La elevada inflación y el encarecimiento generalizado de todos los productos han pasado factura a las familias egipcias que desde hoy, víspera festiva, tienen por delante prácticamente una semana de fiestas con motivo de la celebración del Aíd al Adha o Fiesta del Sacrificio que comienza mañana.
En esta festividad, los musulmanes degüellan a corderos y otros animales al alba para rememorar la disposición de Abraham de ofrecer a Dios la vida de su hijo primogénito, quien según la tradición musulmana no era Isaac, sino Ismael, y de cuya estirpe se cree que descienden los árabes.
Sin embargo, muchos musulmanes no pueden permitirse comprar un cordero o incluso su carne debido a la creciente inflación interanual, del 33,7 % el pasado mayo, y la pérdida del 50 % del valor de la libra egipcia ante el dólar desde el año pasado.
Aún así, en la capital egipcia, El Cairo, las dificultades económicas no impedirán a los más pudientes sacrificar en la próxima madrugada una cabeza de ganado, ya sea un cordero, una vaca o incluso un camello, en la calle, como marca la tradición.
Todo ello ignorando la invitación de las autoridades, que en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia de covid-19, pide a la población que realice el sacrificio de forma gratuita en los mataderos estatales.
Los más desfavorecidos dependerán de las donaciones, ya que el Aíd al Adha propicia la solidaridad con el prójimo y, según el islam, cada persona que sacrifica un animal debe ofrecer un tercio a los más necesitados, otro tercio a amigos y conocidos, y el tercio restante se destina al consumo familiar.
Pese a la crisis económica que arrastra el país árabe y el desplome de la moneda local, los egipcios musulmanes cumplirán con la costumbre de reunirse alrededor de la mesa, no solo para disfrutar lo que se pueda ofrecer de carne y otros platos típicos, sino para compartir el momento con los seres queridos un años más. EFE