El incremento del precio del diésel para el sector industrial en Venezuela no garantiza el suministro permanente a los productores agropecuarios del país que temen un aumento del costo en el mercado negro, a donde se han visto obligados a recurrir en los constantes períodos de escasez del combustible.
Por Carolina Alcalde / vozdeamerica.com
Los gremios implicados reiteran que el diésel es “vital” para la producción de alimentos: se requiere para llevar a cabo labores de campo mecanizadas, activar los generadores eléctricos ante las constantes fallas en el servicio y transportar los productos hasta los centros de consumo.
“Es como el agua para el ser humano”, resume a VOA Armando Chacín, presidente encargado de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga) mientras insiste en que el sector primario debe ser “priorizado” y no debería ser considerado como sector industrial.
Para Celso Fantinel, presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), el aumento del diésel a 0,32 dólares se trata de un “duro golpe” para el sector y expone preocupación ante el inminente incremento por parte de revendedores.
“¿A cómo se va a poner? ¿a dos dólares, tres dólares? Ya a veces el mercado negro había alcanzado 0,60 dólares. Los productores grandes cancelaban diésel a 0,20 o 0,25 dólares. Los productores pequeños sí estaban subsidiados, a lo mejor cancelaban 0,09 dólares porque el Ministerio de Agricultura hacía algunas entregas”, explica a VOA.
Los revendedores históricamente presentes en las fronteras, ahora se han vuelto comunes en muchas ciudades en las que hay escasez: aprovechan la coyuntura para tener ingresos adicionales y ofrecen cada litro de gasolina entre 1,5 y 2 dólares, incluso más. Así, el combustible en Venezuela ha dejado de ser el más económico del mundo.
Fantinel expone que el sector que representa no se niega a pagar el precio que requiera la industria petrolera para garantizar la producción de diésel, pero resalta que, en Venezuela, donde actualmente “no existe” crédito o financiamiento para los pequeños y medianos productores, se vuelve inviable la sobrevivencia.
Sólo un 15% de los grandes productores, de acuerdo al representante de Fedeagro, está en capacidad de pagar el diésel que, además, asegura reciben con hasta “10% o 20% de agua”, lo que daña sus equipos de trabajo.
“Hemos visto productores que venden segundas viviendas, carros, tractores para poder sobrevivir. Es cuesta arriba para los productores que logramos aumentar la superficie de siembra, tener soberanía se vuelve cuesta arriba para Venezuela que tiene todas las características y los suelos”, sostiene mientras recuerda cómo se logró recuperar la producción tras una caída de hasta 80%, cuatro años atrás.
De acuerdo a los cálculos sobre la base de la superficie de siembra, en promedio, en Venezuela se requieren 16 mil barriles de diésel diario, el equivalente a unos dos millones seiscientos mil litros. Sólo en la producción de maíz el proceso de mecanización registraría un alza en los precios de 8% y en el arroz más de 20%.
Fantinel detalla que las crisis se desatan en picos de siembra y cosecha porque, a diferencia de años atrás, los distribuidores no tienen reservas.
“Es donde se angustia el productor, es donde comienza el mercado negro”, afirma.
Impacto en planes de siembra y precios de alimentos
Fedenaga alertó que la medida, que excluye al sector agroproductivo como prioritario, afectará “de manera negativa” los resultados de planes de siembra y en el precio de los alimentos y pidió girar instrucciones “necesarias y precisas” que lleven a los productores a superar la crisis.
“Puede repercutir en una parálisis técnica de las actividades de producción y en consecuencia en una significativa disminución de la oferta de alimentos para nuestra población”, advierte el gremio en una carta dirigida al presidente Nicolás Maduro.
Además, considera “prudente” evaluar los ajustes de precios y sus consecuencias “en otro momento” y no justamente en pleno desarrollo del plan de producción de ciclo de invierno, momento en el que “se lleva a cabo el mayor volumen de siembra de maíz” y el mantenimiento de potreros “se vuelve más exigente”.
A juicio de Chacín, el precio del diésel debe ser revisado por estado y sobre la base de sus respectivas particularidades y necesidades. Añade que, si se quieren lograr soluciones, es necesario adecuar las estructuras de costo en medio de una situación en la que el “consumidor venezolano no obedece a la oferta y la demanda porque no tiene poder adquisitivo”.
“Hemos hecho esfuerzos sobrehumanos, pero se escapa de nuestras manos y bolsillos y representa un tema muy difícil, es menos producción para el país. Tenemos la misma capacidad e interés de producir alimentos, pero debemos abordarlo con el Ejecutivo para poder nosotros tener algo de éxito”, manifiesta a VOA.
Fedenaga reiteró que el suministro de diésel no satisface las necesidades operativas “dada la escasa o ninguna disponibilidad del mismo” en zonas productoras, y puso a disposición del gobierno la “amplía y experimentada red de técnicos y productores” con el propósito de “planificar de manera conjunta una programación de suministro de combustible viable y oportuna”.
De acuerdo a Fantinel, la agricultura y la ganadería en el país, con diecisiete estados agrícolas, genera un entorno económico de más de doce mil millones de dólares y una buena parte se traduce en “impuestos” que pudieran ser destinados a apoyar la producción de diésel por parte de Petróleos de Venezuela (PDVSA).
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El retroceso en el sector agroindustrial es significativo. Fantinel explica que, en muchos rubros, entre ellos caña de azúcar, arroz y maíz, puede compararse con los años sesenta, y ochenta.
En varias ocasiones el sector agropecuario del país ha insistido en su compromiso con el aumento de la producción en Venezuela y ha evidenciado su “sacrificio”, pero insiste en denunciar que la escasez de combustible, la ausencia de financiamientos bancarios, la inseguridad jurídica y la deficiente infraestructura son algunos de los factores que les afectan negativamente.
Maduro se ha referido a la necesidad de regularizar el abastecimiento de diésel, pero la crisis en el campo no cesa. El gobierno venezolano atribuye los picos de escasez de combustible a las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
Pero, en varias ocasiones, sindicalistas de la deteriorada industria petrolera y otros expertos en la materia han advertido y coincidido en que, consecuencia de los años de corrupción, la falta de inversión, mantenimiento y personal calificado, las refinerías en Venezuela, todas estatales, quedaron en un estado de “colapso operativo” que limita la posibilidad de producir el combustible necesario para abastecer el mercado interno.