Mientras acomodaba sus pertenencias en una maleta horas antes de partir rumbo a una nueva vida en Santa Catarina, Estado al Sur de Brasil, Javier, venezolano de 46 años, sintió una profunda tristeza: “Me estoy yendo para intentar forjar un futuro para mi hijo y mis nietos. Para que puedan tener una buena educación y una vida mejor que la que yo he tenido”.
Por Atalayar
Junto a su hijo José de 21, su nuera Deikerson, de 20, y sus tres nietos, este hombre de Ciudad Bolívar, que anteriormente trabajaba como mecánico de coches, ha estado viviendo desde 2019 en una humilde vivienda en la localidad brasileña de Boa Vista, por la que paga una renta de 100 dólares. Desde ese entonces, la familia pudo sobrevivir con la ayuda de la asistencia humanitaria y la recogida botellas de plástico para reciclar.
Ahora, gracias a la estrategia de reubicación liderada por el Gobierno de Brasil, Javier va a comenzar con un nuevo trabajo en Santa Catarina. En 24 horas, estará viajando 5000 kilómetros al sur de Boa Vista rumbo a su nuevo hogar adonde espera poder traer a su familia de la cual ha tenido que separarse.
Sentados juntos sobre una cama en el porche afuera de la casa, en un intento de escapar un poco del intenso calor, Javier y su hijo intercambian algunas palabras hasta que llegue la hora de despedirse.
“Lo peor de todo esto es que me estoy separando de mi hijo y mi nuera, y, sobre todo, de mis nietos”, dijo inclinando el rostro para ocultar las lágrimas. “Pero, por otro lado, estoy feliz porque por primera vez en mi vida podré aplicar mi capacidad en un trabajo digno, con un salario fijo a fin de mes”.
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