El 28 de abril el padre Luis Ugalde, quien no necesita presentación, escribió un artículo desgarrador acerca de la tragedia de la educación venezolana, en donde propone una Alianza por la Educación, idea que suscribo y que está relacionada con mi artículo “La educación nuestro problema más urgente” (La Patilla 05 de octubre de 2022). Por supuesto que no voy a repetir lo descrito por el autor sino expresar las razones que me asisten para sumarme a tal Alianza.
La educación, como el mecanismo más efectivo de movilidad e igualdad social que tuvo la democracia venezolana durante su periodo civil, fue destruida para favorecer a un régimen ominosamente corrupto que, mientras esté en el ejercicio del poder, sólo garantiza que Venezuela no tenga un futuro viable en el Siglo XXI.
La destrucción de la educación significa el aniquilamiento de la civilidad que se enseña y aprende a través de las manifestaciones de la cultura humana; la humanitas de Cicerón que contempla la formación integral del hombre, en su dimensión tanto intelectual (paideía) como moral (philanthropía), obtenida mediante una educación adecuada. Esta práctica devastadora gubernamental conlleva la incivilidad propia de los peores momentos de nuestra historia (i.e. el siglo XIX, asolado de Guerra Civil e infectada de caudillos y montoneras). La destrucción de la educación da cuenta de la peor forma de gobierno, la kakistocracia, que prescinde de toda medida ética para el ejercicio del poder.
En este contexto, a nuestros jóvenes se les han confiscado sus derechos ciudadanos, oportunidades y expectativas de futuro; a muchos se le ha expulsado prácticamente del país hacia un destino sin seguridad. A los docentes pretenden despojarnos de toda dignidad, arrojándonos en la plataforma patria que administra nuestros míseros salarios, sin derechos laborales, sindicales ni gremiales.
La ruina de la educación supone el exterminio de la formación civil, la imposibilidad de que existan ciudadanos de pleno derecho en el más amplio sentido del término, condición precisamente de la democracia. Este gobierno quiere perpetuar su despotismo impidiendo la existencia de una ciudadanía democrática; asimismo, que Venezuela siga siendo un país con seres humanos sin cultura. Vale decir, sin libertad y autodeterminación.
Por todo lo planteado por el padre Ugalde y mi convicción de que es el camino ético hacia la recuperación de Venezuela como una Nación Democrática, me sumo a la propuesta de una Alianza por la Educación