La activista Bélgica Ledesma, presidenta de Diversidad Wanka, un colectivo que respalda los derechos de la comunidad LGBTI en Huancayo, se acercó el último viernes a la Dirección Nacional de Investigación Criminal (Divincri) para conversar con Thalía Solis, la mujer trans detenida por ingresar a la escuela femenina Rosa de América, en el distrito de El Tambo, Perú.
Por Luis Páucar | Infobae
Thalía, actualmente en libertad, estaba entonces esposada y bajo el resguardo de cuatro efectivos. Bélgica no pudo tomar fotografías. Es más, no conocía a la investigada. Supo del caso por televisión y porque, en la víspera, hubo una vigilia ciudadana para que continuara en la dependencia.
La conversación fue breve, pero determinante. Thalía le dijo que ingresó a grabar un TikTok en el colegio, jamás al baño. No abundó en detalles. Estaba asustada, ajena a la realidad, recuerda Ledesma. En efecto, las diligencias cotejaron que en su celular no había contenido vinculado a pedofilia.
Tampoco presenta antecedentes policiales ni denuncias sobre acoso a niñas, como ratificaron las cámaras y autoridades de la institución. En su domicilio, personal de Fiscalía halló materiales de pedicurista y otros uniformes, nada más.
“Lo que sí hay es un tema de salud mental, pues Thalía se comunica como una niña de 12 años. Ella se siente niña. Y es una situación compleja porque, en general, la sociedad andina es muy rígida con la identidad trans”, dijo la activista a Infobae mediante una llamada telefónica.
Desde la Policía Nacional (PNP) y el Ministerio Público —que abrió una investigación preliminar por el delito contra la libertad sexual-tocamientos, actos de connotación sexual o libidinosos (grado de tentativa)— han hecho uso del ‘nombre muerto’ de Thalía.
Aunque esta práctica puede ser accidental, también se emplea para descartar intencionalmente la identidad de género de una persona. Hasta ahora, ambas instituciones no han difundido información aclaratoria.
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