“Bienvenido a Estados Unidos”. Este era el saludo que Enderson Amaya Blanco soñaba con escuchar después de recorrer miles de kilómetros a través de un terreno peligroso y mortal para tener la oportunidad de alcanzar la libertad en Estados Unidos.
Por CNN
El joven padre es uno de los miles de migrantes que se entregaron a las autoridades fronterizas dos días antes de que expirara el Título 42, una política de la era Trump implementada al comienzo de la pandemia de covid-19 que permitía a las autoridades expulsar rápidamente a los migrantes en las fronteras terrestres de Estados Unidos.
Blanco, de 21 años, se parece más a un adolescente que a un padre de dos niños pequeños: delgado, con un mechón de rizos en la cabeza cortados en forma de cresta que rebotan cuando habla.
Dice que decidió arriesgar su vida caminando por la selva y el desierto porque no podía alimentar a sus hijos en Venezuela.
“Vine por mi familia, sobre todo por mis hijos”, dijo Blanco a CNN. “Es duro que tus hijos te pidan un plato de comida y no puedas dárselo”.
Blanco y su suegro viajaron a pie, en tren y, a veces, en autobús. Para mantenerse, dependían de las limosnas de amables desconocidos a lo largo del camino.
Finalmente, llegaron a la puerta de su posible sueño: El Paso, Texas. Allí durmieron en la calle durante días la semana pasada, hasta que les animaron a entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
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