Y es verdad: “Mucha gente cree que yo no hablo”, dice el poeta venezolano Rafael Cadenas cargado de razones. Este hombre puede pasar largos ratos en silencio, en un silencio imbatible (quien lo probó lo sabe): escuchando, callando, mirando, escribiendo. Sin embargo se ganó la vida ejerciendo la docencia durante 40 años en la Universidad de Venezuela y alguna temporada más impartiendo cursos en la exquisita chez Harvard (EEUU). También empeñó media vida diciendo aquí y allá, con la voz suave, lo que no le gusta: el chavismo, la deriva política de su país, y dando aviso -aunque no en esta ocasión- de la agonía de su país, de la falta de democracia, del desvarío en las políticas de Nicolás Maduro. Del peligro del populismo.
Por: El Mundo
En la palabra de este hombre se acumula todo el daño de un territorio, el drama de un pueblo. Tiene 93 años. Viene a Madrid a recoger el Premio Cervantes. Será el próximo lunes en la Universidad de Alcalá de Henares. Esta tarde leerá los primeros párrafos del Quijote en el Círculo de Bellas Artes. La semana próxima inaugurará la exposición que su hija Paula articula con motivo del premio. Y después dejará un legado inédito (e imprevisto) en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. El callado Rafael Cadenas tendrá que volver a hablar.
Camina despacio, con un flequillo bien domado después de tantos sobresaltos. Escucha como a lejos, por el oído apagado, y aún cree en la poesía con implacable razón y costumbre. “Mi intención es seguir escribiendo. No sé hacer otra cosa. O, al menos, no sé hacerlo mejor. También tengo mucho material inédito que se quedó en carpetas por mi indolencia”, dice. “Llevo algunos años ordenando esos papeles e intentando publicarlos, no porque tengan mucho valor, sino para evitar que se pierdan”,
En la Biblioteca Nacional lo recibió la directora de la institución, Ana Santos. Y con ella, más la directora general del Libro, María José Gálvez, inició el paseíllo hasta la sala del patronato de la institución. Rafael Cadenas tenía alrededor unos 30 periodistas. Fue el primero en echarse a hablar sin aguardar a las preguntas.
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