Guzmán, narcotraficante detenido a principios de enero en Sinaloa-.
Caída de Gaby Zea
Las indagatorias contra Ana Gabriela eran múltiples, por lo que era cuestión de tiempo para que cayera en manos de la justicia. Tras unos meses de ausencia en redes sociales, la supuesta ambientalista fue detenida en Guatamela el 17 de marzo de 2023, pues ya contaba con una orden de detención provisional.
Al momento de su aseguramiento, Gaby portaba unos jeans de mezclilla azules y un suéter de una prestigiosa marca (Gucci). Su detención la efectuaron agentes antinarcóticos cuando la mujer de 32 años se encontraba a bordo de una camioneta con placas de circulación P-623 HBW sobre el bulevar Landívar.
En aquella ocasión, las autoridades de Guatemala también detuvieron a otros dos sujetos mexicanos que pertenecían al Cártel de Sinaloa: Humberto Beltrán Cuen, alias Don Chino, y Sergio Antonio Duarte. Ambos son requeridos por Estados Unidos debido a su implicación en la distribución de fentanilo.
Posteriormente, el 4 de abril un gran jurado federal del Tribunal de Distrito Sur de Nueva York imputó a Gaby Rubio por los siguientes cargos: conspiración para manufacturar y distribuir 400 gramos o más de fentanilo, posesión del opioide sintético y lavado de dinero.
Debido a sus actividades criminales, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) incluyó a Zea en su lista de personas bloqueadas, debido a su participación en “actividades o transacciones que han contribuido considerablemente a la proliferación internacional de drogas ilícitas o sus medios de producción”.
Actualmente, Ana Gabriela se encuentra bajo custodia policial, mientras que el Departamento de Estado de EEUU ofrece hasta USD un millón de recompensa a cambio de información que lleve a su condena.
En cuanto a la empresa china WSBT, también fue incluida en la lista negra de la OFAC, al igual que a su propietario Yao Huatao y a dos de sus representantes, identificados como Wu Yaqin y Wu Yonghao. Los cargos contra estos ciudadanos de la República Popular de China son asociación delictuosa, importación de fentanilo y lavado de dinero.