Muchas son las historias de hombres, mujeres y niños desplazados de sus respectivos países por la situación política, económica y social.
Por NTN24
Caminar por zonas peligrosas, como la selva del Darién para atravesar Centroamérica hasta llegar a México, supone un esfuerzo titánico, que tiene como único consuelo llegar a Estados Unidos para echar a andar un mejor futuro.
Esto es algo que tiene claro Karlianis, una niña venezolana que logró llegar a territorio estadounidense luego de una larga travesía. “Quiero un apoyo, porque nuestro país está feo, si tienes cuatro niños, no alcanza ni para un paquete de arroz (…) Quiero entrar a los Estados Unidos para estar bien, para dormir, descansar. Vengo con mi mamá, mi abuelita y mi papá”, dijo la menor.
Esta historia surge un día después de que Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, se pronunciara sobre lo que consideró como “el inminente colapso migratorio” en la frontera sur de EEUU, luego de que quede erradicado el Título 42.
“Anticipamos un aumento en la llegada de migrantes a partir del fin del Título 42 (…) Hay funcionarios en el terreno en donde se llevaban a cabo las colaboraciones para cumplir la misión”, expresó Mayorkas ante los medios de comunicación. “Los contrabandistas han llevado información falsa de que la frontera estará abierta, pero quiero decirle a la gente que piensa en venir que a los contrabandistas solo les importan sus ganancias, no les crean, no arriesguen su vida ni sus ahorros para ser expulsados de Estados Unidos”, continuó.
Para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), los migrantes menores de edad “corren el riesgo de sufrir hambre y frío en su trayecto, de padecer enfermedades, sin tener acceso a servicios de salud, y puestos bajo custodia por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos.
Dependiendo de los contextos en los que llegan, son puestos a disposición de las autoridades de infancia, algunos permanecen con sus padres y otros se quedan en territorio estadounidense a pesar de que sus padres son deportados.