Después de casi tres lustros detenidas por orden del Tribunal Supremo de Justicia del régimen, el mismo que no ha respondido el recurso que por inconstitucionalidad de la Ley Orgánica de Educación introdujeron diversas universidades; después de un fallido intento el mes pasado de llevarlas a cabo, mañana habrá elecciones en la Universidad Central de Venezuela.
Esperamos el mismo ánimo cívico y democrático mostrado en el primer intento. La misma ansiedad resolutiva de un problema que no es nimio, en medio de la hondura de la tragedia venezolana, impuesta desde el poder. Políticamente, las elecciones en la UCV son de una enorme trascendencia. Por lo que significa poder elegir en un país secuestrado. Por la necesidad suprema de cambiar, de renovar autoridades, de refrescar la visión y las acciones que permitan darle un perfil diferente a la institución. Por lo que simbólica y prácticamente representa unas elecciones libres, así sean institucionales, aunque no es cualquiera institución, antes de lo que está planteado en el país nacional: primaria y elecciones presidenciales.
El régimen, haciendo caso omiso al cuestionamiento legítimo, tango que no da respuesta, a ese TSJ y al planteamiento de la inconstitucionalidad de su LOE, hará bulla con respecto a que se le dio participación a los empleados y obreros, aún sin que hubiera cambios en la Ley de Universidades o en la carta magna. O sea, es una manera alterna de demostrar que a este régimen le importan poco la ley y la constitución. No lo podrá hacer con tango énfasis porque es el mismo régimen que tiene acoquinados a todos los trabajadores del país con atropellos a la dignidad laboral y a los derechos humanos y también laborales. El desprecio de todos los trabajadores se nota día a día en las calles venezolanas. Así que poco aspaviento tendrá que haber.
Lo importante es que se realizarán las elecciones, de manera autonómica, por cuanto no se cumple el voto paritario ni otras condiciones a las que el tribunal obligaba, pero se le otorga la oportunidad transitoria de participar, de opinar a quienes se les ha negado tradicionalmente esa posibilidad. De tal modo, que mañana seguramente volveremos a ver una universidad motivada entre los escombros generados por los maquillajes en la planta física aplicados por la manera más denigrante de allanar la Autonomía Universitaria, el Plan Universidad Bella, ese de la corrupción expedita, de los misterios, el que usaron, entre otras cosas, para robarse la escultura de María Lionza. Allí estaremos obreros, empleados, egresados, estudiantes y profesores con ánimo de cambio, de opinión, de renovación democrática. La UCV saldrá fortalecida en medio de tanta debilidad institucional que existe en el país.
Nada es jardín de rosas. Debemos seguir atentos a las jugadas del régimen del terror. Tiene candidatos, claro. Los evidentes y los taimados. Puede en cualquier momento proceder a sus modos. No es esta una democracia. Ante eso, cualquier opinión libre estorba, como bien sabemos por la persecución a los medios, a los periodistas y a quienes se manifiesten de cualquier modo. Toca abrir la espita de las elecciones de autoridades en todas las demás universidades del país. Debe terminarse con el yugo de las imposiciones, de las intervenciones, de las imposibilidades en la renovación. Una universidad paralizada es un atentado al futuro. Una lesión equivalente a la traición a la patria. Acudamos a votar y propiciemos el cambio en la UCV y en la universidad venezolana.