Los líderes del G7 visitarán este viernes el Museo y Parque de la Paz de Hiroshima (oeste de Japón), dos de los principales lugares que recuerdan la triste historia de la ciudad, la primera en ser bombardeada por una arma atómica.
Hiroshima es la sede de la cumbre del Grupo de los Siete que se celebra entre el 19 y el 21 de mayo y donde los mandatarios de Japón, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos buscarán mandar “un fuerte mensaje” antinuclear.
Como parte del recorrido de los mandatarios, destacan el Museo y Parque de la Paz, dos lugares que el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, espera que muestren a los líderes las consecuencias humanas que tuvo este bombardeo y que estas supongan “una lección para que lo ocurrido allí no se repita jamás”.
En 2016, Barack Obama, persuadido por el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe, fue el primer presidente de Estados Unidos en viajar a la ciudad objetivo de los bombardeos estadounidenses, en una visita histórica que ahora el actual mandatario nipón, Fumio Kishida, busca repetir con el nuevo presidente de EE.UU., Joe Biden.
MUSEO CONMEMORATIVO POR LA PAZ
Inaugurado en 1955 y ubicado dentro del Parque de la Paz, este museo ofrece una cruda mirada sobre el bombardeo atómico, la historia que desencadenó este acto y las consecuencias sufridas por los ciudadanos de la ciudad, con numerosos objetos y reconstrucciones de la época.
Entre los objetos destacados se encuentra un reloj que quedó parado en el momento exacto en el que la bomba cayó sobre la ciudad, así como numerosas presentaciones visuales de la devastación causada, ropas y recuerdos personales de las víctimas.
El museo no omite tampoco la propia historia violenta de Japón, especialmente en el sudeste asiático, y busca mandar un mensaje para la paz, a favor de la desnuclearización y que sirva como archivo del recuerdo de los hibakusha -supervivientes del bombardeo atómico- y de los que quedan cada vez menos a consecuencia de su avanzada edad.
En el año fiscal de 2019 (que concluyó en marzo de 2020), justo antes de la pandemia, el Museo de la Paz recibió 1,75 millones de visitantes, una cifra récord desde su apertura en 1955 y que esperan recuperar tras la reapertura de fronteras en el archipiélago.
EL PARQUE DE LA PAZ
Este espacioso parque, dedicado a la memoria de las víctimas directas e indirectas del bombardeo, cuenta con varios elementos significativos, como la Cúpula de la Bomba Atómica, un edificio que quedó con su esqueleto metálico totalmente al descubierto tras el bombardeo, ya que la bomba estalló sólo a unos 150 metros del mismo.
Este es el edificio más cercano al hipocentro de la bomba que permaneció en su lugar, aunque con importantes daños, y que decidió dejarse tal cual como memoria de lo ocurrido y es a día de hoy uno de los puntos más trascendentes de Hiroshima.
La llama de la Paz, que se encendió por primera vez en 1964, es otro de los monumentos más importantes del parque y conmemora las víctimas de la bomba, además de servir como símbolo, ya que no se apagará hasta que todas las bombas nucleares queden destruidas.
Destaca también el cenotafio en memoria de las víctimas de la bomba atómica, donde se conserva el nombre de las mismas y aparece un epitafio en japonés que asegura que el horror vivido no se volverá a repetir.
Hiroshima quedó devastada el 6 de agosto de 1945 cuando el avión Enola Gay soltó sobre la ciudad la primera bomba nuclear utilizada en combate real y bautizada como “Little Boy”, precipitando la rendición de Japón y el final de la II Guerra Mundial.
Esta bomba acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas, cerca del 30 % de la población de entonces. A finales de 1945, el balance se elevaba a unas 140.000 y en los años posteriores las víctimas por los efectos de la radiación sumaron más del doble. EFE