Asesino abominable y actor porno: el caníbal que usó la ropa interior de su víctima como servilleta

Asesino abominable y actor porno: el caníbal que usó la ropa interior de su víctima como servilleta

Tiempo después de su crimen, Issei Sagawa hizo películas porno y fue invitado frecuente de la TV japonesa

 

Tiene un metro y medio de altura, la cara con pequeños pozos y granos. Él mismo se define como un hombre “débil, feo y pequeño”. Siempre se supo un ser desagradable, con pocas habilidades, pero, perspicaz, explotó la única que lo hacìa sentir feliz, el estudio. En la escuela, tuvo notas excelentes. Se especializó en novela y teatro inglés, con una neta predilección por Shakespeare. Obtuvo un diploma sobre literatura inglesa y en la Universidad de Tokio presentó una brillante tesis sobre Macbeth. Se llamaba Issei Sagawa y la literatura era una de sus dos grandes pasiones. La otra era comer carne, pero humana.

Por: TN

Issei Sagawa, del miedo a ser comido al deseo de comer carne humana

Issei era hijo de un multimillonario, Akira Sagawa, un enpresario de plantas depuradoras de agua, presidente de la firma Kurita Water Industries de Tokio. A los cinco años, Issei tuvo una pesadilla horrible. Soñó que lo hervían en una gran cazuela junto con su hermano menor, Jun, y entre zanahorias, cebollas, pimientos, perejil y condimentos de todo tipo. No se lo contó a su familia porque le daba escalofríos. En la adolescencia, Issei se vio atrapado por un pensamiento asombroso: el temor a ser comido. Se obsesionó de tal forma que estudió historias de caníbales y por este camino aquel pensamiento dio un vuelco radical y el pavor a ser comido pasó al deseo de comer.

Así fue, según contaría, como surgió su anhelo de devorar a una hermosa mujer occidental, de tez blanca, nórdica en lo posible, fuerte, bella y suave. Su salud y belleza eran las características que a Sagawa le faltaban e incorporarlas de esa forma era “absorber su energía”.

Estaba próximo a obtener su licenciatura en letras inglesas cuando, empedernido estudioso, tomó un curso con una joven alemana que hacía unos años que residía en Japón, que respondía al estereotipo que Sagawa tenía en mente, es decir una joven hermosa, de cabellos rubios y ojos celestes. Ella comenzó a enseñarle alemán. Él tenía entonces 23 años. Se enamoró y quiso demostrarle toda su pasión. “¿Podré comérmela?”, dudaba. Tomó la decisión de ir al departamento de la alemana, a la noche. Al llegar, ella estaba dormida, según vio por la ventana del departamento de la planta baja. Issei era tan chiquito y delgado que levantó la ventana con cuidado y se deslizó al interior. Se acostumbró a la oscuridad y vio que ella dormía semidesnuda. Sagawa se puso una máscara de Frankestein que había llevado a propósito por si las cosas no salían bien y le veía la cara.

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