Al menos 75 nicaragüenses han sido capturados en lo que va de mayo por la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, en lo que organismos de derechos humanos llaman “un nuevo patrón de represión”: redadas nocturnas, juicios exprés por la madrugada, liberación y obligación de presentarse todos los días a una estación de Policía.
Por Infobae
La noche del 3 de mayo pasado, 57 personas fueron sacadas de su casa, interrogadas y llevadas ante un juez que les inició proceso en libertad con la condición de presentarse todos los días a firmar en una delegación policial. Diez días más tarde se produjo otra redada contra 18 nicaragüenses con las mismas características.
Entre los detenidos se encuentran periodistas, miembros de organizaciones civiles, defensores de derechos humanos, médicos y opositores. La Fiscalía nicaragüense los acusa de “traición a la patria” y “difusión de noticias falsas”.
“Ni siquiera podemos decir que es una persecución contra opositores porque entre los detenidos hay personas que sólo le dieron un ´like´ a alguna publicación que el régimen considera incómoda. Es sólo una forma de mantener el terror vivo entre la población”, dice una opositora que pide no revelar su nombre.
“Esta nueva modalidad busca que un cierto nivel de liderazgo salga fuera del país, pero también trata de lograr que la sociedad se silencie porque andan diciendo ahora a la gente ´ve, no pongas like en Facebook´”, describe la ex presa política Dora María Téllez.
“El régimen está claro que no puede seguir llenando las cárceles porque tiene un costo político muy alto, y están tratando de lograr un modelo de represión mediante el cual se silencie la sociedad nicaragüense al menor costo político posible”, añade.
Un promotor de derechos humanos, detenido en la redada del 3 de mayo y que se fue al exilio “porque la presión y el acoso es enorme”, dio su testimonio a Infobae bajo condición de anonimato.
Dice que varias patrullas de la Policía llegaron a su casa a eso de las seis de la tarde del miércoles 3 de mayo y le ordenaron cambiarse de ropa “porque donde te vamos a llevar no podés presentarte así”.
“Yo andaba de calzoneta y chanclas y me obligaron a cambiarme en presencia de dos policías que entraron al cuarto. Me robaron la cartera con el dinero, celulares, computadoras y memorias, que es mi equipo de trabajo”, relata.
Lo llevaron a una estación policial donde ya estaban otras cinco personas en su misma condición. “Había un despliegue policial exagerado. En la calle había policías, adentro estaba lleno de policías”, dice. Ahí una jefa policial los interrogó y les informó a todos que tenía orden de llevarlos a Managua “hoy y hoy mismo traerlos”.
“Nos montaron en un microbús con policías y patrullas adelante y atrás con policías armados con ametralladoras. A los juzgados de Managua llegamos como a las 11:40 de la noche y nos metieron a una sala donde unos policías agresivos nos comenzaron a tomar fotos, huellas dactilares y a hacernos que firmáramos unos documentos que no nos dejaban leer. ¡Firmen, firmen, no atrasen! nos decían”, agrega.
Diez minutos después de llegar los pasaron a una sala, donde un juez celebró la audiencia inicial de un proceso en el que Fiscalía los acusaba de “propagación de noticias falsas y menoscabo de la integridad nacional” y pedía penas de hasta 30 años de cárcel, dice.
“Todos los testigos eran policías. Nos pusieron unos defensores que son parte del circo que tiene el gobierno y el juez dijo que, a pesar de que nos detuvieron por la noche y que no éramos de Managua, él tenía competencia porque estaba ante crímenes gravísimos” y mandó a que todos teníamos que ir a firmar todos los días en la estación de policía del municipio”, relata.
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