A principios de noviembre pasado, el gobierno federal de Canadá anunció un plan para acoger a 500.000 inmigrantes desde 2022 a 2025, lo que sumaría un total de 1,5 millones de nuevos migrantes.
Por eltiempo.com
Con este plan, ese país recibiría cada año un número de residentes permanentes ocho veces mayor -por población- que el Reino Unido y cuatro veces más que su vecino del sur, Estados Unidos.
Canadá le ha estado apostando a la inmigración para llenar el vacío que deja en su economía el envejecimiento de la generación del llamado “baby boom”, es decir las personas nacidas entre 1946 y 1964.
Esto, sin embargo, no es del todo nuevo. Durante muchos años, Canadá ha intentado atraer a los residentes permanentes -inmigrantes que tienen derecho a permanecer en el país de forma indefinida sin ser ciudadanos- para mantener el crecimiento de la población y la economía.
En 2021, por ejemplo, el país acogió a 405.000 residentes permanentes, la cifra más alta de su historia.
¿Pero qué hay detrás de esa cifra? Como muchas naciones occidentales, Canadá tiene una población que envejece y una tasa de natalidad baja. Esto significa que si el país quiere crecer, tendrá que traer inmigrantes.
La inmigración suma al crecimiento de la población activa y para 2032 se espera que también aporte al incremento de la población del país, según ha dicho el gobierno de ese país.
Las cifras lo dicen todo. En la actualidad, uno de cada cuatro canadienses ha llegado al país como inmigrante, la cifra más alta entre las naciones del G7. En Estados Unidos, conocido como “el crisol de culturas del mundo”, solo 14 por ciento son inmigrantes.
Geoffrey Cameron, politólogo de la Universidad de McMaster, le explicó a BBC Mundo que, aunque muchos países como Canadá se enfrentan a tasas de natalidad más bajas y al envejecimiento de la población, el éxito de cualquier sistema de inmigración depende del apoyo popular. “Ese es el factor limitante para la mayoría de los países: la opinión pública”, asegura el experto.
En Estados Unidos, por ejemplo, donde el número de inmigrantes que entra en el país a través de la frontera sur ha alcanzado máximos históricos, hay una preocupación generalizada por tener más inmigrantes que puestos de trabajo. En Canadá, en cambio, ha habido históricamente un apoyo muy alto a la inmigración.
En palabras de Cameron, “parte de la razón es que hay un grado de confianza pública en que la inmigración a Canadá está bien gestionada por el gobierno y también se gestiona de una manera que sirve a los intereses del país”.
Sin embargo, hay excepciones. La aparición de un nuevo partido de derecha en 2018, el Partido Popular de Canadá, mantuvo el tema en la conversación nacional en el periodo previo a las elecciones federales de 2019. Y algunas partes de Canadá tienen opiniones diferentes sobre la inmigración.
Cuando el gobierno anunció sus objetivos de hasta 500.000 nuevos inmigrantes al año (una cifra un 25 por ciento mayor que en 2021), la provincia de Quebec, que puede fijar sus propios límites de inmigración, dejó claro que no aceptaría a más de 50.000 al año. Esto significaría que Quebec, que tiene el 23 por ciento de la población del país, solo acogería a 10 por ciento de los extranjeros.
El primer ministro de Quebec, François Legault, afirmó en ese entonces que le preocupaba que más inmigrantes debiliten la lengua francesa en la provincia. “Ya con 50.000 es difícil frenar el declive del francés”, apuntó.
Por otro lado, otro aspecto en el que Canadá es único en el mundo occidental es su énfasis en la inmigración económica: cerca de la mitad de los residentes permanentes son acogidos por sus habilidades, no en virtud de la reagrupación familiar. El gobierno espera llegar a 60 por ciento para 2025.
Esto se debe, en parte, a cómo se diseñó el sistema canadiense, según explica Cameron. En la década de 1960, Canadá pasó de un sistema de cuotas a un sistema basado en puntos que daba preferencia a los inmigrantes altamente cualificados que contribuirían a la economía del país.
En comparación a otros países, Canadá marca cierta vanguardia. En el Reino Unido, poco más de uno de cada cuatro residentes permanentes es acogido por la vía económica. En Estados Unidos, solo 20 por ciento de las tarjetas de residencia se expide por ese motivo. Ambos países han señalado que esperan aumentar la proporción de inmigrantes económicos, solo que la mayoría de los inmigrantes de este tipo debe ser patrocinados por sus empleadores.
El plan de Canadá
El plan anunciado por el ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá, Sean Fraser, se concentra en “el crecimiento económico a largo plazo”.
En 2025, el 60 por ciento de los recién llegados al país lo harán a través de las categorías económicas del sistema migratorio canadiense, que están reservadas para personas con capacitación y experiencia específicas para cubrir las demandas del mercado laboral canadiense.
El 40 por ciento restante de los 500.000 inmigrantes que Canadá aceptará en 2025 serán distribuidos entre las otras tres categorías migratorias: familiares de residentes en el país, personas aceptadas por razones humanitarias y refugiados.
En los últimos cinco años, un 57 por ciento de los inmigrantes que han llegado a Canadá, cerca de 750.000 personas, lo han hecho a través de la categoría económica.
“El plan acepta la inmigración como una estrategia para ayudar a que las empresas encuentren trabajadores y para atraer capacitación requerida en sectores claves”, señaló en ese entonces en un comunicado el Ministerio de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía.
El plan migratorio también aumentará su interés en que los recién llegados se distribuyan por todo el país, “incluidas pequeñas ciudades y comunidades rurales”.
Los economistas han advertido de que cerca de un millón de puestos de trabajo están vacantes en Canadá por la falta de trabajadores cualificados, lo que está condicionando el crecimiento económico.
La escasez de trabajadores, especialmente desde el inicio de la pandemia, también ha provocado un fuerte aumento de los salarios.
El Consejo de Empresas de Canadá (CEC), que representa las empresas privadas del país, aplaudió el plan migratorio, pero señaló que el porcentaje de inmigrantes aceptados en la categoría económica debería aumentar al 65 por ciento.
El presidente de CEC, Goldy Hyder, afirmó entonces en un comunicado que “cada empleo que no está ocupado representa una persona menos contribuyendo al crecimiento económico de Canadá y una persona menos pagando impuestos para apoyar la infraestructura social”.