El teniente coronel de la Policía, Óscar Dávila, adscrito a la seguridad de la Presidencia de la República ha muerto por suicidio”.
Por El Tiempo
Esto fue lo que señaló en sus redes el presidente Gustavo Petro en torno a la muerte de un oficial que había sido mencionado en la investigación por las ‘chuzadas’ ilegales a la exniñera Marelbys Meza, extrabajadora de Laura Sarabia, otrora jefe de gabinete del Gobierno Petro.
El mandatario entregó otros detalles que hoy son materia de investigación como, por ejemplo, que el oficial activó la pistola que su estafeta dejó en el asiento de su camioneta mientras iba por una botella de agua: “Cuando regresó, delante de él se suicidó con un disparo en la sien con la pistola que había dejado”, dijo el mandatario 12 horas después de que se conoció la noticia.
Tal como EL TIEMPO lo había anticipado, el coronel Óscar Darío Dávila Torres hacía parte del equipo de seguridad de Petro.
El uniformado se encargaba de hacer las avanzadas y asegurar los sitios hacia donde el Presidente tenía que cumplir agenda dentro y fuera de Bogotá: “A eso se dedicaba el personal del piso 13 de la Dian en donde no había ningún tipo de aparatos”, explicó el mandatario.
Este diario fue quien puso el foco en ese piso 13 del edificio Sendas de la Dian, donde informantes aseguran que se habría hecho una copia espejo del celular de la exniñera de Sarabia.
La radicación de la carta
De hecho, el pasado 2 de junio, el oficial preparó una carta al fiscal general, Francisco Barbosa, en la que se ponía a disposición para colaborar con la investigación. Pero tan solo la radicó tres días después. ¿Qué pasó en esas 72 horas?
“Informo mi absoluta disponibilidad para presentarme ante el despacho del ente investigador, que se me indique, a fin de rendir entrevista con ocasión de los hechos de público conocimiento socializados en los últimos días y que involucraron a altos funcionarios de la Presidencia”, escribió el oficial.
Al pie de esa carta, dejó su dirección de residencia: Calle 22 bis #48, en el occidente de Bogotá. Hasta ese lugar llegaron, la noche del viernes, 9 de junio, agentes del CTI que encontraron parqueada la camioneta Nissan, frente al conjunto residencial Prados del Salitre, con el cuerpo sin vida del oficial.
EL TIEMPO estableció que esa camioneta está adscrita a la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía.
En la Fiscalía y en la Procuraduría ya sabían que el coronel Dávila se había vinculado a la jefatura para la Protección de la Presidencia.
Pero, según su hoja de vida, Dávila estuvo antes en otros cargos que hoy se verifican. Fue jefe seccional de Investigación Criminal de Cundinamarca y era un destacado oficial de inteligencia.
Precisamente, la Comisión 6 de este grupo, con sede en Medellín, estaba persiguiendo a objetivos de alto valor en toda la región del Urabá, específicamente enfocado en Wilmer Antonio Giraldo, alias Siopas.
Fuentes cercanas al caso indagan si ese podría ser el canal por el que habría llegado a una fiscalía del Chocó la solicitud de interceptar los teléfonos de dos empleadas de Sarabia.
También se indaga por qué se habría acudido a un despacho en el Chocó si es cierta la versión de que en la oficina del piso 13 operaba un aparato de interceptación que habría sido donado por otro país.
Investigadores aseguran que el oficial también hizo parte de la jefatura de las Comisiones Investigativas contra el Crimen Organizado (Cicor).
¿Nexo con ‘clan del Golfo’?
La Fiscalía, que ya asumió la investigación por la muerte de Dávila, busca establecer con quién tuvo contacto Dávila e incluso los mensajes y llamadas que recibió a su número telefónico que también dejó consignado en la carta que dirigió al Fiscal General.
Lo que ya está claro es que Dávila desarrollaba labores de inteligencia y que esa oficina tendría un componente del Ejército que se encarga de garantizar la seguridad del Presidente de la República.
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