El Congreso de Cariaco restableció brevemente el sistema federal y el gobierno civil que habían desaparecido al caer 1812 la Primera República; Mariño, quien fuere el que declaró instalado aquel Congreso, dimitió su cargo de Segundo Jefe del Ejército y también presentó la renuncia de Bolívar al cargo Primer Jefe de los Ejércitos de la República sin consultar a este que se encontraba en Guayana y nada sabía de esta reunión.
No ocultaré que ha sido este un hecho histórico objeto de investigaciones y de interpretaciones que tratan de abarcar todos sus ángulos; ahora bien, ocultar las disquisiciones históricas que giran en torno al mismo es una cosa y, otra, muy distinta y nada ilegitima, es pasar a lo medular del asunto con ahorro de discusiones, para coincidir con quienes ven en esta maniobra de Mariño, su oculto objetivo de desconocer el liderazgo y autoridad de Bolívar para imponerse y titularse él como Primer Jefe de los Ejércitos de la República.
Tal pretensión de Mariño no podía haber triunfado pues la sociedad venezolana de aquel entonces, a pesar de haber exhibido en determinados momentos cierto comportamiento pendular en cuanto a los apoyos, tenía más claro no solo los desafíos y objetivos de la emancipación sino quienes los conducirían, incluyendo esta claridad la jerarquía o posición que en ese proceso tendrían sus líderes fundamentales; de hecho, los generales Rafael Urdaneta, Antonio José de Sucre y un grupo de oficiales desconocieron la autoridad de Mariño y los acuerdos tomados en Cariaco.
Llevado por bajas pasiones u oscuras motivaciones que suelen acompañar a algunos actores políticos y militares y, sobre todo, por la infaltable egolatría (o megalomanía) de estos e irrefrenables impulsos vinculados a la ambición de poder, el error de cálculo en el que incurrió este indiscutible héroe de la independencia venezolana que fue Mariño, consistió en darle una lectura inadecuada a la realidad de su tiempo, esto es, en una pésima interpretación del momento histórico en el cual realizó tal maniobra política: una sobrestimación de su persona, una subestimación de la figura de Bolívar y una infravaloración de las redes de apoyos que este último tenía dentro y fuera del ejercito patriota; este error de apreciación del contexto histórico condujo a Mariño directo al fracaso, pero este error convertido en un capítulo pedagógico o aleccionador de nuestra historia, bien utilizado ahora, para interpretar nuestra realidad política actual, por quienes de verdad queremos liberar a Venezuela, sin duda que puede salvarnos del abismo.
Lo cierto es que el análisis que extrapola y compara la fallida jugada realizada por Mariño en el Congreso de Cariaco con lo que ahora ocurre de cara a las primarias, salvando las distancias, puede sostener que, dolosa y deliberadamente o por simple ignorancia de la historia, ciertos actores políticos, uniendo esfuerzos con el régimen y abogando por una participación del CNE en las primarias, intentan llevarnos al fracaso y destruir los sueños de libertad, repitiendo con ello la atrevida y temeraria acción de Mariño; la experiencia histórica que he comentado me permite afirmar lo que en estas líneas afirmo, convencido de que puede ocurrir, con el más profundo deseo de que ello no ocurra, advirtiéndolo a todos los interesados para que eviten que eso pase y apostándolo todo para impedir que con la mancomunidad de sus esfuerzos logren estos siniestros peones del veneno detener la consolidación electoral del invencible liderazgo que hará retornar la libertad a Venezuela.
Más que actuando en forma impulsiva, egoísta e irreflexiva, empujado por sus circunstancias, el hombre debe actuar en medio de estas obligado a interpretarlas adecuadamente, con honestidad y buena voluntad y con una extrema fidelidad a ellas so pena de quedar expuesto a la pena de no haber atendido a las profecías que la historia le hace con la mirada vuelta hacia atrás. La historia no solo es el estudio de los hechos trascendentes del pasado, el uso óptimo que ha dársele a esta comporta no incurrir en los mismos errores que esta documenta y estudia.
Quizás Mariño no tuvo la enseñanza histórica que requería cuando probó suerte con Bolívar sin leer ni atender a los signos de su tiempo; nosotros tenemos a Mariño y a su fallido Congreso, excelente lección que debe ser empleada para evitar que se den nuevamente sus erróneos pasos y que el fracaso nos alcance a todos. No hacer uso de esta lección sería un lamentable desperdicio de este recurso histórico, una verdadera pena que, por lo demás, nos dejaría entendiéndonos, una vez más, con delincuentes o idiotas. Si en algo tuvo razón el Carlos Marx que tanto gusta citar a los políticos de izquierda, fue en decir que la historia solo se repite dos veces, una como comedia y otra como tragedia.
Mis reflexiones comparativas obedecen, en primer lugar, a la constatación de que el pueblo venezolano, en las primarias y en el proceso que ha conducido a ellas, ha reencontrado la forma de elegir un liderazgo sólido, blindado e invencible que nos permita dar la lucha por la libertad de Venezuela, empoderándolo, una vez elegido, para que asuma tal objetivo, siendo esta la mejor forma de construir la anhelada unidad, que prefiero llamar la unión de todos los venezolanos que realmente queremos salir de la tragedia creada por este régimen, evitando acciones como la del Congreso de Cariaco.
No creo romper con ninguna regla del juego democrático si aprovecho esta reflexión para señalar que, de acuerdo con la interpretación que hago de sus bases, en este evento electoral de primarias no están invitados a participar ni sumisos del régimen ni candidaturas fabricadas por este, no es porque crea que estas puedan ganar y dejarnos sin candidato, sino porque estos que muestran tales condiciones deberían tener las puertas abiertas en los partidos del régimen para participar en sus procesos internos de escogencia de candidatos.
Los ciudadanos que realmente quieren vencer nuevamente al régimen en un evento electoral con igualdad de condiciones no confían en el CNE, nunca lo han hecho en estos últimos años y tienen suficientes razones históricas para pensar así; están claros por ello en que este proceso de primarias debe ser asumido por los opositores de este país que enfrentan el drama que se vive; no quieren que se inmiscuya el CNE en el mismo, pues esto sería poner en manos del régimen el poder de decidir a su conveniencia quien sería el ganador en tal evento y este, que ha bregado para ello junto a quienes nos quieren meter el auto gol, no resistiría la tentación de actuar como lo hizo Mariño en su momento conspirando contra la indiscutible autoridad de Bolívar.
De allí la importancia histórica que juega la Comisión Nacional de Primaria, tiene esta la tarea de evitar la repetición de cualquier congresillo, y esto lo decimos porque nos resulta muy extraño que hayan candidatos, incluso uno que gritó fraude contra el CNE en las presidenciales del 2013, que hoy estén pidiendo que las primarias se celebren con la participación del cuestionado organismo electoral. Felicitamos la claridad de María Corina Machado, César Pérez Viva, Andrés Velásquez y otras voces autorizadas del país que reclaman el derecho de los venezolanos opositores a celebrar unas primarias donde participen todos los venezolanos tanto los que están adentro como los que están afuera y que sea sin CNE como primer paso ante el desafío que tendremos el 2024.
De no acatar este mandato de los venezolanos, a quienes se presten para burlar la voluntad de la gran mayoría, se le responderá igual que al Congreso de Cariaco, y le diremos lo mismo que le dijo el libertador en una carta que escribió a Martín Tovar Ponte, resumida en su posición acerca de esa coyuntura, así: “El Canónigo restableció el gobierno […] y ha durado tanto como casabe en caldo caliente. Nadie lo ha atacado y él se ha disuelto por sí mismo […] Aquí no manda el que quiere sino el que puede”. Así nos enseña la historia que actúa nuestro pueblo cuando está decidido. Señores Comisión de Primaria, la sociedad venezolana ha hablado: quiere primaria sin CNE y donde voten todos los venezolanos, tanto los que están afuera como los que están adentro, es el primer reto. No dejemos que se repitan los pasos de Mariño. Que no se repita, ahora, la tragedia.