Ya sea un vestido de 20 euros o una túnica reciclada de Jorge VI, el atuendo que luce la familia real británica desempeña un papel clave para transmitir mensajes y expresar el sentir del país. Y, según los expertos, cobrará aún mayor protagonismo durante la coronación de Carlos III, el próximo día 6.
¿Importa la corona que elija la reina Camila o el anillo que luzca el monarca? Para los académicos, detalles en apariencia insignificantes tienen un impacto directo en la opinión pública y la percepción del Reino Unido.
La profesora de Historia de los Medios de Comunicación de la Universidad de Westminster (Londres), Jean Seaton, sostiene en un encuentro con periodistas que “la forma en la que viste la monarquía es importantísima pues captura la atención y es un vehículo para comunicar mensajes de poder, autoridad o solidaridad”.
A juicio de la experta, importa incluso “la “parte frívola o de ‘revista Hola’ (…) tanto si se ponen un vestido de 20 libras (22,6 euros) que nos pondríamos cualquiera comprado en (la tienda) M&S, o trajes carísimos que nadie más se puede permitir”.
La indumentaria “consigue definir la opinión pública y captar la atención ciudadana al mismo tiempo”, afirma.
En este sentido, la coronación será un poderoso escaparate para enviar un mensaje al mundo que aúne “modernidad y tradición”, pese a que será “muy difícil hallar un equilibrio” para conciliar ambos conceptos, opina el profesor de Gobierno y Constitución de la University College London, Robert Hazell.
Durante la presentación de un informe sobre la monarquía británica, el experto observó que “la coronación es una ceremonia que data de hace más de mil años, totalmente ligada a la tradición (…) pero a la vez un importante papel de la monarquía es representar a la nación y, por ello, ha de representar al Reino Unido moderno y su diversidad”.
En un artículo escrito para el citado informe, Jean Seaton señalaba que, hoy en día, las redes sociales pesan tanto en la opinión pública que “crearse una imagen se ha convertido en un elemento clave tanto a nivel político como comercial”.
LAS VESTIDURAS Y JOYAS DE LA CORONACIÓN
En la coronación, las joyas, el vestido que llevará la reina consorte, la túnica de los monarcas o el cetro se convertirán en canales de comunicación.
Desde el palacio de Buckingham ha trascendido que durante el acto se colocará un anillo especial en el cuarto dedo del soberano, que simboliza que está “casado” con el pueblo y se entregará otro -que se utilizó en la coronación de la Reina Madre- a Camila.
Esta escogió su propia corona, fabricada por la casa Garrard para la reina María, quien también fue reina consorte y coronada junto a Jorge V en 1911.
Según la Casa Real británica, “es la primera vez en la historia reciente que se utilizará una corona ya existente para la coronación de una consorte en lugar de un nuevo encargo”.
La corona ha sido modificada por el Joyero real, con joyas adicionales que rendirán homenaje a la difunta Isabel II.
Siguiendo la tradición, los monarcas lucirán cada uno dos atuendos diferentes durante el servicio, a su llegada a la Abadía de Westminster y a la salida, estos últimos con un diseño más personalizado, una vez concluido el acto.
De esta manera, por ejemplo, Carlos III llevará primero una túnica de terciopelo carmín, fabricada para Jorge VI en 1937 y a su salida se pondrá otra en seda morada con bordados en oro.
Se reutilizarán objetos históricos de la Colección Real empleados en coronaciones pasadas -las de Jorge IV, en 1821, Jorge V, en 1911, Jorge VI, en 1937 e Isabel II, en 1953-, como las llamadas “vestiduras” -la Súper túnica, el Manto Imperial, el cinturón para la espada de coronación y el guante de coronación- que el soberano llevará cuando sea coronado por el arzobispo de Canterbury.
Según explicó el palacio, esos objetos serán reutilizados “en aras de la sostenibilidad”, lo que pretende enviar un mensaje de modernidad y sintonía con las inquietudes y el contexto actuales.
Pero el papel de la moda en la monarquía y su aparente poder para condicionar la opinión pública han quedado patentes a lo largo de la historia.
Isabel II “se vestía para definirse a sí misma frente a un mundo de hombres” y estableció “lo que las mujeres trabajadoras pueden llevar”, dice Seaton.
La monarca optó, por ejemplo, por un sombrero en tonos azules claros adornado con rosas amarillas cuando el Reino Unido abandonó la Unión Europea (UE), un detalle percibido por la prensa como un mensaje poderoso por su semejanza con los colores de la bandera comunitaria.
EFE