“Un plan de trabajo para enfrentarse a una orquesta y el conocimiento de las obras más interpretadas en el mundo”, son las claves que han llevado al director de orquesta venezolano Alejandro Quilarque a tocar y dirigir en grandes escenarios de Venezuela, Colombia, México y próximamente Estados Unidos.
El maestro venezolano ha deslumbrado con su talento a muchas salas en Venezuela, Colombia y México, pero hay dos que nunca olvida por su maravilloso público y excelente acústica: La sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño y el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.
Quilarque sostuvo gran parte de su carrera se desarrolló en estos escenarios ubicados en Caracas, donde espera un día volver para reencontrarse con el calor de su gente y con la monumental energía que se vive en cada una de estas salas con sello venezolano.
Conquistar nuevos escenarios
El director de orquesta que actualmente reside en México tiene entre sus proyectos realizar conquistar nuevos escenarios internacionales y hacer un doctorado en Estados Unidos, desde donde también espera desarrollar programas de creación de Orquestas Juveniles en comunidades hispanas con el exitoso modelo de El Sistema.
“Ya han surgido propuestas muy firmes en el estado de Florida para realizar un Summer Camp. Son muchos los jóvenes que están interesados y creo que será un éxito”, detalló Quilaque.
Sobre su estancia en México, el director de orquesta aseguró estar agradecido porque fue una oportunidad que le permitió expandir sus conocimientos al revisar con detalle las grandes obras de Silvestre Revueltas, Carlos Chávez y Arturo Márquez. “Con la Orquesta Sinfónica del Instituto de Artes de la UAEH tuve el privilegio de interpretar algunas de estas piezas”.
Despertar de su pasión musical
La primera interacción de Alejandro Quilarque con la música se dio con dos instrumentos: el cuatro y la mandolina. Con apenas nueve años aprendió a ejecutarlos por ensayo y error, en su casa, mientras observaba a los demás tocando.
En la adolescencia, su interés por la música fue en aumento y decidió integrarse en corales y estudiantinas. “Allí se despertó mi motivación por la música académica y ubiqué mi primer lugar de estudio en Maracay, la escuela de música “Federico Villena”, donde comencé a estudiar a los 15 años de manera formal con mi primer profesor de Viola, el maestro Oswaldo Guevara”.
En poco tiempo su talento no pasó desapercibido y fue propuesto por su profesora del Conservatorio de Música, en ese momento Penélope Knuth, para ingresar a la Orquesta Sinfónica Municipal, motivo que lo hizo regresar a su ciudad natal: Caracas.
“Esto fue una experiencia realmente única, yo era el músico más joven en la orquesta para el momento, tenía 23 años y recibí un contrato como becario”, recordó.
Sus conocimientos académicos los fue desarrollando por etapas. Primero en el Conservatorio de Música y luego como músico de orquesta, donde cada semana le esperaba un repertorio complejo por los estilos y lenguajes que se manejan y sobre todo por el alto nivel de ejecución.
En este transitar por las orquestas que surge su inclinación por la dirección, pero no fue hasta que culminó sus estudios en el Instituto Universitario de Estudios Musicales que se presentó a una audición en la Universidad Simón Bolívar, donde egresó como director de orquesta de la mano del gran maestro Alfredo Rugeles.
Entre sus mayores logros destaca haber tocado la Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky y la sinfonía fantástica de Héctor Berlioz.
También resalta su incursión en el mundo de la dirección. “Es más complejo porque debes convertirte en líder y proponer nuevas ideas de interpretación”.
Para Quilarque “realmente es un privilegio tener una orquesta, porque desde allí descubres aún más la grandiosidad del mundo de la música”.
Comunicado de prensa