El régimen de Nicaragua ha tomado una nueva medida en su constante afán de reprimir y anular a cualquier organización que no se alinee con sus intereses.
En esta ocasión, la víctima ha sido la Asociación Casa Ave María, una institución religiosa que llevaba funcionando de manera ininterrumpida durante 33 años.
La decisión de anular la personalidad jurídica de esta asociación fue aprobada por la ministra de Gobernación, María Amelia Coronel Kinloch. Un acto más de represión por parte del régimen nicaragüense.
Según el acuerdo ministerial publicado en el Diario Oficial La Gaceta, se argumentó que la asociación no cumplió con las leyes al tener una junta directiva vencida y no presentar los estados financieros correspondientes a los últimos tres años.
Es evidente que estas supuestas irregularidades son solo una excusa para silenciar a una organización que ha sido incómoda para el gobierno.
La Asociación Casa Ave María se dedicaba a brindar ayuda a los más necesitados a través del suministro de alimentos, vestuario y oración. Sin embargo, ahora su labor ha sido interrumpida y sus bienes serán expropiados por la dictadura de Daniel Ortega.
Esta no es la primera vez que el régimen de Daniel Ortega toma medidas en contra de organizaciones religiosas.
La Fundación Fraternidad Pobres de Jesucristo, que también brindaba ayuda a los más desfavorecidos, y la Asociación Hijas de Santa Luisa de Marillac en el Espíritu Santo, que administraba un colegio religioso, también han sido ilegalizadas y sus bienes expropiados.
Estas acciones no solo demuestran la falta de respeto del régimen hacia los derechos fundamentales de libertad de asociación y libertad religiosa, sino que también evidencian la tensa relación entre el presidente Ortega y la Iglesia católica.
Expulsiones y encarcelamientos de sacerdotes, prohibición de actividades religiosas y la suspensión de relaciones diplomáticas son solo algunos ejemplos de las acciones represivas que ha tomado la dictadura contra la Iglesia.
Incluso el papa Francisco ha calificado al régimen de Nicaragua como una “dictadura grosera”, señalando el desequilibrio de la persona que dirige el país.
Con información de EFE