“Con gran entusiasmo te acompañé en las épicas y arduas jornadas de campaña, intentando lograr el sueño de tener un gobierno de cambio”, escribió Armando Benedetti, exembajador de Colombia en Venezuela, en su carta de renuncia al cargo tras el escándalo de la exniñera del hijo de Laura Sarabia, la también saliente jefa de gabinete del presidente Gustavo Petro.
Por semana.com
En medio de una disputa con Sarabia que provocó su salida del Gobierno, el exembajador recordó la época cuando ambos, como mentor y aprendiz, formaron parte del cuartel general de la titánica campaña de Petro a la presidencia. Con la gestión detrás de las manifestaciones en plaza pública, acompañamiento en los maratónicos viajes por el país y concretando alianzas por doquier, se convirtieron en figuras imprescindibles para la victoria del ahora mandatario.
A finales de 2020, luego de ser expulsado del Partido de la U, el entonces senador Benedetti hizo un intempestivo giro a la izquierda en el que anunció que se unía a la Colombia Humana. Luego, en noviembre del año siguiente, en plena campaña electoral, lentamente se convirtió en el jefe de la agenda del candidato Petro.
Posteriormente, se unió Sarabia, una joven de 27 años que poco tiempo después quedaría embarazada. Junto con Benedetti trabajaron codo a codo en la agenda del candidato. Al principio su ingreso a la campaña fue tímido, pero rápidamente, como lo hizo cuando pertenecía a la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) del exsenador barranquillero, se ganó su propio espacio.
Mientras que Sarabia manejaba la logística de las manifestaciones públicas, viajes y eventos del entonces candidato, Benedetti era el coordinador, estratega y relacionista político, que por su estilo poco organizado y errático necesitaba de la estructura que aportaba la joven.
Juntos, muy a pesar de los petristas pura sangre que querían tener esa cercanía con el mandatario, trazaron un plan de acción para ganar las elecciones. Benedetti, un audaz político, aportaba el cálculo que le faltaba a Petro y la creatividad y gracia de la que carecía la izquierda.
Petro, después de ser ampliamente conocido como un político estoico, soltaba risas fácilmente cuando estaba con su coequipero. Modestia aparte, ambos, muchas veces acompañados de Sarabia, recorrían el país en un jet privado en busca de conquistar los territorios clave.
Poco a poco, con ayuda de Sarabia y Benedetti, la campaña de Petro era la única en Colombia con una estructura lógica, un reloj suizo en comparación con las demás, con encargos específicos y jefaturas definidas. El selecto grupo detrás del aspirante, también integrado por Ricardo Roa, el exministro Alfonso Prada y el estratega Antoni Gutiérrez-Rubí, era de sectores liberales que no necesariamente pertenecían al petrismo.