Diminutas larvas fueron enviadas por correo desde un laboratorio en Campinas, en el interior de São Paulo, en Brasil, hacia hospitales en ciudades como Natal, Río de Janeiro, Petrópolis, Belo Horizonte y Porto Alegre.
Por: BBC
Eran larvas de dos especies de moscas creadas, alimentadas y esterilizadas por la bióloga Patricia Thyssen, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), con un fin médico muy específico: curar heridas de difícil cicatrización.
La razón es que estas larvas se alimentan de tejido humano en descomposición.
Por lo tanto, cuando se colocan sobre la piel de heridas infectadas -causadas, por ejemplo, por diabetes o úlceras venosas- las larvas se comen el tejido muerto y secretan sustancias curativas, lo reduce el uso de antibióticos o incluso los hace innecesarios.
Esta técnica, conocida como terapia larval, que aún es incipiente en Brasil, tiene sus raíces en conocimientos ancestrales, aunque un tanto repulsivos: hay registros históricos de que pueblos como los mayas, en América Central, y los aborígenes australianos ya usaban larvas para curar heridas hace miles de años.
Los mayas, por ejemplo, bañaban tejidos en sangre animal, los dejaban expuestos al sol para atraer moscas y luego los aplicaban en las heridas humanas, donde proliferaban las larvas.
La técnica también fue documentada empíricamente por médicos en la Europa medieval, la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-65) y la Primera Guerra Mundial (1914-18).
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