La inteligencia artificial desafía y acelera a los traductores

La inteligencia artificial desafía y acelera a los traductores

Traductor electrónico fabricado por IBM en 2003

 

El lenguaje del mundo es la traducción. La hermosa definición es de Umberto Eco, la necesidad de comunicarse es universal y atemporal y las traducciones –todavía– se multiplican a cada instante porque sin textos que nos acerquen las realidades de otras latitudes, no sería posible la supervivencia (sin exagerar). Traductores ha habido siempre. El pionero fue el teólogo y lingüista llamado Jerónimo de Estridón (340-420 d.C.) que se convirtió en el “primer” traductor de la historia al dedicarse 27 años a traducir la Biblia del hebreo y el griego original al latín vulgar, el que hablaba la gente común en el Imperio Romano, es decir esa Biblia conocida como la “Vulgata Latina” y que fue la norma en Europa Occidental por diez siglos.

Por: Clarín





Desde entonces, la tarea de los traductores se difundió y expandió por todo el mundo, se sofisticó, profesionalizó y se volvió fundamental para el desarrollo de todas las artes, oficios y profesiones.

Sin embargo, hoy pareciera estar bajo ataque y bajo la idea de que no hay ladrillo que no se transforme, beneficie y contamine con las virtudes y peligros de la inteligencia artificial (IA). Traductores del mundo –unidos o separados– saben que como tantas otras profesiones están librando una batalla en condiciones desleales contra el avance diario de los “colegas” electrónicos que –hay que decirlo- se superan a diario y crecen aprendiendo de modo exponencial y espeluznante. Por ello, este ha sido uno de los grandes temas que recorrió los cuatro días de un congreso de grandes dimensiones dedicado al futuro de la traducción profesional, realizado a fines de abril. Si bien se analizó y discutieron cuestiones relativas a los infinitos mundos del arte de traducir, en muchas mesas se discutía –en general o en particular– la necesidad de esclarecer la omnipresencia de la IA.

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