“Su boca emanaba el hedor del mismo infierno”: la demoníaca historia del criminal Richard Ramírez

“Su boca emanaba el hedor del mismo infierno”: la demoníaca historia del criminal Richard Ramírez

Nunca expresó ningún remordimiento por sus crímenes.
Créditos: Especial

Los asesinos seriales nos impactan tanto por los actos que cometen. No podemos comprender por qué alguien le haría daño a terceros físicamente. Sin embargo hay posturas duales en estos sujetos, no solo hay quienes los odian, también quienes los aman e idolatran por aventurarse a matar con cierto patrón racial o físico, como en el caso de Jeffrey Dahmer. Sin embargo, encontramos —dentro de este terrorífico mundo— seres que no siguen ningún orden en concreto y que pareciera que solo cometieron los homicidios por el “placer de hacerlo”. Tal fue el caso del hombre más odiado de California, Estados Unidos. Quien aterrorizó a la localidad en junio de 1984 hasta agosto de 1985.

Por: El Heraldo

Durante 14 meses sembró el pánico en las calles, incluso fue apodado el “Acechador Nocturno” y se hizo sumamente famoso por los asesinatos más macabros junto con actos de tortura infames. Este sujeto era un satánico que “tenía una cara de ángel” pero un aliento que emanaba el mismo infierno, al menos así lo declaró la única víctima sobreviviente de sus temibles ataques. Su nombre fue Richard Ramírez, y en inglés lo apodaron “The Night Stalker”. Todo el sur de California le temía y nadie sabía ni entendía porque atacaba en el velo de la oscuridad, ya que este era el “único patrón” que tenía. Finalmente pudo ser atrapado y su identidad revelada, pero esto solo entusiasmó a los seguidores enfermos de sangre, pues su rostro era diferente.

Durante su primera comparecencia ante el tribunal, Richard levantó la mano para mostrar un pentagrama dibujado en ella. FOTO: AP

 

¿Quién era Richard Ramírez?

A simple vista, este hombre parecía un chico tímido de “sonrisa cálida”. Lucía una tes morena clara y sus ojos eran tan negros como la noche en las que atacaba. Tenía una mirada penetrante que yacían detrás de las facciones más marcadas entre estos delincuentes. Richard Ramírez fue catalogado como “el rostro angelical” en el que reinaba el mal. Y es que este asesino en serie rápidamente ganó popularidad en la nación norteamericana por su apariencia y su ideología. Odiado por muchos y aclamado por otros, al igual que Jeffrey Dahmer, recibió cartas de amor durante años y hasta se casó en la misma cárcel. Nada podría salirle mejor a este homicida, violador y ladrón de ascendencia latina.

Su actitud fue estudiada por numerosos expertos de salud mental para llegar a conocer la razón de sus asesinatos. Y es que su ola de crímenes aterrorizó específicamente a los residentes del área metropolitana de la extensa ciudad de Los Ángeles y más tarde a los habitantes del área de San Francisco. Aunado a esto, usó una amplia variedad de armas. Manejó pistolas, cuchillos, machetes, artefactos a base de hierro y hasta un martillo para aterrorizar a cada una de sus víctimas y forzarlas a hacer todo lo que él quería con ellas. Que, repetimos, “no discriminaba” entre edad, raza, sexo u origen. Este sujeto despiadado podía un día terminar la vida de una infante y tiempo después a una adulta mayor.

El asesino en serie también había estado sufriendo “abuso crónico de sustancias” y una “infección viral crónica de hepatitis C”. FOTO: Wikipedia

 

 

 

El hombre tenía la conciencia perfectamente acomodada como para hacerse responsable de sus delitos. Incluso afirmó ser satánico y jamás expresó un solo remordimiento por sus crímenes. De hecho, durante entrevistas se le captó una sonrisa burlona en donde compartía que “cada uno” de nosotros “tenía su libre albedrío” para cometer acciones como estas. Asimismo dijo que él escogió hacer lo que hizo solo porque “así lo quería”. En otro asesinato, cometido el 28 de junio de 1984, Jennie Vincow, de 79 años, fue brutalmente atacada en su apartamento de Glassell Park, Los Ángeles. El responsable la apuñaló repetidamente mientras dormía… le cortó la garganta tan profundamente que casi la decapitó.

Casi un año después, en marzo de 1985, Richard Ramírez volvió a atacar. Disparó y mató a Dayle Okazaki y atacó a su compañera de piso, María Hernández, quien fue la única de sus presas que sobrevivió. Sin embargo, esa misma noche, mató a Tsai-Lian Yu. Los asesinatos consecutivos provocaron un frenesí mediático.

Para leer más, pulse aquí. 

Exit mobile version