A este régimen narcochavista, usurpador del poder, hambreador y destructor de todo indicio de progreso, que es la peor plaga que ha llegado a ponerle las manos a nuestras riquezas, increíblemente no le queda ya más nada por saquear, las riquezas naturales, el erario público, bienes incalculables de un país con un avance hacia la modernización, metieron la reversa y a toda máquina en 24 años dilapidaron nuestro tesoro. El inmenso robo descarado de la élite de resentidos y golilleros que conforman esa red corrupta y criminal, nos dejó en la total carraplana, la ruina absoluta.
El extremo sufrimiento de nuestra gente por obtener lo básico del día a día, me exige no escatimar ningún esfuerzo para llegarle de la forma más pedagógica posible a aquellos que siguen creyendo en los narcobandoleros y sus prédicas comunistas con políticas mediocres y de miseria.
El extranjero usurpador de Nicolás Maduro, pupilo de Fidel Castro, el chulo más nefasto, quien se hace llamar el presidente “obrero” lleva más de 10 años en el poder y ha ajustado los salarios 32 veces, pero en todas las ocasiones el trabajador ha quedado con una menor capacidad de compra, ninguna capacidad de endeudamiento y con dificultades para llegar a fin de mes con una economía dolarizado, un sueldo vergonzoso que a duras penas llega al equivalente de cinco dólares mensuales. Los desequilibrios son espantosos, para cubrir la cesta básica alimentaria se necesitan hasta 95 salarios mínimos, lo que obviamente es inalcanzable para una persona con un empleo común. El sueldo mínimo, en junio de 2022, solo alcanzaba para adquirir 5% de los alimentos, imposible de cubrir. El valor de la canasta básica alimentaria se ubica en 477,52 dólares.
Es evidente el sufrimiento y el grave deterioro físico de la población. Desnutrición, hambre, falta de medicinas, represión, tortura, ausencia de justicia, muerte, depresión, sin meter los 8 millones que emigramos huyendo de tanta persecusión, mala calidad de vida.
La narcotiranía de Maduro sigue privando al pueblo de Venezuela de alimentos y medicinas, encarcelando a los miembros de la oposición y reprimiendo en forma violenta la libertad de expresión.
También hay que recordarle a la militancia aún ciega del PSUV lo inhumano que ha sido el extranjero de Maduro al bloquear millones de dólares en ayuda humanitaria que tanto hubiesen ayudado a los pacientes con cáncer en el Hospital de Niños J. M. de los Ríos, al hospital Manuel Núñez Tovar de Maturin o los centros de salud pública en toda Venezuela han sido arrasados por décadas de desidia y abandono.
Sin olvidarnos el sufrimiento y las penurias que sufre a diario la población en las interminables colas de las estaciones de servicios por la falta de gasolina después que Venezuela tuvo seis refinerías en suelo patrio de las más modernas y que nos permitían abastecernos holgadamente el mercado interno y exportar combustible. Las quebraron, asaltaron el tesoro nacional y hoy son amasijos de hierros y toda la nación arruinada. Sólo quedan en reservas líquidas, según el Banco Central de Venezuela de 900 millones de dólares, después de tener más de 45 mil millones de dólares en reserva.
Desde la cárcel del exilio recalcó lo inaceptable que es que aún estos narcoterroristas asaltantes se mantengan en el poder, acepten de una vez por todas la imperiosa necesidad de que la solución es tumbarlos, arrancarles el poder de cualquier forma, eso sí, garantizando que salgan con los pies hacia delante. No se espanten será un beneficio no sólo para los venezolanos, sino para el mundo ya que parte de nuestro dinero lo ha mal utilizado esa plaga para financiar la penetración de terroristas y muchos más resentidos en América Latina.
No paren, denuncien, aporten información, generen propuestas para ver pronto a nuestra patria libre. Mi fe, mi fuerza es denunciarlos cada segundo, sin pausa, con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba
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