Italia es elogiada como uno de los países con la gastronomía más fina del mundo. En una travesía de variados aromas y sabores, un venezolano acapara la atención. El Coliseo de Roma es el escenario donde Haroldo Montero, transita acompañado de un balde rojo repleto de mandocas. Todo aquel que está de paso por la ciudad disfruta de este plato típico de forma gratuita, gracias a la genuina iniciativa del marabino que se hizo viral.
Replicar esta receta que forma parte de su ADN cada vez es más popular entre locales y turistas. Su pasión por la cocina lo llevó a emigrar, y aunque vivió momentos muy amargos, el buen humor que lo caracteriza ha sido el ingrediente clave para reinventarse. Su propuesta culinaria promete expandirse, está al borde de conquistar un sueño y contó a La Patilla cómo trabaja arduamente para materializarlo.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
Haroldo Montero es oriundo de Maracaibo y luego de graduarse de bachillerato, alistó sus maletas con un sinfín de ilusiones y una meta que definió desde temprana edad: Quería dedicarse a la cocina. Decidido a comenzar una nueva vida, abordó un tren donde la primera parada fue Países Bajos. Más adelante, llegó a Italia donde finalmente se estableció.
Después de 20 años, el criollo admitió que en el proceso de transición entre diferentes culturas los desafíos nunca faltaron. “Fueron muchos. El idioma, la corta edad, el impacto y diferencia del calor humano. Además de arrancar desde cero”.
Sin embargo, el entusiasmo seguía latente y su objetivo de prepararse en las artes culinarias se fortalecía. “Estudié cocina aquí en Italia y me gradué también con un diplomado de pizzería, decoración y arreglo de platos y buffet, además de cursos de técnicas de sushi”, explicó.
El corazón de Italia es el punto de encuentro para disfrutar de un delicioso platillo tradicional. La clásica rosquilla que resulta de la mezcla entre harina de maíz, plátano maduro, queso y papelón deleita los paladares en pleno Coliseo de Roma, por el ingenio de Haroldo. “El secreto de mis mandocas, es que las hago pensando en Maracaibo y con gaita a todo volumen”, aseguró.
La historia detrás de este típico manjar va más allá de una receta práctica. Mencionarlas, es reavivar la identidad del zuliano. Es una preparación donde abundan los recuerdos, el aroma de la nostalgia se hace presente, pero la alegría es la esencia que le concede el sello autóctono. ¿El resultado? Su primer bocado te traslada a Venezuela sin moverte de donde estás.
Y justo en este enorme anfiteatro, donde se daban cita feroces gladiadores romanos, Haroldo ha conquistado a los turistas con su amor por la gastronomía.
“La idea surgió hace mucho tiempo. Realicé un video con un ‘tumbarrancho’ que se viralizó. Nosotros, entre amigos y turistas curiosos, se paraban y preguntaban, y esta vez quise realizar un video pero completarlo con una receta. Así nació espontáneamente”, mencionó.
Desde entonces, Haroldo ha compartido sus mandocas con turistas de diferentes partes del mundo. “Primero, unos mexicanos me preguntaron, ‘¿qué cosa era la mandoca?’ porque yo gritaba para mi video y pues se las ofrecí, ellos sonrientes aceptaron. Luego unos ingleses también se animaron a probar. Es siempre mágica Roma y sus historias”.
Aunque el chef zuliano no tiene permitido, por leyes locales, ofrecer en venta sus creaciones culinarias en el Coliseo, dedica su tiempo y cariño para poder compartir con desconocidos y tener la oportunidad de crear contenido para redes.
“Lo hago cada vez que realizo un video y sin fines de lucro. Quien está de paso se anima, comemos juntos y con ese sabor maracucho nos volvemos amigos y contamos anécdotas“.
En cuanto a su trabajo diario, Haroldo es un artífice de la buena comida que realiza como las famosas ‘tumbarranchos’, que es una arepa rebozada, todo tipo de pasapalos para fiestas y en la temporada decembrina nunca faltan su auténtico pan de jamón junto a las deliciosas hallacas que según manifestó “dan la vuelta entera a Italia”. Eso sí, siempre con la mirada fija en un objetivo.
“La verdad, trabajo bastante. Por ahora, soy artesano y realizo todo muy tradicional. Desde el pan de hamburguesa hasta el catering para fiestas de cumpleaños o chef privado. Mi sueño es abrir la primera panadería venezolana en Italia“.
Montero confesó que durante la pandemia perdió sus ahorros. “Había invertido ocho meses en un Food Truck, que era tiempo y dinero, pero no aguante ‘la pela’ del encierro y me apabullé”. Pero aquel momento solo fue el impulso para desarrollarse aún más en su oficio. “Por eso, mi papá, mi difunto padre, me inculcó el trabajo y el resuelve desde muy niño”, agregó.
A pesar de las dificultades que ha enfrentado al estar lejos de su país natal, Haroldo ha logrado mantener su sentir criollo en alto y ha encontrado en su identidad una forma de plasmarlo a otros. “La receptividad para nosotros los maracuchos, con modestia lo digo, siempre es buena. Pongo la buena vibra y el chiste en todo“.
El 2023 Haroldo lo dedicará a su salud. Mejorar sus hábitos es parte del equilibrio que debe llevar para poder desarrollar y alcanzar su proyecto culinario.
Haroldo Montero se establece como un embajador culinario de Venezuela en Italia, ha demostrado que la gastronomía trasciende barreras geográficas y culturales, y a través de sus videos nos recuerda que la comida no solo nutre nuestro cuerpo, sino también nuestra alma y la conexión con los demás.
“Debemos resaltar siempre lo bueno y alegre, vivir esos bellos recuerdos para ser felices y amar a Venezuela incondicionalmente así como ella un día lo hizo con nosotros“, puntualizó.