Al oeste de Texas, a unos 96 kilómetros de la ciudad de Marfa, se encuentra Lobo, un pueblo fantasma que actualmente está a la venta por US$100 mil. En 1991, el lugar fue abandonado por sus últimos habitantes y en 2001 fue comprado por un grupo de hombres alemanes, quienes cavaron pozos, instalaron baños y rehabilitaron los techos de los edificios que estaban en el lugar. Así convirtieron ese poblado en un espacio para “olvidarse de todo”, donde organizaban festivales de música y cine. Después de casi 20 años, los sujetos han decidido ponerlo a la venta.
Por La Nación
Alexander Bardoff, uno de los propietarios de Lobo, declaró para el medio Texas Monthly que buscan deshacerse del pueblo porque ya no tienen tiempo para darle mantenimiento. “Regresas después de un año y las cosas se han destruido, y luego tienes que empezar de nuevo. Tendré 70 años en un mes y todos mis otros amigos están en Alemania, nos estamos quedando sin energía”, señaló.
El pueblo alberga una vieja tienda de comestibles, un motel y una estación de servicio, estos últimos vacíos. Además, hay una piscina que solo se usa en los festivales y varias casas pequeñas que pertenecían a los antiguos pobladores. Según el sitio web donde se oferta, Lobo cuenta con sistema de alcantarillado que recién tuvo mantenimiento en septiembre del año pasado, cuando se instaló una nueva bomba de pozo, tuberías y sistemas de control.
En cuanto a la electricidad, el negocio de comestibles, el motel y la estación de servicio tienen “iluminación y enchufes que funcionan”. Asimismo, una de las viviendas más pequeñas tiene cableado y luces instaladas. Los techos de todos los edificios, a excepción del motel, fueron reconstruidos con madera y cubiertos con rollo asfáltico. A pesar de ser un lugar abandonado, se encuentra en buenas condiciones para vivir o para realizar eventos, señalaron.
Buscan al comprador “correcto”
Los propietarios no quieren vender su pueblo a “cualquier” comprador, sino que esperan que su próximo dueño le dé un uso parecido al actual y que no lo adquiera por los derechos de agua o como tierra de pastoreo. “Tenemos una inversión física y emocional, no solo queremos ganancias. Nos gustaría encontrar un grupo de personas que quieran hacer algo interesante por ahí. No necesariamente lo que hicimos, sino alguna idea”, remarcó Bardorff a la estación de radio KUT.
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